Las rebeld¨ªas l¨®gicas
La indignaci¨®n frente a la corrupci¨®n deviene un lema catalizador y movilizador. Surge espont¨¢neamente, dejando a los partidos at¨®nitos, a los poderes estupefactos
Para Yannis Sakelariou, gran diputado europeo, in memoriam.
Argelia, Egipto, L¨ªbano, Irak: pese a la cadena de represiones (con personas muertas como eslabones), el viento de la contestaci¨®n social se est¨¢ levantando de nuevo en el mundo ¨¢rabe. Los ecos de la reacci¨®n ciudadana suenan tambi¨¦n con fuerza en Am¨¦rica Latina: los manifestantes llenan las calles de Ecuador y Chile, sin que los partidos de la oposici¨®n o los sindicatos pudieran prever ni evitar estas sublevaciones espont¨¢neas. ?Habr¨¢ un punto com¨²n a estos movimientos?
Visto desde la superficie, son siempre ramitas que encienden el fuego: un v¨ªdeo sobre la corrupci¨®n del Gobierno, difundido por un hombre de negocios egipcio exiliado, provoca la repulsa en Egipto; en L¨ªbano, una tasa sobre el uso de WhatsApp a?adida al aumento del precio de los cigarros y de la gasolina; en Irak, el deterioro de los servicios p¨²blicos y el rechazo al empleo de ciudadanos en la Administraci¨®n por su pertenencia a la minor¨ªa sun¨ª; en Chile, el incremento del importe de los billetes de metro hace aflorar, repentinamente, la c¨®lera reprimida desde d¨¦cadas contra los excesos ligados al modelo ultraliberal; en Ecuador, las tasas crueles sobre el poder adquisitivo de los m¨¢s pobres, sordera del Gobierno que pretende imponerlas a golpe de decreto.
Detr¨¢s de esas ramitas, se vislumbra un denominador com¨²n, una r¨¢pida expansi¨®n de la reivindicaci¨®n hasta la puesta en crisis de todo el sistema pol¨ªtico. En decir, una ¨¦poca nueva se est¨¢ abriendo; las capas medias empobrecidas, los j¨®venes sin empleo, los asalariados, los marginados, parecen decididos a rechazar el ¡°pacto con el diablo¡±, las restricciones exigidas en nombre del Fondo Monetario Internacional (FMI). Denuncian la gobernanza privatizada desde las inaccesibles instituciones, su imposici¨®n represiva, la corrupci¨®n, la imposibilidad de reformar el sistema. De ah¨ª el s¨ªmbolo mostrado por la ciudadan¨ªa libanesa contra los dirigentes: una escoba empu?ada en forma de bandera en los desfiles populares. La indignaci¨®n frente a la corrupci¨®n deviene un lema catalizador y movilizador. Surge espont¨¢neamente, dejando a los partidos at¨®nitos, a los poderes estupefactos.
Los manifestantes reclaman, en cambio, un poder p¨²blico que proteja, defienda y garantice el inter¨¦s com¨²n. Los gobernantes buscan medir el grado de firmeza de su contestaci¨®n, y dilatan sus respuestas. Retiran las decisiones impopulares para reestablecerlas m¨¢s tarde, porque no quieren pagarlas con la reducci¨®n de sus propios privilegios econ¨®micos. Piensan que el tiempo juega a su favor, porque, salvo en caso de revoluci¨®n violenta, creen que los ciudadanos no se manifestar¨¢n permanentemente. ?Pero miren lo que pasa en Argelia: es un milagro que el pulso de la ciudadan¨ªa siga llenando las calles del pa¨ªs desde hace seis meses!
De ah¨ª el gran desaf¨ªo de los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n, siempre que entiendan el mensaje: no se trata de barrer ramitas, sino de construir el Estado social de derecho en el siglo XXI. Si algo tan esencial no se entiende, prevalecer¨¢ desgraciadamente aquel principio que el poeta maldito Arthur Rimbaud pon¨ªa en la boca de los poderes depredadores: ¡°?Machacaremos a las rebeld¨ªas l¨®gicas!¡±.
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