Biolog¨ªa para ¡®hackers¡¯
Los ciberpolic¨ªas del futuro inmediato tendr¨¢n que funcionar como un verdadero sistema inmune, capaz de evolucionar como los propios enemigos contra los que lucha
La met¨¢fora del virus inform¨¢tico ha sido buena desde sus or¨ªgenes. Compara una secuencia compacta de l¨ªneas de c¨®digo con un paquete de genes creado por la madre naturaleza. Ambos virus tienen la capacidad de infectar a sus hu¨¦spedes, sacar copias de s¨ª mismos y sembrar el caos y la destrucci¨®n. Pero en nuestros d¨ªas la met¨¢fora va camino de hacerse carne, de trascender de su modesta meta ilustrativa a una solvente descripci¨®n de la realidad. Es cierto que los virus inform¨¢ticos est¨¢n todav¨ªa muy lejos de alcanzar la turbadora sofisticaci¨®n de sus antecesores biol¨®gicos, pero cada vez es m¨¢s dudoso que exista alg¨²n problema de principio que les impida hacerlo. Los vir¨®logos podr¨ªan dar ya unas cuantas ideas a los hackers. Y tambi¨¦n, desde luego, a la nueva estirpe de polic¨ªas que intentan neutralizarlos, como anticuerpos en la sangre de un contagiado.
Podr¨ªas pensar que la diferencia insalvable que separa a los dos agentes infecciosos es que el virus biol¨®gico tiene efectos sobre la vida real, mientras que su versi¨®n inform¨¢tica mora en un mundo virtual enclaustrado en nuestros ordenadores y tel¨¦fonos, sellado en un universo paralelo sin conexi¨®n con el nuestro. Esa idea tranquilizadora ha ca¨ªdo fulminada en esta d¨¦cada, y ello a partir de Stuxnet, un gusano malicioso dise?ado, seg¨²n los expertos de gama alta, por los servicios secretos de Estados Unidos e Israel. Stuxnet, una obra maestra de la ingenier¨ªa computacional, logr¨® inutilizar la central de enriquecimiento de uranio de Natanz, Ir¨¢n, sin disparar un solo tiro. Los virus inform¨¢ticos, como sus colegas biol¨®gicos, afectan al mundo real de maneras muy graves.
Pero el mayor ataque inform¨¢tico de esta d¨¦cada ¡ªes decir, de la historia¡ª no se debi¨® a ese gusano norteamericano-israel¨ª, sino a su contrapartida rusa, llamada NotPetya, que se present¨® en sociedad hace dos a?os con la primera ¡°pandemia¡± ¡ªas¨ª la llaman los especialistas para resaltar su ¨¢mbito mundial¡ª de destrucci¨®n masiva de datos. Los ataques de ransomware (pedir un rescate por desencriptar tus datos), como el que sufri¨® la SER la semana pasada, suelen secuestrar solo un conjunto de los archivos de la v¨ªctima. NotPetya no te deja ni arrancar el ordenador. En 2015 y 2016 dispar¨® dos ataques sobre la red el¨¦ctrica de Ucrania que dejaron sin energ¨ªa a cientos de miles de ciudadanos.
Otras epidemias del mismo origen han secuestrado la infraestructura electoral de varios pa¨ªses, la organizaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de invierno en Corea del Sur, el a?o pasado, las bases de datos de una organizaci¨®n de La Haya dedicada a promover la prohibici¨®n de las armas qu¨ªmicas y una larga lista de instalaciones civiles que se pueden leer en Sandworm, un libro del periodista tecnol¨®gico Andy Greenberg reci¨¦n publicado en ingl¨¦s por Doubleday.
Los hackers, sin embargo, tienen a¨²n mucho que aprender de los virus biol¨®gicos. Para empezar, estos agentes infecciosos se autoorganizan sin la menor necesidad de un control central. Eso s¨ª que es alta tecnolog¨ªa, muchachos. Un virus inform¨¢tico verdaderamente avanzado se comportar¨ªa como un agente aut¨®nomo capaz de adaptarse a las situaciones cambiantes. Los ciberpolic¨ªas del futuro inmediato tendr¨¢n que funcionar como un verdadero sistema inmune, una estrategia de defensa tan aut¨®noma y capaz de evolucionar como los propios enemigos contra los que lucha, y de reclutarlos para que traicionen a sus colegas. Un planazo.
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