El sudoku se complica

Cuando habl¨¢bamos sobre los efectos m¨¢s probables de la repetici¨®n electoral, dos eran los m¨¢s comentados. El primero, un descenso de la participaci¨®n. Era el m¨¢s f¨¢cil de anticipar y, efectivamente, as¨ª ha sido. La ca¨ªda de unos cinco puntos entra dentro de lo esperable y nos sit¨²a en el segundo nivel de participaci¨®n m¨¢s bajo desde 1977. La segunda previsi¨®n era una concentraci¨®n bipartidista, que se ha producido, pero no como se anticipaba. De un 46% que sumaban PSOE y PP el 28-A, hemos pasado al 49%, una subida muy tenue. Los que esperaban el retorno del bipartidismo tendr¨¢n que esperar porque, como se ha repetido hasta la n¨¢usea, el multipartidismo seguir¨¢ con nosotros un tiempo.

Los resultados no se han alejado demasiado de los ¨²ltimos pron¨®sticos. El PSOE cede en tres diputados su mayor¨ªa parlamentaria, aunque cae algo en votos. Mientras, UP ha perdido siete esca?os y M¨¢s Pa¨ªs apenas consigue representaci¨®n. El bloque pasa de los 165 a los 158 esca?os. En la derecha, el PP ha mejorado, pero solo a niveles homologables a los peores del PSOE en 2016. La noticia sin duda es la total debacle de Ciudadanos, que le aboca a la irrelevancia, y el crecimiento de Vox por encima de los 50 diputados. La polarizaci¨®n del bloque se dispara y abre un escenario nuevo en el que los de Santiago Abascal tendr¨¢n mucha m¨¢s capacidad de marcar agenda. Mientas, el independentismo se refuerza y el regionalismo se abre camino.

El panorama apunta a una gobernabilidad, si cabe, m¨¢s complicada. Ahora bien, a Pedro S¨¢nchez le corresponde la responsabilidad de intentar articular una mayor¨ªa de gobierno y dos son las v¨ªas factibles.

El PSOE puede volver a explorar la v¨ªa de la izquierda. Eso necesariamente pasar¨¢ por volver a julio; un gobierno de coalici¨®n con UP y MP, el apoyo del PNV, m¨²ltiples parlamentarios regionalistas y la abstenci¨®n de los independentistas. Una v¨ªa que se ha vuelto a¨²n m¨¢s compleja. Primero, porque abrir¨¢ de nuevo la discusi¨®n sobre la forma de gobierno, si de coalici¨®n o no, con menos confianza entre los socios. Segundo, porque el bloque suma siete esca?os menos y deber¨¢ incorporar m¨¢s partidos regionales para construir una mayor¨ªa, aumentando la heterogeneidad de los apoyos que necesitan. Y, finalmente, porque el PSOE tiene hoy una relaci¨®n deteriorada con los independentistas y su abstenci¨®n es m¨¢s complicada de ganar que en julio.

La otra v¨ªa para S¨¢nchez es la de buscar que otros partidos se abstengan para permitirle gobernar, esencialmente el PP y Ciudadanos. Una v¨ªa complicada por al menos dos razones. De un lado, porque esto no basta sin que S¨¢nchez englobe m¨¢s apoyos. Si no consigue el voto afirmativo, como poco, del PNV o algunos regionalistas, esto no ser¨ªa suficiente para sacar adelante la investidura. De otro lado, porque la amenaza de un Vox crecido coloca a los populares en la disyuntiva complicada de justificar la abstenci¨®n ante sus votantes. Que la disputa en la derecha siga abierta hace que los populares se vuelvan m¨¢s r¨ªgidos.

Ambas v¨ªas abocan a un Gobierno socialista, con o sin coalici¨®n, en minor¨ªa y con fr¨¢gil base parlamentaria. Ninguna de las dos es sencilla, pero la encrucijada no la despejar¨¢n unas terceras elecciones. Toca elegir, a poder ser, sin demora.