Contra el papel
Se est¨¢ produciendo un fen¨®meno global de impredecibles proporciones: hoy se lee distinto y¡ se lee menos
Hace unos tres a?os el director de un importante diario latinoamericano con m¨¢s de siete d¨¦cadas de brega me confiaba compungido que a la edici¨®n de papel de su peri¨®dico le quedaban unos pocos a?os de vida. La revoluci¨®n tecnol¨®gica digital se tragar¨ªa al tabloide que, ya para ese entonces, hab¨ªa reducido de manera muy notable el n¨²mero de sus p¨¢ginas y la cantidad de ejemplares puestos en circulaci¨®n.
Esta predicci¨®n de un conocedor privilegiado del tema, que cito con cierta frecuencia como ejemplo de las nuevas caracter¨ªsticas de los modos de informarnos que se van imponiendo, se me hizo dram¨¢ticamente evidente cuando en un reciente viaje interoce¨¢nico indagu¨¦ si me pod¨ªan dar un peri¨®dico. La sobrecargo del vuelo me contest¨® entonces que hac¨ªa ya meses que no entregaban prensa en sus recorridos. ¡°Si quiere, puede bajar una aplicaci¨®n para leer noticias¡±, me dijo, y a?adi¨®: ¡°Es que nosotros estamos contra el papel¡±. ?Contra el papel?
Para los que crecimos en tiempos no tan remotos en que los libros, los peri¨®dicos y revistas, en fin, el conocimiento y la informaci¨®n ten¨ªan como soporte principal el papel y depend¨ªan de la existencia y disponibilidad de este, el enunciado de una pol¨ªtica que con seguridad se presenta como ecol¨®gica, conservacionista y moderna, no deja por ello de resultar conmocionante, punto menos que agresivo.
La revoluci¨®n de la trasmisi¨®n del conocimiento y la informaci¨®n que ha supuesto el desarrollo de las tecnolog¨ªas digitales constituye, sin duda alguna, una de las grandes ganancias del mundo contempor¨¢neo. La conjunci¨®n de esa posibilidad con el hecho no menos cierto de que el papel es una materia org¨¢nica que se extrae de la celulosa aportada por los ¨¢rboles, y que con menos consumo de celulosa pues se preservan muchos bosques que (como el Amazonas) tanto necesita nuestro contaminado planeta, conforman la l¨®gica implacable de que para aprender e informarnos ya resulta posible, y se dir¨ªa que hasta preferible, prescindir del papel. Entonces podemos incluso pronunciarnos personal o social o corporativamente contra su uso.
La industria de la propaganda y la publicidad, por ejemplo, han aprendido la parte m¨¢s sustancial de esa lecci¨®n y en cada sitio o p¨¢gina digital que consultamos, nos salta a la vista, casi entre un p¨¢rrafo y otro, un anuncio de productos que necesitamos o no, de opciones diversas que nos interesan o no (algunas, de modo alarmante, a veces est¨¢n relacionadas con algo que hemos comentado verbalmente sin consultar ning¨²n sitio digital: el ojo y la oreja ubicua de El Gran Hermano). Vivimos bombardeados de propaganda que, sin embargo, en muchos pa¨ªses, como ocurre en Estados Unidos, sigue teniendo adem¨¢s su soporte en esos papeles que llenan los buzones de los ciudadanos sin que los ciudadanos lo hayan pedido. ?Est¨¢ la industria del consumo contra el papel?
En el mismo espacio f¨ªsico y temporal en el cual se decreta una posible guerra al papel se est¨¢ produciendo un fen¨®meno global de impredecibles proporciones: hoy se lee distinto y¡ se lee menos. Aunque casi cualquier persona ya pueda tener un tel¨¦fono inteligente, acceso a Internet y las m¨¢s diversas aplicaciones, los ¨ªndices de comprensi¨®n de los mensajes escritos son decepcionantes y las horas dedicadas a la lectura con fines informativos, educaciones o por puro placer est¨¦tico han decrecido de manera notable en este mundo cada vez m¨¢s digitalizado, informatizado e incluso alfabetizado, un mundo en el que proporcionalmente quiz¨¢s se compren m¨¢s tel¨¦fonos m¨®viles que libros impresos en papel.
Sin olvidar un muy v¨¢lido argumento ecologista y conservacionista de la guerra contra el papel, una pol¨ªtica con la que en esencia estoy de acuerdo, me pregunto si decretar una guerra contra el papel, si estar contra su uso en forma de libros (que cada vez se venden menos), de peri¨®dicos (que circulan menos), de revistas (de las que sobreviven cada vez menos) es la soluci¨®n m¨¢s adecuada a una urgente coyuntura ambiental que puede actuar en detrimento de una necesidad intelectual global que a¨²n no deber¨ªa prescindir de modos efectivos y tradicionales de trasmisi¨®n y preservaci¨®n del pensamiento. Cuando tanto necesitamos aprender y pensar por nosotros mismos y no solo por lo que nos indique El Gran Hermano que es capaz, incluso, de adivinar nuestras preferencias y pensamientos y bombardear nuestros muy modernos ordenadores y tel¨¦fonos dicen que inteligentes.
Leonardo Padura es escritor.
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