Vigor h¨ªbrido
Las razas puras no existen m¨¢s que en la mente de los lun¨¢ticos
Su nombre t¨¦cnico es heterosis, pero los agricultores y ganaderos lo han llamado siempre vigor h¨ªbrido. Cuando una variante de trigo, de cabra o de vaca empieza a dar signos de obsolescencia ¡ªenanismo, lentitud de crecimiento, pobreza de rendimiento y fertilidad macilenta¡ª, lo primero que hace un mejorador es cruzarla con otra variedad o especie de su g¨¦nero. Los deterioros debidos a la endogamia se resuelven de un plumazo, pues cualquier mutaci¨®n en el cromosoma de pap¨¢ queda cubierta de inmediato por el gen correcto de mam¨¢ y viceversa. En unas cuantas generaciones m¨¢s las propiedades deseables de ambas cepas se pueden ir seleccionando, al tiempo que las perniciosas se van eliminando. El resultado es una variante con lo mejor de dos mundos y libre de lo peor de ambos. Vigor h¨ªbrido: una buena receta gen¨¦tica para eludir los males del ensimismamiento, tan abundantes y penosos. Y un argumento cient¨ªfico contra el racismo, a nada que lo piense uno.
Estamos acostumbrados a pensar en la evoluci¨®n como un proceso sosegado y cachazudo, que solo a base de tiempos interminables consigue paso a paso adaptar a las especies al cambio de los entornos, que por supuesto es igual de lento que sus respuestas biol¨®gicas. Pero las cosas no siempre funcionan as¨ª. Tomemos la mosca Rhagoletis pomonella, que infecta a los majuelos, o espinos albares. A mediados del siglo XIX, un grupo de Rhagoletis se aburri¨® de los majuelos americanos y, de alguna manera, se pas¨® a los manzanos que hab¨ªan llevado all¨ª los colonos europeos. Su fisiolog¨ªa se transform¨® para adaptarse a comer manzanas y hasta aceler¨® su crecimiento para estar maduro en la ¨¦poca del a?o en que los manzanos fructifican.
Lo m¨¢s extraordinario, con todo, es que las mutaciones que permitieron esa adaptaci¨®n a Rhagoletis se hab¨ªan generado un mill¨®n de a?os antes por un cruce con otra especie de mosca. De nuevo, vigor h¨ªbrido. Incluso las tortugas y pinzones de las islas Gal¨¢pagos que inspiraron a Darwin su teor¨ªa de la selecci¨®n natural han evolucionado y generado nuevas especies adaptadas a cada isla, mediante la hibridaci¨®n entre especies distintas, seg¨²n ha descubierto la investigaci¨®n reciente. Quiz¨¢ la m¨¢s espectacular maquinaria evolutiva de nuestro tiempo sean los c¨ªclidos, unos peces ¨®seos de agua dulce que se han diversificado en varios miles de especies en los grandes lagos de ?frica, como la comestible tilapia y el alud de peces de colores que pueblan los acuarios de los aficionados. La hibridaci¨®n entre especies tiene tambi¨¦n aqu¨ª un papel protagonista.
La evoluci¨®n humana tiene toda la pinta de haber seguido pautas similares. Las ¨²nicas tres especies humanas cuyo genoma tenemos secuenciado (sapiens, neandertales y denisovanos) muestran evidencias indiscutibles de hibridaci¨®n: entre neandertales y denisovanos, y entre cualquiera de ellos y nosotros. Hay indicios de que algunos de estos cruces ayudaron a nuestra especie, los sapiens reci¨¦n salidos de ?frica hace 50.000 a?os, a adaptarse a entornos que no hab¨ªan conocido nunca, como los hielos de las estepas siberianas o las alturas an¨®xicas del T¨ªbet. Y eso no se acab¨® ah¨ª, ni mucho menos. La historia de la humanidad es una narraci¨®n de migraciones e hibridaciones, no esta vez entre especies, sino entre poblaciones que hasta entonces hab¨ªan permanecido aisladas entre s¨ª. Las razas puras no existen m¨¢s que en la mente de los lun¨¢ticos. Aunque es cierto, desde luego, que la mente de un lun¨¢tico puede ser m¨¢s da?ina que una bomba de hidr¨®geno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.