Familias

Lo primero que hay que saber sobre el matrimonio es que empieza a estar un poco pasado de moda. Seg¨²n leo, se celebran al a?o en Espa?a unas 150.000 bodas. En la d¨¦cada que abri¨® el siglo esa cifra era mayor: unas 200.000. Lo segundo que hay que saber es que algo m¨¢s de la mitad de esos matrimonios no son exitosos. Iba a escribir ¡°terminan mal¡±, pero me he corregido al recordar que, en no pocos casos, lo que est¨¢ mal es el matrimonio y lo que est¨¢ bien es el divorcio, por penoso que sea el trance. Casarse menos puede ser un efecto m¨¢s de la secularizaci¨®n que afecta a las sociedades europeas. Ya administre el rito un funcionario o un sacerdote, el matrimonio es un acto de fe que entona mal con el esp¨ªritu de la ¨¦poca, que tiende al descreimiento. Y, sin embargo, todos hemos experimentado alguna vez la emoci¨®n de adentrarnos en una relaci¨®n con deseo de eternidad.

Estos d¨ªas se puede ver en Netflix la ¨²ltima pel¨ªcula de Noah Baumbach: Historia de un matrimonio, que en realidad trata de un divorcio. Es una pel¨ªcula dulce y triste a un tiempo. Trata de ese momento en que, como dice un verso de Mayakovsky, la barca del amor se hace trizas en la vida, y personas que se han querido mucho empiezan a odiarse. Durante la pel¨ªcula asistimos a una discusi¨®n horrible que reconocemos como algo que hemos visto o acaso protagonizado. El patr¨®n es claro de identificar: tendemos a ver en las faltas atribuibles a la otra parte la causa principal del derrumbe de la pareja y de nuestra felicidad. Pero, con independencia de que esas faltas existan, parece que las relaciones exitosas se construyen con personas capaces de dolerse m¨¢s de los errores propios que de los ajenos. Porque nuestro ego¨ªsmo, mezquindades e imperfecciones son las ¨²nicas cosas que podemos controlar e intentar corregir. (Dir¨ªa que este pensamiento tambi¨¦n vale para nuestra actual crisis pol¨ªtica, de la que no me apetec¨ªa mucho hablar hoy. David Brooks, el columnista de The New York Times, sostiene que el tipo de consejos que dan los terapeutas de pareja, y que suelen encarecer la humildad y la autocr¨ªtica antes que la culpabilizaci¨®n del otro, son los mismos que un hipot¨¦tico terapeuta de naciones dar¨ªa a un pa¨ªs polarizado que no para de discutir: por ejemplo, Espa?a).

Dec¨ªa que la pel¨ªcula, interpretada con brillantez por Scarlett Johansson y Adam Driver, es triste y dulce. Triste porque la pareja naufraga y dulce porque la familia sobrevive. De modo que termina por ser una pel¨ªcula insospechadamente navide?a. Aqu¨ª es donde pretend¨ªa llegar yo, dado que me ha tocado escribir columna un 24 de diciembre: tengan, estimados lectores, una feliz navidad todos ustedes y sus familias.