Los retos de Espa?a tras el 10-N
Solo si se consolidan las instituciones y se actualizan las reglas del juego, el pa¨ªs podr¨¢ crecer y engancharse a la nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica y ponerla al servicio de un desarrollo sostenible
Espa?a ha dejado de ser diferente. Hoy, al igual que Europa y gran parte del mundo, nos toca hacer frente a los mismos retos: la desigualdad, las migraciones, el cambio clim¨¢tico, y el nacionalpopulismo. Por eso, para la generaci¨®n que creci¨® de la mano de la Constituci¨®n de 1978 y el fin de la Transici¨®n, y que hoy se sit¨²a en puestos de responsabilidad, la lentitud de respuesta ante los cambios por parte de nuestras instituciones, unida al clima de confrontaci¨®n generalizado, producen una enorme desaz¨®n. Resulta muy duro ver c¨®mo retornan viejos fantasmas del pasado ¡ªeminentemente el debate identitario nacional y la pulsi¨®n separatista en ciertas regiones¡ª al tiempo que el futuro se nos escapa y nos vernos desbordados por la velocidad de cambio en la era digital. El momento es de extrema gravedad. Si el Gobierno que se forme tras las elecciones del 10-N no eleva el foco, Espa?a corre el serio riesgo de no sobrevivir al embate de una nueva crisis. Nos referimos a la necesidad de abordar tres retos principales, derivados de nuestra propia idiosincrasia nacional, pero que se corresponden con matrices de cambio a escala global.
El primero es de tipo pol¨ªtico-institucional. Sin instituciones robustas que marquen el camino a la ciudadan¨ªa y a los agentes sociales, no es posible avanzar. Pero desde 2016 el bloqueo pol¨ªtico tiene mucho de estructural. Nuestro marco pol¨ªtico-jur¨ªdico, dise?ado para favorecer el bipartidismo ¡ªcon apoyos puntuales de la periferia vasca o catalana¡ª, se halla en un proceso de bruscos ajustes hacia un esquema multipartidos. Es evidente que, por el momento, ese sistema vive mayormente subordinado a los intereses particulares de las fuerzas pol¨ªticas y no est¨¢ siendo capaz de configurar y sostener el inter¨¦s general del pa¨ªs. El coste de estos a?os de par¨¢lisis pol¨ªtica se manifiesta en la dificultad de liderar m¨¢s en Europa; en no poder legislar o ajustar las partidas presupuestarias a los retos del presente, o en el hecho de enfrentar la cuesti¨®n catalana con un Gobierno en funciones.
El coste de estos a?os de par¨¢lisis pol¨ªtica se manifiesta en la dificultad de liderar m¨¢s en Europa
Ahora bien, lo que algunos llaman malintencionadamente ¡°la crisis del Estado espa?ol¡± es en realidad un proceso de ajuste similar al de otros pa¨ªses de nuestro entorno, producto de la combinaci¨®n de varios factores. Uno es la baja credibilidad de las instituciones y de los partidos pol¨ªticos tradicionales, muy tocada durante la crisis, y a¨²n no recuperada del todo. De hecho, la incapacidad del multipartidismo a la hora de producir una gobernanza eficaz podr¨ªa reavivar el sentimiento anti¨¦lites que alimenta, a su vez, el nacionalpopulismo. Otro factor es la emergencia de un espacio pol¨ªtico virtual en las redes sociales, con su enorme riesgo de balcanizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, y que dificulta cualquier planteamiento sobre el inter¨¦s general. As¨ª las cosas, ser¨ªa preciso que tras el 10-N el nuevo Gobierno configure un proyecto de pa¨ªs sugerente y que la generalidad de fuerzas pol¨ªticas construya puentes entre s¨ª, entre lo institucional y lo virtual, entre las ¨¦lites y la mayor¨ªa, y entre el centro y las periferias.
El segundo reto es de tipo tecnol¨®gico. Espa?a, y de hecho la Uni¨®n Europea en su totalidad, est¨¢n perdiendo la carrera tecnol¨®gica. De las veinte mayores empresas de tecnolog¨ªa del mundo, ninguna es europea; todas son norteamericanas o chinas. Algo similar sucede en el campo del emprendimiento tecnol¨®gico, donde las startups de mayor ¨¦xito del mundo est¨¢n en EE?UU o Asia. All¨ª donde se produzca innovaci¨®n se van a concentrar los empleos de calidad as¨ª como la tracci¨®n fiscal necesaria para financiar servicios p¨²blicos y otros. Tras el 10-N, por tanto, Espa?a debe plantear una ambiciosa agenda econ¨®mica a medio y largo plazo que la sit¨²e en la frontera de la innovaci¨®n. Esto requerir¨¢ de inversiones en infraestructuras tecnol¨®gicas, en la formaci¨®n, atracci¨®n y retenci¨®n de capital humano, la creaci¨®n de cl¨²steres de conocimiento y de transfer tecnol¨®gico en torno a universidades y centros de investigaci¨®n de alta calidad, as¨ª como garantizar el acceso a nuestras empresas a un Mercado Digital ?nico europeo completado.
Es la mayor¨ªa social quien deber¨¢ premiar a las formaciones pol¨ªticas que ofrezcan un horizonte com¨²n
El avance de la econom¨ªa digital deber¨¢ estar acompa?ado adem¨¢s de pol¨ªticas que aseguren la equidad en el proceso de desarrollo econ¨®mico. Esto requerir¨¢ medidas para aliviar la fractura territorial producida por la concentraci¨®n de innovaci¨®n y de rentas en lugares geogr¨¢ficos muy concretos. Requerir¨¢ asimismo una reinvenci¨®n de los instrumentos fiscales y de competencia para abordar la evasi¨®n fiscal o el abuso de posici¨®n de mercado de las grandes plataformas y empresas de datos. Todo lo cual requerir¨¢ un Gobierno estable y comprometido con esta agenda y una Administraci¨®n p¨²blica ¨¢gil, con capacidad de anticipaci¨®n estrat¨¦gica y dispuesta a actuar como catalizador de la innovaci¨®n a trav¨¦s de su propia compra de tecnolog¨ªa y la implantaci¨®n de un verdadero gobierno digital.
El tercer reto es el energ¨¦tico-medioambiental. Como espa?oles, tenemos pendiente racionalizar nuestros recursos energ¨¦ticos y protegernos de una especial vulnerabilidad al cambio clim¨¢tico. En este aspecto, el Gobierno saliente ha puesto la proa en la direcci¨®n correcta para la pr¨®xima d¨¦cada, implicando a todas las Administraciones en la descarbonizaci¨®n de la econom¨ªa hasta 2050. Tras el 10-N, miserias partidistas no deber¨ªan bloquear lo que hay en marcha: una Ley de Cambio Clim¨¢tico, un Plan Nacional de Energ¨ªa y Clima, o una Ley de Transici¨®n Justa coherentes con los objetivos internacionales de la Agenda 2030 y el Acuerdo de Par¨ªs. Tampoco puede decaer nuestra voluntad de liderazgo en la UE, por ejemplo, en materia de energ¨ªas renovables. Ahora bien, habr¨¢ que mantener el rumbo en un entorno internacional complicado debido a la ralentizaci¨®n del crecimiento y las guerras comerciales. Un aspecto clave ser¨¢ c¨®mo financiar una transici¨®n energ¨¦tica que no deje atr¨¢s a los perdedores. Y no se trata ¨²nicamente de c¨®mo establecemos un nuevo impuesto al carbono. Significa asumir que ese proceso es inseparable de una reorganizaci¨®n del mundo del trabajo; de explorar nichos para cientos de miles de nuevos empleos; de proponer f¨®rmulas innovadoras de solidaridad, y, en definitiva, de reinventar un capitalismo m¨¢s inclusivo sobre el cual el propio establishment econ¨®mico global ha empezado a reflexionar.
Al final, es la mayor¨ªa social quien deber¨¢ premiar a las formaciones pol¨ªticas que ofrezcan un horizonte com¨²n. No partimos de cero: durante el ¨²ltimo a?o, el fin de la tolerancia con la corrupci¨®n, el combate contra la desigualdad, o los movimientos por la igualdad de g¨¦nero y la sostenibilidad ambiental, han permeado nuestras instituciones y una parte significativa de los agentes sociales. Pero hace falta mucho m¨¢s. Solo si Espa?a consolida sus instituciones y actualiza las reglas de juego podremos crecer como pa¨ªs, engancharnos a la nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica, ponerla al servicio de un desarrollo sostenible y tener un papel en la agenda digital y el Green New Deal europeos. ?Prevalecer¨¢ la raz¨®n y el talento, o volveremos a perder el tren de la historia?
Manuel Mu?iz es decano de la Escuela de Asuntos Globales y P¨²blicos de IE University y Vicente Palacio es profesor asociado de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.
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