Delfines

Los delfines suelen transmitir a los navegantes una sensaci¨®n de belleza y de placer; a los pescadores de arrastre les auguran buenas capturas porque ante su presencia los peces huyen hacia el fondo y seg¨²n cuentan los viejos marineros, si te vieran naufragar los delfines te llevar¨ªan en brazos a la orilla. A los ni?os que jug¨¢bamos entre las ruinas de un balneario bombardeado durante la guerra se nos dec¨ªa que bajo los escombros hab¨ªa una mujer desnuda. A menudo, nuestro juego consist¨ªa en levantar cascotes con una curiosidad morbosa para verla y pese a nuestro denodado esfuerzo nunca lo conseguimos. Cuando con el tiempo los escombros fueron retirados y el jard¨ªn recuper¨® su antigua belleza finalmente la imagen nos fue revelada. Era un mosaico que conten¨ªa la figura de una Venus emergiendo del mar rodeada de delfines azules. Desde entonces llevo asociada en el subconsciente la belleza a la destrucci¨®n, una sensaci¨®n que volvi¨® a hacerse patente el primer viaje a Creta. Esta vez eran las ruinas del palacio de Cnosos las que se sustentaban en unos mosaicos donde los delfines azules saltaban con una perfecta armon¨ªa. Los delfines de mi ni?ez sobrevivieron al bombardeo de una guerra civil. Los de Creta pervivieron sobre las ruinas de la historia para sugerir las navegaciones m¨¢s placenteras. Hace unos d¨ªas, una barca de pesca trajo a puerto un peque?o delf¨ªn enredado en el copo de arrastre, que hab¨ªa muerto al no poder salir a la superficie a respirar y al descuartizarlo se encontr¨® en su est¨®mago, entre otros desperdicios, una zapatilla vieja, varios calcetines, el estuche de unas gafas y un bote de crema solar. Bajo la ruina moral de nuestra civilizaci¨®n miles de inmigrantes se ahogan en el Mediterr¨¢neo sin que los delfines, seg¨²n la leyenda, puedan devolverlos a la orilla. ?C¨®mo podr¨ªan hacerlo si llevan la tripa llena de basura humana?