Bloques, bloqueos y maniqueos
Espa?a necesita al menos tres a?os de estabilidad. Caben varias f¨®rmulas: desde la abstenci¨®n de uno hasta la gran coalici¨®n de dos o m¨¢s, pasando por la entente, con pactos de no agresi¨®n o de legislatura
Las ¨²ltimas elecciones generales nos han deparado grandes sorpresas. Ante todo, el resultado mismo: el PSOE perdi¨® esca?os, al igual que Unidas Podemos; el PP subi¨®, pero menos de lo esperado. Vox ha experimentado un alza sin precedentes y Ciudadanos qued¨® barrido. El electorado se ha centrifugado y atomizado.
La segunda sorpresa fue el inmediato abrazo entre Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias: se anuncia una coalici¨®n de gobierno, f¨®rmula in¨¦dita en nuestra democracia. Se pacta un documento de intenciones con la buena nueva de Pedro y Pablo. Entramos en un tiempo distinto, que entierra viejas rencillas, promete venturas y advierte de sacrificios.
Con todo ello ?se habr¨¢ esquivado el riesgo de bloqueo pol¨ªtico? Para contestar este interrogante hay que revisar algunos conceptos, como el de bloque. ?Qu¨¦ es un bloque? ?Qu¨¦ bloques importan? El de derechas e izquierdas es el m¨¢s acreditado. Viene desde la ¨¦poca de la Revoluci¨®n Francesa, pero no es el ¨²nico. Pedro y Pablo son ahora n¨²cleo inicial de un bloque de izquierdas. Pero tambi¨¦n cabr¨ªa otro tipo de bloque m¨¢s numeroso: constitucionalistas y no constitucionalistas. Parecida, aunque no igual, ser¨ªa la divisi¨®n entre los ¡°del sistema¡± y los ¡°antisistema¡±; o los centralistas y los centrifugadores independentistas, etc¨¦tera.
Conviene saber bien que un bloque no es un objeto natural, como un r¨ªo, un monte o una estrella. Los bloques son algo pasajero construido por los pol¨ªticos e imaginado por la opini¨®n p¨²blica. Surgen en determinada ¨¦poca y valen m¨¢s o menos seg¨²n los momentos. Hoy, ciertos bloques hist¨®ricos carecen de significado, aunque antes fueran decisivos. Pongo por caso: carlistas e isabelinos; apost¨®licos y liberales; bunkeristas y aperturistas, y as¨ª tantos otros. La identificaci¨®n de bloques relevantes depende cada situaci¨®n pol¨ªtica.
Algo parecido ocurre con el bloqueo. El prejuicio de que los bloques sean inamovibles, como de hormig¨®n, contamina la idea de bloqueo, que es a¨²n m¨¢s artificial y maleable. Si una opci¨®n pol¨ªtica obtiene en Espa?a una mayor¨ªa insuficiente y no puede gobernar ?se la est¨¢ bloqueando? No creo. La existencia de bloqueo no se debe predicar de una sola opci¨®n, sino de una situaci¨®n global en su conjunto. El resultado electoral no produce bloqueo si se mira con mente abierta. Deber¨ªamos saber algo elemental: que los pol¨ªticos elegidos deben adaptarse a los deseos de los electores, y no al rev¨¦s. El electorado decide y los dem¨¢s han de seguir su pauta. Esa es la regla. Y los votantes, en dos ocasiones, ya lo han dicho: no a mayor¨ªas absolutas. P¨®nganse ustedes de acuerdo para construir una confianza pol¨ªtica entre varios.
M¨¢s de uno estar¨¢ arrepentido de haber repetido elecciones o no haber respaldado la gobernabilidad con el PSOE
Para acceder al Gobierno en una democracia parlamentaria se necesita ese hecho positivo de la confianza que abre paso a la investidura. Tras las ¨²ltimas elecciones el PSOE, por delante, y el PP, detr¨¢s, suman una voluntad muy mayoritaria de los espa?oles. Debe ser tenida en cuenta. La confianza hay que construirla y trabajarla con los mimbres disponibles ante los problemas del momento.
Tejer confianzas y apoyos entre los partidos supone practicar pol¨ªticas de pacto y acuerdo. ¡°Busca a tu complementario que marcha siempre contigo y suele ser tu contrario¡±, escribi¨® Machado. Ese es un buen camino. Transitando por ¨¦l se llega a soluciones desde la ¡°gran coalici¨®n¡±, a¨²n presente en Alemania, a la ¡°cohabitaci¨®n¡±, practicada alguna vez en Francia, o a infinitas f¨®rmulas en Italia, donde sobra fineza para deshacerse de un l¨ªder indeseable como Salvini.
Pero a nosotros, prisioneros de nuestros prejuicios arrastrados, no nos sale bien esto. Quiz¨¢ porque Spain is different. Entre nosotros, los posibles ¡°complementarios¡± suelen exhibir una cierta actitud de ¡°carteristas¡± (no quiero tres carteras, sino cuatro), de ¡°subasteros¡±. Piensan solo en las siguientes elecciones, no en las pr¨®ximas generaciones. Y no es esa la senda a seguir. M¨¢s de uno estar¨¢ bien arrepentido de haber repetido elecciones o no haber respaldado la gobernabilidad con el PSOE, como fue el caso de Ciudadanos, ahora arrasado y sin l¨ªder, tras la ejemplarizante dimisi¨®n de Albert Rivera.
Convendr¨ªa usar las mejores pr¨¢cticas pol¨ªticas: negociaci¨®n discreta al principio, y luz y taqu¨ªgrafos al final
El sendero hacia la cultura de pacto pasa por eliminar maniqueos. El manique¨ªsmo divide de modo tajante entre el bien y el mal: buenos, ¡°los nuestros¡±; malos, ¡°los otros¡±. Son esos ¡°viscerales¡± que descargan toda la culpa en los dem¨¢s, dicen que este o aquel son el mal absoluto, que con ellos nada y m¨¢s eres t¨². Esta actitud es en Espa?a como una peste. En pol¨ªtica, todos los elegidos por el voto popular libre y plural merecen, de entrada, respeto. Y dentro ellos hay que buscar ¡°afinidades electivas¡± vista la amplitud de los problemas.
Nuestras mayores preocupaciones pol¨ªticas, seg¨²n el CIS, son: el paro, la inmigraci¨®n, los pol¨ªticos mismos, las pensiones y el independentismo catal¨¢n. A los que yo a?adir¨ªa la potenciaci¨®n de Espa?a en una Uni¨®n Europea al borde del precipicio. Sobre estos puntos habr¨ªa que negociar una respuesta com¨²n escrita, firmada y concreta, con cesiones rec¨ªprocas razonables, que cuente con la confianza expresa de varios grupos que sumen con claridad m¨¢s de 176 votos en el Congreso. Espa?a necesita al menos tres a?os de estabilidad gubernamental. Caben f¨®rmulas varias de intensidad distinta: desde la abstenci¨®n pura y simple de uno hasta la gran coalici¨®n de dos o m¨¢s, pasando por la entente, con pactos varios, de no agresi¨®n o de legislatura. No hay que inventar nada. Pero convendr¨ªa usar las mejores pr¨¢cticas pol¨ªticas: negociaci¨®n discreta al principio, pero con mucha luz y taqu¨ªgrafos al final. Y con mucha concreci¨®n. Nada de bla, bla, bla. Nada de imprecisiones ni tomaduras de pelo. El documento de intenciones conocido es pura evanescencia y no vale. La gente no es tonta y tiene memoria.
Pedro S¨¢nchez recibir¨¢, sin duda, el encargo para formar Gobierno, dado el resultado obtenido. Se ha adelantado con la escena sorpresiva del abrazo. Pero esa imaginada coalici¨®n progresista tendr¨¢ dif¨ªcil encontrar apoyos estables, en especial si ha de contar con la abstenci¨®n de independentistas. Adem¨¢s, es muy dudoso que con el Parlamento dividido casi por la mitad en el eje izquierda-derecha se pueda resolver bien la nueva tendencia creciente del paro, la contracci¨®n del crecimiento econ¨®mico con riesgo de recesi¨®n, los desaf¨ªos del independentismo catal¨¢n, cada vez m¨¢s crecido, y la deseable mayor influencia espa?ola en la Uni¨®n Europea, que desfallece con el Brexit. Pedro S¨¢nchez en esa coalici¨®n tendr¨ªa que ir pagando demasiados peajes (y tente mientras cobro) con dificultad para cuadrar los presupuestos y aprobar leyes org¨¢nicas.
Y vuelvo a los maniqueos. No hay que construirlos. Si el PSOE de S¨¢nchez no est¨¢ afectado ¡ªcomo ya se ha dicho¡ª por las condenas en los ERE andaluces, tampoco el PP de Pablo Casado deber¨ªa responder de corrupciones pret¨¦ritas. ?Fuera el manique¨ªsmo! Construir una ¡°entente constitucionalista¡± ante lo que se nos viene encima me parece prioridad b¨¢sica. Vale la pena probar.
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona fue ministro en la Transici¨®n con Su¨¢rez y Calvo Sotelo y es el autor de Memorial de transiciones (Galaxia Gutenberg, Barcelona).
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