El imperio del ¡®wellness¡¯
La idea del amor propio est¨¢ a favor del capitalismo, a favor de unas cuantas empresas, pero no a favor de la colectividad y, por lo tanto, tampoco est¨¢ a favor del bienestar
En un presente que se rige por im¨¢genes, la cantidad de fotos que tomamos al d¨ªa con los celulares, las que vemos en redes sociales, las que subimos, las que nos llegan a los chats, nos terminan convirtiendo tambi¨¦n en im¨¢genes: somos un perfil de Twitter, Instagram, Facebook, Tinder, Bumble... Somos una selfie que se puede likear, swipear, somos una imagen disfrutando un domingo sujeta a la aprobaci¨®n de unos cuantos o de millones, somos una foto que alguien nos tom¨® sin que nos di¨¦ramos cuenta, somos un v¨ªdeo en un celular que ve solo un amigo o que puede hacerse viral de un segundo a otro. Somos una cuenta como cualquier otra o somos una cuenta certificada y eso dice tanto de c¨®mo se miden las cosas hoy. Y el capitalismo ha sabido explotar el aspecto afectivo de nuestra necesidad de aprobaci¨®n. No por nada est¨¢n tan de moda los gimnasios, la ropa deportiva, los suplementos, la parafernalia en torno al wellness en un presente en el que hay que verse y sentirse bien; y en tiempos dominados por el consumo, los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales forman los puntos que unen el c¨ªrculo perfecto. Qu¨¦ tanto hemos construido nuestra idea de bienestar desde el punto de vista capitalista, del consumo, qu¨¦ tanto compramos esto y aquello ¨Cel nuevo lujo es el wellness¨C para vernos o sentirnos bien. ?Y, sobre todo, qu¨¦ quiere decir vernos o sentirnos bien hoy?
Hace unos a?os la idea del bienestar era diferente, no mejor, no peor, pero s¨ª distinta. Se persegu¨ªa la delgadez, hab¨ªa que seguir dietas y rutinas aer¨®bicas si acaso con unos leggings coloridos, pero ahora hay que estar fit. El mercado ha creado una imagen que debemos perseguir tan ligada al amor propio. Hace no mucho se hizo viral un video de la actriz B¨¢rbara de Regil en el que critica a las mujeres que toman varios vodkas una noche y al d¨ªa siguiente comen tacos fritos (que c¨®mo se antojan), y comparte el consejo que le da a una ni?a para amarse a s¨ª misma: ¡°Tienes que comer sano, tienes que hacer ejercicio, tienes que ponerte bloqueador, tienes que tomar vitaminas, todo eso es amor propio¡±. Pero, qu¨¦ idea tenemos del amor propio, ?cu¨¢n intrincada est¨¢ al consumo, al comprar, a las trasnacionales, a comprar por ejemplo, un bote de vitaminas o unos leggings costosos? ?Y a qu¨¦ nos referimos con ¡°comida sana¡±? ?Alimentarnos sanamente implica tener consciencia del medioambiente y de nuestro entorno social? ?Somos emp¨¢ticos con la desalmada y carente de ¨¦tica industria de consumo animal? ?C¨®mo cambia nuestra relaci¨®n con los animales de la ni?ez a la vida adulta, c¨®mo pasamos de leer libros infantiles en los que los animales nos hablan y nos conmueven a la vida adulta en la que compramos libros de recetas de cocina para aprender a cocinarlos rico? ?Nuestras pr¨¢cticas de wellness implican que nos preguntamos c¨®mo hacemos para reducir nuestra huella de carbono en el planeta? ?Pensamos en la emergencia ambiental en la que vivimos al buscar comer sanamente? ?Y pensamos en nosotros en estas pr¨¢cticas como parte de una sociedad o se trata una vez m¨¢s de un capitalismo individualista que se centra ¨²nicamente en el bienestar personal? Por otro lado, ?qu¨¦ tan ligado est¨¢ el fitness al heteropatriarcado, qu¨¦ tanto buscamos ¡°estar bien¡±para gustarle a un var¨®n, para gustar a alguien m¨¢s? Voy a volar la pelota al jard¨ªn del vecino, pero creo que me la dar¨¢ de vuelta: esta es una de las razones por las que la relaci¨®n entre los feminismos y el capitalismo es siempre tensa, opuesta, y cobra tanto sentido combatir el dictado de la opresi¨®n en esta idea de bienestar, belleza y amor propio. Y ya que estamos ac¨¢, no por nada, cierta, justamente, las actrices y mujeres en la industria cinematogr¨¢fica en M¨¦xico y Argentina han tenido voces tan potentes en este aspecto, en un medio en el que eso: el aspecto f¨ªsico, la idea hegem¨®nica de belleza, de juventud, la cosificaci¨®n de los cuerpos y la cantidad de seguidores que tienen puede determinar sus carreras y el trato que reciben.
?Entonces cu¨¢l es la idea que tenemos de amor propio? Me inclino a pensar que la idea del amor propio est¨¢ a favor del capitalismo, a favor de unas cuantas empresas, de unas cuantas billeteras, pero no a favor de la colectividad y, por lo tanto, tampoco, contradictoriamente, est¨¢ a favor del bienestar. S¨ª, nos sexualiza. Y qu¨¦ importante es cuestionar nuestra idea de lo deseable, del amor y del amor propio como lo hace Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 1989) en su l¨²cido y muy inspirador libro El fin del amor, en estos tiempos de im¨¢genes que van y vienen veloces: ¡°La leyenda de la hermosura de Helena de Troya tiene varios miles de a?os, pero las mujeres del siglo VIII antes de Cristo solo se anoticiaban de su belleza a trav¨¦s de f¨®rmulas ling¨¹¨ªsticas, no la ve¨ªan. La pr¨¢ctica de comparar nuestros cuerpos todos los d¨ªas con los de otras mujeres reales o imaginarias no es ancestral ni atemporal: est¨¢ ligada a un momento hist¨®rico y tecnol¨®gico particular.¡± Qu¨¦ interesante pensarlo en contraste con una belleza construida de palabras tan distinto al presente en el que somos im¨¢genes comparables con otras, casi productos a comparar, a elegir. Tambi¨¦n me pregunto qu¨¦ tanto la sociedad de consumo nos empuja a buscar a¨²n con m¨¢s voracidad la aprobaci¨®n de los otros, qu¨¦ tanto nos aleja de entablar una conversaci¨®n con el de al lado, qu¨¦ tanto ignora nuestro contexto social, qu¨¦ tanto palidece nuestro momento pol¨ªtico.
Me parece que hay un espacio de resistencia y est¨¢ en direcci¨®n contraria al capitalismo. Quiz¨¢s las redes sociales sin likes cambiar¨ªan el discurso. Quiz¨¢s no pasar tanto tiempo en los tel¨¦fonos y las pantallas ayudar¨ªa. A m¨ª me gusta mucho correr dos o tres veces por semana, y me cuestiono ahora desde d¨®nde lo hago, por qu¨¦ lo hago. ?Y qu¨¦ es comer sanamente? ?Qu¨¦ tantas de las cosas que consumimos las compramos con una falsa promesa de bienestar individual? Quiz¨¢s dar importancia a las amistades, a las redes de apoyo entre mujeres haga frente al eje patriarcal (pues mucha de esa competencia entre las im¨¢genes en las que nos hemos convertido se origina en la competencia por los afectos). Entablar m¨¢s conversaciones entre nosotros y tener menos interacciones virtuales tiene una relevancia pol¨ªtica. Quiz¨¢s peque?os gestos que terminan por cambiar el gran mapa. Dejar de tomar agua en botellas o garrafones de pl¨¢stico, por ejemplo. Preguntarnos qu¨¦ entendemos por comida sana. Preguntarnos si el bienestar requiere de tantos productos, cursos y gastos. Preguntarnos por qu¨¦ nuestro bienestar no comprende el bienestar ambiental. Y, ?c¨®mo podemos dirigir este tema en las pol¨ªticas p¨²blicas en un pa¨ªs con altos ¨ªndices de obesidad, en el que la segunda causa de muerte es la diabetes? ?Podemos replantearnos la b¨²squeda individualista en miras de un bienestar colectivo? Habl¨¦ sobre este tema con un grupo de amigas, a quienes agradezco que me hayan dejado ver otras perspectivas, y una de ellas dijo algo a prop¨®sito de las posibles salidas: ¡°Para reconstruir el tejido social necesitamos volver a conectar como seres humanos m¨¢s all¨¢ de las redes sociales y el consumismo.¡± Y creo que esta frase es un espejo en el que nos conviene mirarnos un tanto m¨¢s que en el propio.
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