Da?o a Catalu?a

Las manifestaciones de rechazo a la sentencia del juicio del proc¨¦s han puesto de manifiesto la contradicci¨®n en la que desde hace tiempo vive el president de la Generalitat, Quim Torra: la de encabezar un Gobierno que llama a la movilizaci¨®n en la calle, al mismo tiempo que ordena la actuaci¨®n policial de los Mossos contra las protestas independentistas que ¨¦l mismo alienta. El fr¨ªvolo argumento de la portavoz de la Generalitat, Meritxell Bud¨®, de que los agentes actuaron para ¡°proteger a los manifestantes¡± de una posible acusaci¨®n de sedici¨®n trata de ocultar esa contradicci¨®n, aunque lo ¨²nico que logra es hacerla m¨¢s evidente.

El ¨²nico motivo por el que el president catal¨¢n aplaude las manifestaciones que bloquean infraestructuras de comunicaci¨®n en claro desaf¨ªo de la legalidad y, a la vez, env¨ªa a los Mossos contra ellas es su voluntad de mantener el control sobre las instituciones auton¨®micas sin que parezca importarle que su degradaci¨®n sea cada vez mayor. No es el primer president de la Generalitat que se encuentra en tal situaci¨®n. Tanto Artur Mas como Carles Puigdemont llegaron incluso a extremarla en el momento en que, siendo los m¨¢ximos encargados de cumplir y hacer cumplir la Constituci¨®n y el Estatuto, encabezaron un movimiento para destruirlos, uno en la consulta participativa del 9-N de 2014, y el otro en la secuencia secesionista de septiembre y octubre de 2017.

La mayor incoherencia de Torra se produce entre su desacato, todav¨ªa verbal, de la sentencia del Supremo y a la vez su apoyo al llamado tsunami democr¨¢tico, movimiento con el que el independentismo derrotado pretende utilizar la solidaridad hacia los condenados a largas penas de prisi¨®n para mantener abierto el conflicto, sacar r¨¦ditos electorales e intentar incluso la repetici¨®n del desaf¨ªo secesionista. Las circunstancias son m¨¢s adversas que en 2017, especialmente por el cansancio ciudadano, que hace mella en el volumen de las manifestaciones, aunque tiene tambi¨¦n el inconveniente de que contribuye a radicalizarlas.

Cuentan tambi¨¦n las divisiones en el campo independentista, reflejo de la esquizofrenia entre los deseos de mantener el autogobierno y la pulsi¨®n autodestructiva que conduce a despreciarlo en nombre de la quim¨¦rica independencia. El resultado es un enorme sufrimiento institucional y ciudadano, que afecta especialmente a Catalu?a y a los catalanes. Ninguna instituci¨®n ha quedado preservada de la degradaci¨®n que alcanza a todos los ciudadanos: a los independentistas movilizados desde el poder contra la sentencia, y a los no independentistas, excluidos por quienes se han apoderado de la institucionalidad. Los destrozos y los heridos en los enfrentamientos entre manifestantes y Mossos deber¨ªan pesar en la conciencia del president.

Menci¨®n especial merece la ciudad de Barcelona, v¨ªctima directa del asalto secesionista en su econom¨ªa y su turismo, sus infraestructuras y su imagen internacional, incluso en su pluralismo y su convivencia. La reacci¨®n desmedida y visceral ante la sentencia, con la convocatoria de protestas que llaman a la violencia, produce un enorme da?o a Catalu?a y a sus instituciones, causado por quienes se consideran a s¨ª mismos como los adalides del patriotismo catal¨¢n.