Los ¡®versalleses¡¯ y los ¡®comuneros¡¯
Las suspicacias en el seno de la izquierda desdibujan sus valores
En el pr¨®logo a las ediciones francesa y alemana de Imperialismo: fase superior del capitalismo, que Vlad¨ªmir Ilich Lenin firm¨® el 6 de julio de 1920, echaba pestes sobre ¡°un pu?ado de pa¨ªses excepcionalmente ricos y poderosos¡± que se dedicaban a saquear el mundo entero. Lo que le serv¨ªa para subrayar, adem¨¢s, que se dedicaban a corromper a ¡°la capa superior de la aristocracia obrera¡±. Se refer¨ªa a la Segunda Internacional y dec¨ªa que los que all¨ª estaban eran ¡°verdaderos agentes de la burgues¨ªa en el seno del movimiento obrero¡± (el subrayado es suyo: quer¨ªa dejarlo meridianamente claro). ¡°En la guerra civil entre el proletariado y la burgues¨ªa se colocan inevitablemente, en n¨²mero considerable, al lado de esta, al lado de los versalleses contra los comuneros¡±.
La observaci¨®n la hizo Lenin hace casi una centuria, pero la vieja sospecha de que hay ovejas negras en las filas de la izquierda sigue intacta en el siglo XXI. Eso es, por lo menos, lo que se infiere del argumento que defendi¨® Podemos durante las negociaciones que tuvieron con los socialistas para formar un Gobierno de coalici¨®n: si no estamos ah¨ª para vigilar, estos se pierden. Ese fue el mensaje, sin que explicaran nunca con claridad (ni unos ni otros) c¨®mo conseguir¨ªan el resto de apoyos para lograr la investidura de Pedro S¨¢nchez: porque sumar, no sumaban.
El mundo ha cambiado mucho desde aquella ¨¦poca en la que Lenin denunciaba a ¡°los lugartenientes obreros¡± de la clase burguesa. Lo hac¨ªa, adem¨¢s, dando por hecho que el capitalismo estaba moribundo, y animaba al movimiento comunista a prepararse ante la inminente revoluci¨®n social. No parece que las cosas salieran tal como Lenin las hab¨ªa previsto, y, sin embargo, permanecen intactos algunos de sus dict¨¢menes. Se han convertido en mitos, y a ver qui¨¦n discute esa enorme ficci¨®n que sostiene que, por un lado, est¨¢n los que defienden con fervor las causas de los desfavorecidos, y que, por otro, solo hay una serie de tipos blandengues que suelen rendirse ante los caprichos de los poderosos.
El historiador marxista Eric Hobsbawm, al ocuparse del surgimiento del movimiento obrero a principios del siglo XIX, subrayaba que lo que deseaban los que lo estaban pasando mal era ¡°respeto, reconocimiento e igualdad¡±. La izquierda se impuso la tarea de hacer lo posible para que lo consiguieran. En esta ¨¦poca en la que las cosas se est¨¢n poniendo realmente feas para tanta gente, luchar por el respeto, el reconocimiento y la igualdad de cuantos se ven postergados y marginados y pasan hambre y no consiguen encontrar trabajo sigue siendo una tarea pendiente de la izquierda. De c¨®mo conseguirlo ten¨ªan que haber tratado el PSOE y Unidas Podemos.
Lo que hicieron, en cambio, fue lanzarse paquetes de medidas (como si se tiraran piedras). Unos pusieron 290 y los otros les respondieron con 370. Una gratuita exhibici¨®n de m¨²sculo que nunca tuvo el menor sentido. Mucho antes que entrar en el detalle, lo l¨®gico era que se hubieran sentado para tantear cu¨¢nto en com¨²n ten¨ªan para enfrentarse juntos a los cuatro grandes asuntos con los que Espa?a tendr¨¢ que lidiar antes o despu¨¦s: la desigualdad, Europa (y el Brexit), Catalu?a y la desaceleraci¨®n.
No lo hicieron. M¨¢s bien, airearon sus suspicacias y sus desconfianzas, y terminaron representando un burdo sainete con una ¨²nica coda: ni respeto, ni reconocimiento, ni igualdad, todo eso nos importa un r¨¢bano. Un terrible mensaje para los votantes de izquierda.
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