El m¨¢s grit¨®n de la plaza
La forma en que Donald Trump utiliza Twitter marca un camino... de gritones
En el centro de Brasilia se extiende la plaza de los Tres Poderes, llamada as¨ª porque a ella se asoman el palacio de Planalto, sede de la presidencia de la Rep¨²blica, el Tribunal Supremo y la sede del Congreso Nacional. En Roma tambi¨¦n ten¨ªan su ¡°plaza de los tres poderes¡±, si bien nunca se llam¨® oficialmente as¨ª. All¨ª se daban cita la sede de la Democracia Cristiana, la iglesia central de la Compa?¨ªa de Jes¨²s y la sede de la Asociaci¨®n Italiana de Banca. Se admiten apuestas sobre cu¨¢l de las dos plazas es m¨¢s certera en su denominaci¨®n.
Pero ni las plazas ni los poderes son ya lo que eran. La gente se sigue reuniendo en las primeras, s¨ª, pero estas ya no est¨¢n en ninguna parte y sus parroquianos ya no son de un lugar concreto o barrio. Son de todo el mundo. Y f¨ªsicamente, ni se ven, ni se tocan. Los poderes tampoco son los mismos. Han aparecido nuevos actores ¡ªsi se quiere, nuevas iglesias y nuevos medios. Los bancos siguen, a su modo, como siempre¡ª que r¨¢pidamente se han abierto un hueco desplazando, cuando no amenazando, a los antiguos.
La nueva plaza ya existe, pero otra cosa es cu¨¢les ser¨¢n los edificios que al final la circunden. Y hay quienes lo tienen muy claro. Donald Trump es tal vez el mayor exponente pol¨ªtico de ello. Su presidencia quedar¨¢ marcada por muchas cosas, pero una de ellas es la utilizaci¨®n permanente y sistem¨¢tica de las redes sociales no solo como altavoz de sus ideas, sino, en la pr¨¢ctica, como un sustituto de un ¨®rgano de su Administraci¨®n: la Secretar¨ªa de Prensa. Sus m¨¢s de 11.000 tuits desde que lleg¨® a la Casa Blanca han servido para anunciar nombramientos y destituciones, importantes decisiones en pol¨ªtica exterior y comercial. Y todo con la caracter¨ªstica ¡ªque no es menor en una democracia¡ª de poder hacerlo sin posibilidad de ser interpelado. Porque, no nos enga?emos m¨¢s, las respuestas en Twitter no son interpelaciones.
Alianzas, rupturas, amenazas o declaraciones de amistad que hace nada habr¨ªan sido explicadas y detalladas calmadamente ¡ªes un decir¡ª en una sala ante los medios de comunicaci¨®n, han sido despachadas en unas pocas frases cortas. Cierto; no hay intermediarios, pero tampoco profesionales cualificados que puedan, con los datos en la mano, cuestionar o ahondar en esas decisiones. Y todo ello envuelto en la cortina de humo del griter¨ªo, que se est¨¢ convirtiendo en una de las principales caracter¨ªsticas de la nueva plaza virtual. The New York Times ha analizado y clasificado los tuits de Trump. M¨¢s de la mitad han sido atacando a alguien o algo: rivales pol¨ªticos, investigaciones de las que es objeto y, c¨®mo no, a los medios. ?Es esta la comunicaci¨®n ¡ªo falta de ella¡ª que primar¨¢ en el nuevo poder? Lo preocupante es que Trump, como pionero, puede estar marcando un camino.
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