Europa, enredada en la madeja de la historia
Los Estados ya no tienen que temer su disoluci¨®n en una UE integrada. El problema lo tienen dentro
Se suele representar la historia como una sucesi¨®n de eventos colocados sobre una l¨ªnea recta; el famoso timeline.Un elemento visual claro con fechas, nombres y de vez en cuando alg¨²n retrato que proyecta la imagen de avance de los acontecimientos en la historia y, en cierto sentido, de continuidad l¨®gica hasta el momento presente y que deja ver seguridad en el relato ante el futuro. Aplicamos inconscientemente un principio aprendido en clase de dibujo en el colegio: bastan dos puntos ¡ªen este caso, el pasado y el presente¡ª para trazar una l¨ªnea recta hasta el infinito; el futuro. Pero la l¨ªnea de la historia se asemeja m¨¢s a un ovillo de lana, donde el hilo gira una y otra vez sobre s¨ª mismo y toca puntos que quedar¨ªan muy distantes si estuviera extendido, se retuerce, forma nudos y resulta un conjunto compacto. La historia del proyecto de unidad europea nacido con los Tratados de Roma de 1957 es un buen ejemplo.
Durante algunas d¨¦cadas posteriores a la decisi¨®n de ¡ªen principio, seis pa¨ªses, luego nueve, diez, doce, quince...¡ª de no volver a ir a la guerra y trabajar en la progresiva integraci¨®n de sus econom¨ªas y sociedades gener¨® una din¨¢mica de pensamiento en el que la clave no era si los Estados como tales sobrevivir¨ªan a la integraci¨®n final ¡ªporque probablemente no lo har¨ªan¡ª, sino m¨¢s bien cu¨¢ndo se producir¨ªa la gran fusi¨®n paneuropea que culminar¨ªa esa l¨ªnea temporal recta y coherente.
Pero resulta que 62 a?os despu¨¦s nos encontramos con que la l¨ªnea es una madeja cuyo final proyectado ni se menciona y que la verdadera dificultad para seguir el hilo no es que los Estados se disuelvan en una entidad superior, sino que lo hagan en sus propias din¨¢micas nacionalistas y con ello arrastren el andamiaje, todav¨ªa provisional, que ha costado tanto tiempo levantar. Cada movimiento nacionalista dispone de un amplio men¨² de fechas ¡ªde puntos en la madeja¡ª donde elegir su fundaci¨®n, desde la Edad Media al siglo XIX pasando por el Renacimiento, mientras que la unidad europea lo tiene m¨¢s complicado porque no existe. Es el final del hilo que no aparece por ning¨²n lado.
No deja de ser curioso que el este y el oeste de Europa hayan llegado al mismo embrollo siguiendo caminos diferentes.
En el Este, la ca¨ªda de los reg¨ªmenes comunistas y la recuperaci¨®n de la soberan¨ªa plena tras permanecer sometidos a Mosc¨² mediante el Pacto de Varsovia vino acompa?ada de la urgencia y la aspiraci¨®n de incorporarse al club de los pa¨ªses europeos. Pero lo correcto ser¨ªa decir los clubes porque hab¨ªa dos: la OTAN y la UE. Y la primera de ellas fue la gran prioridad, porque garantizaba militarmente la soberan¨ªa plena. Dado que casi todos esos pa¨ªses recuperaron adem¨¢s la democracia, era obvia su integraci¨®n en un proyecto que reforzaba esa democracia y adem¨¢s abr¨ªa una enorme perspectiva de progreso social y material. Pero mientras la pertenencia a la OTAN ¡ªy aqu¨ª es justo darles la raz¨®n a los estadounidenses¡ª significa para casi todos sus integrantes m¨¢s ventajas que obligaciones, la pertenencia a la Uni¨®n Europea requiere un importante y constante esfuerzo de aceptaci¨®n, control institucional y en ¨²ltima instancia cesi¨®n parcial y progresiva de soberan¨ªa. Pasado el subid¨®n, que dir¨ªan los j¨®venes, y m¨¢s o menos asentada la democracia, una parte significativa de esos electorados ¡ªtambi¨¦n pasa en el Oeste¡ª comenz¨® a mirar con abierta hostilidad a la UE. Una instituci¨®n ideal para convertirse en el enemigo exterior que impone, humilla y recorta la libertad que tanto tiempo ha tardado en llegar. Esa es la base del discurso eur¨®fobo esgrimido por ejemplo en Polonia y Hungr¨ªa. Cuando Bruselas recuerda que para disfrutar de los derechos hay que cumplir con las obligaciones, el efecto victimista se multiplica.
Mientras, en el Oeste hemos asistido a un sorprendente resurgimiento de movimientos que parec¨ªan superados por la historia. Que quedaban muy atr¨¢s en el hilo. Son nacionalismos de distinto origen y legitimidad hist¨®rica que en ¨²ltima instancia afectan a la existencia de Estados tal y como los conocemos. Existen casos enquistados ¡ªy conveniente ignorados¡ª como el de Flandes; otros que se han extinguido por su propio peso, como la fantasiosa Padania ideada por Umberto Bossi, y otros que, siguiendo distintas v¨ªas, suponen aut¨¦nticos desaf¨ªos para la configuraci¨®n de sus Estados como es el caso de Escocia y Catalu?a. En el primero de ellos, los independentistas escoceses han optado por el camino de la legalidad del Estado al que pertenecen con una estrategia basada en la convocatoria sucesiva de referendos argumentando que las circunstancias de la consulta han cambiado. Perdieron en 2014 y ahora plantean otro para 2020. Tienen raz¨®n en que por medio anda el Brexit, pero es obvio que las circunstancias ser¨¢n diferentes tambi¨¦n en 2025, 2040 o 2052, por ejemplo. En el caso de Catalu?a, los independentistas decidieron tomar un atajo con el resultado que vemos estos d¨ªas.
?Con este panorama es posible a estas alturas retomar el hilo y volver a la l¨ªnea inicial lanzada en Roma hace seis d¨¦cadas? La din¨¢mica no parece esa, pero la historia est¨¢ plagada de giros protagonizados por el genio ¡ªa veces, la malignidad¡ª individual. Lo ideal ser¨ªa que la din¨¢mica cambiara y alguien comenzara a tirar del hilo, no vaya a ser que a alguno se le ocurra emular a Alejandro en Gordion y corte por lo sano.
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