Villaluenga del Rosario tiene apenas 430 vecinos. Fallecen ¡°tres o cuatro al a?o¡±, seg¨²n asegura el investigador local Antonio Ben¨ªtez. Cuando eso ocurre, acaban en el cementerio de la localidad, uno de los m¨¢s singulares de Espa?a. Enclavado en las ruinas de una iglesia, lleva acogiendo a difuntos desde que empez¨® a utilizarse como tal a mediados del siglo XIX. En la imagen, Rafael Pi?a visita la tumba de su mujer.Juan Carlos ToroEn los ¨²ltimos a?os, el Ayuntamiento del pueblo ha visto el fil¨®n de lo que, para sus vecinos, no es m¨¢s que el cementerio de la localidad. ¡°Cada vez recibe m¨¢s visitas¡±, asegura su alcalde, Alfonso Moscoso. De ah¨ª que el Consistorio est¨¦ invirtiendo dinero en la rehabilitaci¨®n del conjunto para evitar su degradaci¨®n. La fama que va a adquiriendo el camponsanto hace que muchos turistas pregunten por ¨¦l nada m¨¢s llegar al municipio.Juan Carlos ToroEl actual cementerio de Villaluenga es, en verdad, la antigua iglesia de San Salvador. Tuvo este uso hasta que en 1808 los franceses la quemaron durante la Guerra de la Independencia. El templo se qued¨® en ruinas y los vecinos comenzaron a usarlo como lugar de enterramientos a lo largo de ese siglo. Ahora mismo, tiene garantizado espacios para los pr¨®ximos 20 a?os, aunque ya est¨¢n empezando a recibir peticiones de for¨¢neos para enterrarse en el lugar.Juan Carlos ToroLas hermanas Mar¨ªa -en primer t¨¦rmino- y Rosario Ben¨ªtez -justo detr¨¢s de ella- acuden todos los a?os a arreglar las tumbas de sus familiares para el D¨ªa de los Difuntos. Tienen que limpiar y colocar flores a sus abuelos, padres y suegros de una de ellas. Saben que, cada vez, menos gente quiere continuar esta tradici¨®n por eso Rosario prefiere que, cuando fallezca la quemen ¡°para no dejar cargos ningunos¡±.Juan Carlos ToroLa iglesia data de principios del siglo XVIII. Tras el incendio, se qued¨® sin cubiertas, solo con las pechinas, los muros y el campanario en pie. El Ayuntamiento ha iniciado la restauraci¨®n de las ruinas para evitar que se desplomen. Ya ha invertido 60.000 euros en la recuperaci¨®n del campanario y ahora piensa gastar 100.000 m¨¢s en el sostenimiento de las pechinas.Juan Carlos ToroLa celebraci¨®n del D¨ªa de los Difuntos -2 de noviembre- est¨¢ muy instaurada en Villaluenga. Normalmente, son las vecinas las que acuden al camposanto a encalar las tumbas, limpiarlas y colocarles flores frescas. ¡°Hay que ponerlos bonitos¡±, asegura Mar¨ªa Ben¨ªtez. Las constantes capas de pintura blanca resaltan en el t¨¦rmino bajo con el aspecto decadente de las ruinas del cuerpo superior.Juan Carlos ToroEn el cementerio de Villaluenga los muertos ocupan cada cent¨ªmetro disponible. Hay tumbas en los huecos de antiguos retablos, en los bajos de los muros de la iglesia o de la sacrist¨ªa. Incluso hay difuntos que descansan en uno de los goznes de la puerta de entrada, a m¨¢s de dos metros de altura. Las l¨¢pidas m¨¢s antiguas datan de finales del siglo XIX.Juan Carlos ToroMuchos nacidos en Villaluenga que se van a vivir fuera deciden regresar al pueblo para su descanso final. Hace poco, recibi¨® los restos de una vecina que viv¨ªa en Estados Unidos y ahora espera los de su marido, un estadounidense que tambi¨¦n se enterrar¨¢ aqu¨ª. Rafael Pi?a, de 87 a?os, trabaja en estos d¨ªas adecentando la tumba de una familia que ahora vive en Ronda y que no puede venir, pero desea mantener en buen estado el nicho de sus familiares.Juan Carlos ToroEl investigador Antonio Ben¨ªtez -en la imagen- siempre defendi¨® que el cementerio de su pueblo era el monumento m¨¢s destacado del lugar. En los ¨²ltimos a?os, el turismo ha llegado para darle la raz¨®n. El camposanto ha sido escogido como el segundo camposanto m¨¢s bello de Espa?a, seg¨²n la votaci¨®n de la publicaci¨®n digital ¡®Adi¨®s Cultural¡¯.Juan Carlos Toro