Hong Kong, cr¨®nica de una rebeli¨®n
El 9 de junio de 2019, una multitudinaria manifestaci¨®n reviv¨ªa el esp¨ªritu del Movimiento de los Paraguas que naci¨® hace cinco a?os. Las protestas se tornaron pronto violentas, enfrentando a activistas y polic¨ªas en duras batallas. Tras ganar las elecciones municipales del 24 de noviembre, la oposici¨®n al Gobierno sigue firme con sus exigencias de reformas democr¨¢ticas.
LA ENTRADA DE la Universidad Polit¨¦cnica de Hong Kong se abr¨ªa como una herida negra sobre el ladrillo rojo. Sobre la escalinata de acceso, un amasijo de hierros deformados, cristales rotos y sillas a medio calcinar dejaban clara la intensidad del choque. C¨®cteles molotov a punto para su uso. Paraguas de todos los colores. Botellas, cascotes, un extintor. Cascos, guantes, gafas protectoras esparcidos por el suelo. Ceniza y polvo. Moscas revoloteando. Un olor de comida putrefacta llegaba a r¨¢fagas. Sobre la destrucci¨®n y un silencio casi de cementerio, un ¨²nico objeto intacto: una banderola borgo?a y gualda daba a¨²n la bienvenida a la 25? reuni¨®n de antiguos alumnos y claustro.
Durante los d¨ªas finales de noviembre, la Polit¨¦cnica hongkonesa ¡ªPolyU, como se la conoce informalmente¡ª fue la zona cero de los choques entre la polic¨ªa y los manifestantes que durante seis meses no han dejado de salir a la calle, primero para reclamar el fin de una pol¨¦mica ley de extradici¨®n y despu¨¦s reformas democr¨¢ticas, la puesta en libertad de sus detenidos, la retirada de la descripci¨®n de las protestas como ¡°disturbios¡± (un cargo que puede acarrear hasta 10 a?os de c¨¢rcel) y la apertura de una investigaci¨®n sobre el comportamiento policial: sus cinco demandas. Mientras m¨¢s de un millar de movilizados quedaban rodeados en el campus por las fuerzas de seguridad, miles de personas se lanzaban a la calle en los alrededores para intentar romper el asedio, en lo que han sido los peores incidentes de violencia de las protestas. No tuvieron ¨¦xito. Algunos lograron escapar por los medios m¨¢s peregrinos: descolg¨¢ndose por cuerdas de un puente o meti¨¦ndose en las alcantarillas. Casi un millar acabaron rindi¨¦ndose o en manos de la polic¨ªa. El cerco a la universidad durante 12 d¨ªas supuso la mayor derrota para el movimiento en su medio a?o de existencia.
Pero la semana de su peor rev¨¦s fue tambi¨¦n la de su mayor ¨¦xito. El 24 de noviembre, un 70% del electorado ¡ªuna cifra r¨¦cord en la historia de Hong Kong, un enclave de 7,4 millones de habitantes en 1.104 kil¨®metros cuadrados¡ª acud¨ªa a las urnas en unas elecciones municipales convertidas en un refer¨¦ndum sobre el apoyo a los manifestantes y el comportamiento del Gobierno aut¨®nomo y las fuerzas de seguridad. El resultado fue rotundo. La oposici¨®n, por primera vez, barri¨® en n¨²mero de concejal¨ªas: 392 frente a las 60 de los partidos prochinos. En las calles se brindaba con champ¨¢n.
El resultado electoral y el cerco de la Polit¨¦cnica, combinados, han marcado el inicio de una nueva fase en las protestas en la antigua colonia brit¨¢nica. Una fase en la que la polic¨ªa endurece sus t¨¢cticas, Pek¨ªn exige el final de una revuelta a la que acusa de separatista y el Gobierno aut¨®nomo hongkon¨¦s, encabezado por la impopular Carrie Lam, promete ¡°escuchar con humildad¡± a los ciudadanos, aunque sin visos de concesiones. Del otro lado, los manifestantes, alentados por el resultado electoral, prometen que continuar¨¢n su desaf¨ªo al Gobierno aut¨®nomo y contra lo que consideran una injerencia cada vez mayor de China en sus asuntos internos. Temen que se est¨¦ precipitando el fin del principio ¡°Un pa¨ªs, dos sistemas¡±, acordado entre Pek¨ªn y Londres con el traspaso de soberan¨ªa y que garantiza al territorio hasta 2047 libertades que no existen en la China continental. El domingo 8 de diciembre regresaban a las calles con fuerza: 800.000 personas participaban en una marcha pac¨ªfica, la mayor en cuatro meses, y dejaban claro que la capacidad de movilizaci¨®n mantiene su fuelle.
El resultado electoral y el cerco a la Polit¨¦cnica han iniciado una nueva fase en las protestas en la antigua colonia brit¨¢nica
¡°Hemos demostrado que somos la mayor¨ªa¡±, sostiene Joshua Wong, dando un paseo en torno a la sede del Parlamento aut¨®nomo hongkon¨¦s, donde ahora trabaja para la oposici¨®n dem¨®crata. ¡°Vamos a mantener las protestas y reformar las instituciones desde dentro¡±, dice. El l¨ªder estudiantil durante el Movimiento de los Paraguas, precursor hace cinco a?os de las protestas actuales con la petici¨®n de un sufragio universal para elegir el Gobierno aut¨®nomo, est¨¢ exultante. Durante este lustro, el entonces adolescente de 17 a?os ha madurado y se ha convertido en un pol¨ªtico de raza, carism¨¢tico y celebrado en el exterior. Esta vez ya no es cabeza de las protestas, que se precian de no tener l¨ªderes. Su papel es el de una especie de ministro de Exteriores, que aprovecha su celebridad y contactos para intentar movilizar el apoyo internacional.
En parte gracias a sus esfuerzos, el Congreso de Washington aprob¨® el pasado 20 de noviembre la Ley de Derechos Humanos para Hong Kong, que el presidente Donald Trump ratific¨® una semana despu¨¦s y que prev¨¦ sanciones para quienes coarten las libertades en el territorio aut¨®nomo.
¡°Con el apoyo de la enorme participaci¨®n en las elecciones, vamos a convertir el Consejo Municipal en un lugar que representar¨¢ la voz de la democracia, en lugar de estar dominado por Pek¨ªn. Vamos a seguir sacando a la gente a la calle. Y vamos a seguir presionando para desarrollar mecanismos de sanciones en diferentes pa¨ªses de todo el mundo¡±, sostiene serio, con el fervor y el tono ligeramente mec¨¢nico de quien reza convencido un credo. Su objetivo: defender la democracia.
Algunas claves previas. Pero Hong Kong es todo menos una sociedad homog¨¦nea, y las protestas no han hecho sino dejar de manifiesto su profunda divisi¨®n. Y sus miserias. El Imperio Brit¨¢nico arrebat¨® este puerto natural al chino durante las guerras del Opio del siglo XIX y lo devolvi¨® el 1 de julio de 1997. Con una econom¨ªa basada en los servicios, esta rutilante plaza financiera internacional presume de la mayor concentraci¨®n de rascacielos del mundo, construcciones de cristal y acero, cemento y ne¨®n que contrastan con las colinas a ambos lados de su bah¨ªa. Pero su desahogado PIB per capita de 41.600 euros, cinco veces m¨¢s que el chino, oculta un reparto profundamente desigual: los 10 hongkoneses m¨¢s ricos concentran la misma riqueza que el resto de los siete millones de residentes juntos. Con el metro cuadrado m¨¢s caro del mundo, solo un 11% de los habitantes puede permitirse una vivienda en propiedad. Y el alquiler ofrece un panorama a¨²n m¨¢s desolador: la mitad de las viviendas disponibles se ofrecen por un precio medio de 2.270 euros, el 125% de un sueldo medio. Para los j¨®venes la situaci¨®n es especialmente dif¨ªcil: en una dura lucha por encontrar empleos de calidad, los ingresos de la mitad de ellos est¨¢n por debajo de ese sueldo medio. Muchos se quejan de la fuerte presencia de turistas y nuevos residentes chinos. Antes de las protestas entraban 20 millones de turistas al a?o, el triple de la poblaci¨®n local, y la legislaci¨®n permite que cada d¨ªa se asienten en Hong Kong 150 nuevos migrantes chinos. Seg¨²n muchos hongkoneses, este es el origen de que se distorsionen los precios, no solo los de la vivienda, sino tambi¨¦n los de los comercios.
Unos 6.000 manifestantes, el 15% de ellos menores de 18 a?os, han sido detenidos desde julio. M¨¢s de 1.500, atendidos en hospitales
En los Mid-Levels, el barrio de clase media alta en las laderas de la isla de Hong Kong, la opini¨®n sobre las protestas est¨¢ dividida. Aqu¨ª ganaron los candidatos pandem¨®cratas, pero tambi¨¦n se escuchan muchas voces cr¨ªticas. ¡°No reconozco mi ciudad¡±, comenta con pesar Linda, un ama de casa en la cincuentena, de familia acomodada. ¡°Este era un sitio tranquilo, donde las cosas funcionaban. Ahora nunca sabes en qu¨¦ momento te puedes ver en medio de un foll¨®n. Se ha perdido el respeto a todo, y eso va a traer consecuencias para la sociedad a largo plazo. Los chicos tienen que entender que as¨ª, por la fuerza, no se hacen las cosas¡±.
El d¨ªa de las elecciones, Samuel Mok, asistente legislativo de 28 a?os y hasta el 24 de noviembre candidato a concejal por el DAB (pro-Gobierno y el principal partido en Hong Kong), hac¨ªa campa?a en ese barrio a pocos metros de un colegio electoral, junto a un gran cartel¨®n con su nombre. Dos mujeres, que acababan de salir de votar, le mostraban los pulgares hacia arriba.
¡°No queremos que nuestra sociedad se mantenga en el caos de ahora, queremos volver adonde est¨¢bamos antes de junio. Podemos resolver los problemas con la pol¨ªtica, con el di¨¢logo y la consulta, en el Parlamento aut¨®nomo y en otras instituciones¡±, asegura, repitiendo los argumentos de Carrie Lam.
Junio, cuando todo comenz¨®. Lo que sus simpatizantes conocen como El Movimiento comenz¨® el 9 de junio. Aquel d¨ªa, el activista Jimmy Sham, de 32 a?os, se hab¨ªa levantado nervioso. Como cabeza del Frente de Derechos Humanos y Civiles de Hong Kong, tem¨ªa poco seguimiento para la marcha que su organizaci¨®n hab¨ªa convocado contra el proyecto de ley de extradici¨®n que el Gobierno de Lam hab¨ªa presentado ante el Parlamento local.
La medida buscaba eliminar un vac¨ªo legal que hab¨ªa quedado en evidencia a principios de a?o: un hong?kon¨¦s acusado de matar a su novia embarazada en Taiw¨¢n no pod¨ªa ser extraditado a la isla por falta de legislaci¨®n que lo permitiera. Resolver la situaci¨®n mediante un pacto bilateral era complicado por razones pol¨ªticas: Hong Kong es parte de China y Pek¨ªn considera a Taiw¨¢n parte de su territorio. Lam y sus asesores optaron por una medida que permitiera la extradici¨®n a cualquier pa¨ªs con el que el territorio aut¨®nomo no mantuviera un acuerdo bilateral espec¨ªfico. Incluida China continental. Pero la jefa del Gobierno no tuvo en cuenta hasta qu¨¦ punto ten¨ªa en contra a la opini¨®n p¨²blica. La perspectiva de entregar a China a los sospechosos que Pek¨ªn reclamase hab¨ªa enfurecido y consternado a muchos. La memoria del secuestro en 2015 de cinco libreros que acabaron en manos de la polic¨ªa en China estaba a¨²n muy presente.
¡°A medida que se acercaba el momento de empezar la marcha y vi la cantidad de gente que hab¨ªa, respir¨¦¡±, recuerda Sham, hoy convertido en uno de los flamantes nuevos concejales electos del bando pandem¨®crata.
Un mill¨®n de personas, seg¨²n las cifras del Frente, desfilaron aquel domingo por el centro de Hong Kong. Una cifra extraordinaria, solo comparable con algunas movilizaciones hist¨®ricas como la posterior a la matanza de Tiananmen en 1989 y la de 2003 que logr¨® aparcar otra pol¨¦mica ley, la de Seguridad Nacional, y acab¨® causando la dimisi¨®n del entonces jefe del Gobierno aut¨®nomo, Tung Chee-hwa.
El clamor popular no cambi¨® la posici¨®n de Lam. Seg¨²n anunci¨® la jefa del Gobierno al d¨ªa siguiente, el proyecto de ley continuar¨ªa su tramitaci¨®n prevista el 12 de junio. ¡°Eso enfureci¨® a mucha gente¡±, recuerda Sham.
La ma?ana del 12, y tras una serie de llamamientos a trav¨¦s de las redes, decenas de miles de personas, la inmensa mayor¨ªa j¨®venes, rodeaban el Parlamento. La idea era bloquear los accesos, para que los legisladores no pudieran entrar y la medida no pudiera tramitarse. Nemo, un estudiante de 22 a?os que ya hab¨ªa participado en las protestas del Movimiento de los Paraguas de 2014, estaba entre esa muchedumbre. ¡°T¨¦cnicamente era una asamblea ilegal, porque nadie la hab¨ªa convocado ni recibido el permiso de la polic¨ªa. Pero todos sab¨ªamos que no pod¨ªamos permitir que el proyecto de ley se aprobara. Deb¨ªamos impedirlo como fuese¡±, recuerda.
Un peque?o grupo acab¨® enfrentado con la polic¨ªa a las puertas del Parlamento. Las fuerzas de seguridad cargaron con gas lacrim¨®geno y balas de pl¨¢stico. Una veintena de personas quedaron detenidas. Lo que hasta entonces hab¨ªa sido una ¨²nica exigencia ¡ªla cancelaci¨®n del proyecto de ley¡ª se convirti¨® de la noche a la ma?ana en las cinco demandas que los manifestantes mantienen hasta hoy.
Un mill¨®n de personas llegaron a manifestarse. Cifras solo comparables a las protestas de 1989 tras la matanza de Tiananmen
Los protagonistas. ¡°Tradicionalmente, los hongkoneses hemos sido extremadamente pesimistas y conservadores. Con tal de poder ir a trabajar y pagar el alquiler, con tal de ir tirando, no nos enfrentamos de veras contra la autoridad. Eso ha sido as¨ª durante d¨¦cadas, siempre ha costado mucho movilizar a la gente. Lo que ha pasado estos meses es un milagro¡±, apunta Avery Ng, presidente de la Liga de los Socialdem¨®cratas, el partido m¨¢s izquierdista del moderado panorama pol¨ªtico del territorio aut¨®nomo.
¡°Durante estos ¨²ltimos cinco a?os, despu¨¦s de los Paraguas, los j¨®venes nos hab¨ªamos hecho los dormidos. Hab¨ªamos visto los resultados de entonces: gente en prisi¨®n, nuestros candidatos electorales descalificados, incidentes como el de los libreros¡ Sent¨ªamos que no podr¨ªamos volver a ocupar las calles, que no podr¨ªamos ganar. Pero cuando Lam pas¨® de la gente, nos enfurecimos. Decidimos que basta de quietud. Dejamos de hacernos los dormidos¡±, cuenta el estudiante Nemo, convertido desde aquel 12 de junio en un frontliner, uno de los manifestantes m¨¢s radicales que se colocan, parapetados tras barricadas o una fila de paraguas, en la primera l¨ªnea de enfrentamientos con la polic¨ªa, vestidos de negro y con el rostro cubierto.
Aquella protesta s¨ª impeli¨® a Lam a suspender ¡ªlo acabar¨ªa cancelando en septiembre, cuando ya era demasiado tarde¡ª el proyecto de ley. Pero los manifestantes ten¨ªan su estrategia. Con sus cinco demandas por bandera, el domingo siguiente salieron a la calle de nuevo convocados por el Frente otros dos millones de personas, seg¨²n las cifras de los organizadores. El 1 de julio, aniversario del traspaso a China de la soberan¨ªa del territorio en 1997, y tras la tercera marcha organizada por el Frente, los frontliners, las figuras de primera l¨ªnea, asaltaban el Consejo Legislativo, el Parlamento. Una pintada entre los destrozos resum¨ªa su manifiesto: ¡°Eres t¨² quien nos ense?aste que las movilizaciones pac¨ªficas no sirven para nada¡±.
Escalada de violencia. Desde entonces, las protestas han entrado en una espiral de violencia cada vez mayor. Y ambos lados, polic¨ªa y manifestantes, se acusan mutuamente de haber radicalizado su respuesta. Cerca de 6.000 manifestantes, un 15% de ellos menores de 18 a?os, han sido detenidos. El n¨²mero de personas llevadas a hospitales llegaba a inicios de noviembre a 1.550, seg¨²n las cifras oficiales, aunque sin duda el n¨²mero de heridos es superior: muchos frontliners rechazan acudir a centros m¨¦dicos por temor a que la polic¨ªa vaya a buscarles all¨ª. Entre la polic¨ªa, los heridos han sido m¨¢s de 400.
Con el metro cuadrado m¨¢s caro del mundo, solo un 11% de los habitantes de Hong Kong puede permitirse una vivienda en propiedad
Los manifestantes, respaldados por informes de organizaciones como Amnist¨ªa Internacional, acusan a la polic¨ªa ¡ªa los ¡°perros¡±, como se refieren a ellos¡ª de un uso desproporcionado y cada vez mayor de la fuerza. Los agentes han lanzado hasta el 1 de diciembre, seg¨²n el peri¨®dico Ming Pao, casi 16.000 rondas de gas lacrim¨®geno, en torno a 10.000 balas de pl¨¢stico y cerca de 2.000 bolas de caucho. La polic¨ªa, por su parte, responde a los que llama despectivamente ¡°las cucarachas¡± con otro elenco de agravios: el cerco y los destrozos a su sede central; la ocupaci¨®n del aeropuerto y la paliza all¨ª a un periodista chino; vandalismo en la red de metro y contra comercios de propiedad o simpat¨ªas chinas; la cuchillada en el cuello a un agente; el gesto similar contra un pol¨ªtico del esta?blishment, Junius Ho; el acto salvaje de un manifestante que ech¨® gasolina y prendi¨® fuego a un ciudadano prochino.
La muerte el 7 de noviembre de un joven manifestante ca¨ªdo al vac¨ªo en un garaje precipit¨® un cambio de estrategia en el movimiento: del ¡°S¨¦ agua¡± inspirado en Bruce Lee (desaparecer cuando llegaba la polic¨ªa y aparecer en otro punto para construir barricadas) se pas¨® a atacar las v¨ªas de transporte y a atrincherarse en las universidades. Hasta que les lleg¨® el desastre de la PolyU.
El Movimiento nunca ha condenado ning¨²n acto de sus integrantes, por violento que haya sido: ¡°Cuando la gente est¨¢ muy airada y siente que no le escuchan, las acciones pueden escalar. Entiendo y comparto esa sensaci¨®n de rabia¡±, apunta el activista Sham. Desde el comienzo, sus integrantes ¡ªradicales y moderados¡ª acordaron dos principios b¨¢sicos: apoyarse sin cr¨ªticas, en pos del objetivo com¨²n, y no contar con l¨ªderes. Una decisi¨®n basada en la experiencia de hace cinco a?os: entonces, el Movimiento de los Paraguas se disolvi¨®, en parte por las disputas internas; sus dirigentes acabaron en la c¨¢rcel.
¡°Esta ausencia de l¨ªderes tiene sus pros y sus contras. Le ha aportado al movimiento la capacidad de innovar y la flexibilidad que le ha permitido llegar hasta aqu¨ª. Pero tambi¨¦n implica que carece de una estrategia coherente, de un apoyo coherente y de una direcci¨®n coherente¡±, analiza Ng. El pacto de no criticar, cree el presidente de la Liga de los Socialdem¨®cratas, se ha llevado ¡°a tal extremo que no hay apenas sitio para la cr¨ªtica constructiva. Lo que significa que es dif¨ªcil lograr una evoluci¨®n sensata o mejorar cosas, y si no cambia, eso va a perjudicar al movimiento en el futuro¡±, advierte.
En primera fila. A medida que las protestas se han vuelto m¨¢s violentas, el protagonismo ha reca¨ªdo m¨¢s en los frontliners, convertidos a estas alturas en expertos en guerrilla urbana. Antes de cualquier acci¨®n, estudian minuciosamente el callejero de la zona, posibles rutas de llegada de la polic¨ªa y v¨ªas de escape. ¡°He aprendido a leer mapas con una facilidad que jam¨¢s hubiera imaginado¡±, explica el joven Nemo sobre su experiencia en primera l¨ªnea. Algunos de sus compa?eros se han entregado a hacer ejercicio para desarrollar m¨¢s m¨²sculo con el que enfrentarse a los Raptors, la unidad de ¨¦lite de los antidisturbios hongkoneses uniformada de negro. Nemo no, admite con una carcajada. ¡°Soy demasiado vago¡, pero mantenerse en forma es muy importante. En los choques con la polic¨ªa a m¨ª me acaban dando calambres¡±.
¡°Como frontliner tienes que tener dos cosas: experiencia, para saber c¨®mo moverte, cu¨¢ndo puedes avanzar y cu¨¢ndo es mejor echar a correr¡±, dice Nemo. ¡°Se consigue r¨¢pido: a movilizaci¨®n por semana, en un mes ya sabes m¨¢s que suficiente. Pero adem¨¢s tienes que tener rabia. S¨ª, hay que planificar, mantener la calma y tomar decisiones r¨¢pidas con responsabilidad. Pero tambi¨¦n tienes que aferrarte a tu rabia para que te empuje y te ayude a luchar¡±.
Los seis meses de protestas se han cobrado un precio, y no solo en una econom¨ªa basada en los servicios que ha entrado en recesi¨®n. M¨¢s all¨¢ de los efectos f¨ªsicos est¨¢ tambi¨¦n el da?o mental. La demanda de atenci¨®n psicol¨®gica se ha disparado entre los 30.000 polic¨ªas hongkoneses ¡ªexhaustos y superados, han necesitado pedir refuerzos entre otros cuerpos de la Administraci¨®n¡ª y los manifestantes. A comienzo de este verano se dispararon los suicidios entre los j¨®venes.
¡°He tenido que llevar al aeropuerto a compa?eros que se han tenido que marchar de Hong Kong. He visto a gente herida. Pienso en los que han muerto. Ese dolor me va a acompa?ar toda la vida¡±, reflexiona el joven frontliner.
Una sociedad dividida. La convivencia tambi¨¦n se resiente. Las protestas han causado profundas divisiones, incluso dentro de familias. Los padres de Nemo son ¡°azules¡± ¡ªprochinos y partidarios del Gobierno¡ª y le han amenazado con dejar de mantenerle, incluso de echarle de casa. ¡°Est¨¢n convencidos, como muchos en su bando, de que mis compa?eros y yo tenemos el cerebro lavado, de que estamos pagados por la CIA¡±, explica el joven.
¡°El coste social que vamos a tener que absorber va a ser enorme¡±, reconoce Ng. ¡°El aumento del miedo y la rabia subsiguiente, la quiebra de la confianza y las divisiones. No contra las instituciones, que eso se da por descontado, sino entre la gente. Eso va a ser un da?o que arrastraremos durante generaciones¡±.
Tras las elecciones municipales, Hong Kong ha entrado en un periodo de relativa calma, aunque nadie duda de que las protestas continuar¨¢n de un modo u otro. Durante la pausa, los manifestantes han aprovechado para descansar, y los pol¨ªticos de ambos bandos, para empezar a trazar sus estrategias. Como apunta convencido Joshua Wong: ¡°Podemos lograr otra victoria: es el momento de que nos propongamos una mayor¨ªa en el Consejo Legislativo¡± (el Parlamento local) en las elecciones de septiembre de 2020.
Los retos pol¨ªticos. Ser¨ªa un hito que los dem¨®cratas nunca han conseguido en la historia reciente hongkonesa y que les dar¨ªa el derecho de veto a las propuestas del Gobierno aut¨®nomo. A priori, lograrlo no es nada f¨¢cil: a diferencia de las municipales, el sufragio universal solo se aplica a 35 de los 70 esca?os, los correspondientes a los distritos geogr¨¢ficos. El resto se adjudica mediante ¡°distritos laborales¡±, en una votaci¨®n por gremios donde siempre vencen por amplia mayor¨ªa los representantes del establishment.
Esos c¨¢lculos quiz¨¢ pequen de optimistas. Un examen m¨¢s detallado del reparto del voto en las municipales muestra que ha sido muy similar al de las elecciones anteriores pese al dr¨¢stico aumento de la participaci¨®n: un 60% para los dem¨®cratas, un 40% para los partidos prochinos. Con esta perspectiva, el triunfo no es tan grande para la oposici¨®n y no garantiza el ¨¦xito en las elecciones parlamentarias.
Ng pone la pelota en el bando de la polic¨ªa, de Carrie Lam y de Pek¨ªn. Ahora que se ha demostrado que los manifestantes cuentan con el apoyo de la mayor¨ªa, asegura, que contin¨²en los enfrentamientos depender¨¢ de que el Gobierno responda o no a sus demandas. Hasta ahora, adem¨¢s de retirar el proyecto de ley de extradici¨®n, la jefa del Gobierno aut¨®nomo se remite a una investigaci¨®n sobre las quejas contra la polic¨ªa que incluso un comit¨¦ de expertos internacionales ha reconocido que ser¨¢ insuficiente, por falta de medios y competencias. Tambi¨¦n ha puesto sobre la mesa una comisi¨®n que revise las causas de las protestas. Pek¨ªn, por su parte, ha anunciado la introducci¨®n de educaci¨®n patri¨®tica para los j¨®venes, entre otras medidas. ¡°Ning¨²n intento de alterar Hong Kong o de socavar su estabilidad y prosperidad tendr¨¢ ¨¦xito¡±, ha advertido el ministro de Exteriores chino, Wang Yi.
Mientras tanto, este 1 de enero los nuevos concejales asumir¨¢n sus cargos y les llegar¨¢ el momento de la verdad: ganarse con sus m¨¦ritos el puesto que les dio el voto de indignaci¨®n contra el Gobierno aut¨®nomo y su gesti¨®n de las protestas.
¡°El objetivo no es que pierdan los partidarios de Pek¨ªn, sino demostrarles que vale la pena que ganemos los prodem¨®cratas. Tenemos que usar estos cuatro a?os para demostrar que somos transparentes, incorruptibles y trabajadores. Y que sabemos escuchar. Que exista comunicaci¨®n y una plataforma de di¨¢logo. Sin comunicaci¨®n no hay democracia¡±, apunta Sham. ¡°Y cuando lo hayamos logrado, seguiremos luchando. La lucha por la democracia nunca termina: siempre hay que trabajar para mantenerla¡±.?
Los pac¨ªficos, la retaguardia y los ¡°muros de Lennon¡±
En la retaguardia, a los frontliners, los protagonistas en primera fila, les apoyan los "pac¨ªficos" o woleifei, los que no est¨¢n dispuestos a la violencia pero comparten el mismo objetivo. Ellos son los que protestan con pegatinas de colores en paredes p¨²blicas ¡ªlos "muros de ?Lennon"¡ª, los que sostienen una econom¨ªa de apoyo a los comercios "amarillos" o ideol¨®gicamente afines y los que se encargan con sus donaciones en met¨¢lico o en especie de mantener bien provistas las eficaces l¨ªneas de suministro: entre los escombros en la Polit¨¦cnica hab¨ªa numeroso material de primeros auxilios, alimentos y maletas enteras de ropa por estrenar, incluidas algunas prendas de dise?o. Los "pac¨ªficos" acuden tambi¨¦n al rescate para extraer a los frontliners de situaciones de peligro y evitar que sean detenidos.