Pactar (endemoniadamente) entre Bruselas y los ERE

La ortodoxia europea, representada por Nadia Calvi?o a la que S¨¢nchez anunci¨® en campa?a como vicepresidenta econ¨®mica como quien adquiere la garant¨ªa de un seguro a todo riesgo, parece poco compatible con Podemos. Primer round: el precio del despido. Y hoy el mensaje de la Comisi¨®n sobre los desajustes con las reglas comunitarias es todo un aviso a navegantes. Bruselas hace saber a Espa?a que el borrador de presupuestos remitido por la vicaria de la ortodoxia no cumple, y que el Gobierno S¨¢nchez en definitiva no progresa adecuadamente, porque no hay ¡°progreso suficiente¡± en la reducci¨®n de la deuda. La advertencia de un ¡°riesgo de desviaci¨®n significativa¡± pone tambi¨¦n los focos en Podemos, en s¨ª mismo un ¡°riesgo de desviaci¨®n significativa¡± con su modelo econ¨®mico contradictorio con el rigor de los ajustes. No llega esto en el mejor momento para S¨¢nchez.

El pacto de la investidura se desenvuelve con la clase de discreci¨®n que invita a pensar que trabajan decididamente para lograr el objetivo. El presidente se apresur¨® a escenificar el abrazo para cortar las c¨¢balas y fijar el escenario de la investidura. Pero confiar en el pacto no est¨¢ f¨¢cil. Es verdad que el presidente puede optar por un sudoku de mera aritm¨¦tica parlamentaria al grito de ?y Dios dir¨¢! confiando en que despu¨¦s se negocie con pragmatismo y se ceda con m¨¢s facilidad. Pero afrontar una legislatura en esos t¨¦rminos parece de alto riesgo, expuestos peligrosamente a la inestabilidad. La l¨®gica de un pacto deber¨ªa establecerse sobre un documento muy elaborado y transparente. Pero hasta qu¨¦ punto eso puede suceder bajo las advertencias de Bruselas. Ciertamente no es nuevo que Espa?a llegue por cuarto a?o al examen de noviembre de la Comisi¨®n Europea sin los deberes hechos, pero s¨ª es nuevo que esto suceda con un Gobierno no ya en funciones sino con un horizonte muy incierto para que pueda haber Gobierno.

S¨¢nchez de momento necesita tiempo, que es un factor clave de la pol¨ªtica, adem¨¢s de silencio discreto para negociar. As¨ª las cosas, la sentencia de los Ere aparece en el peor momento ¡ªel mantra del oto?o caliente este a?o bate r¨¦cords de temperatura, con elecciones entre la sentencia del proc¨¦s y la sentencia de la corrupci¨®n andaluza¡ª para el clima ya endemoniado de los pactos. Aunque Podemos se haya apresurado a se?alar al bipartidismo enfriando la pol¨¦mica y el Partido Popular haya optado por lanzar una vez m¨¢s a Garc¨ªa Egea a un teatro rid¨ªculamente hueco, parece dif¨ªcil evitar el ruido en definitiva inevitable por la dimensi¨®n y la naturaleza del esc¨¢ndalo. La estrategia escapista de ?balos para levantar una barrera ret¨®rica de protecci¨®n en torno a S¨¢nchez no va a ser suficiente para frenar la onda expansiva de la sentencia. Parece complicado contar, as¨ª pues, con el contexto conveniente para un acuerdo que satisfaga a la vez a Bruselas y a Podemos, a Page y Junqueras, al norte de los partidos territoriales y al sur¡­. Demasiadas pistas en el circo pol¨ªtico: ?M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa!