Protejan a Erasmo: puede ser asesinado en cualquier momento

Cuando vi por primera vez a Erasmo Alves Te¨®filo, lo que me llam¨® la atenci¨®n fue que ese hombre se mov¨ªa muy r¨¢pido en una vieja silla de pl¨¢stico blanca. V¨ªctima de par¨¢lisis infantil, porque no hab¨ªa vacuna donde viv¨ªa, Erasmo no puede caminar. Pero es un lider. Con solo una silla de pl¨¢stico pelea por la vida de unas 300 familias de peque?os agricultores y pescadores en la Vuelta Grande del Xing¨², en Anapu, en el estado de Par¨¢, una de las regiones m¨¢s sangrientas de la Amazonia. Este hombre que no puede mover las piernas hace m¨¢s que la mayor¨ªa de los brasile?os para mantener la selva en pie. Pero hoy, cuenta con poco m¨¢s que su silla de pl¨¢stico para escapar de la muerte.

Erasmo, este brasile?o a quien todos deber¨ªan proteger porque su lucha protege la Amazonia por nosotros, est¨¢ amenazado por los grileiros (grandes ladrones de tierras p¨²blicas) que act¨²an en la regi¨®n de Altamira y Anapu con el descaro que siempre les ha dado la impunidad a este tipo de personaje en la historia de Brasil. Hoy, con el antidem¨®crata Jair Bolsonaro en el poder, los grileiros se comportan como si tuvieran autorizaci¨®n para amenazar, golpear y tambi¨¦n matar. Tal y como varias personas han escuchado decir a uno de ellos:¡°Ning¨²n juez tiene poder sobre m¨ª¡±.

Entre el 4 y el 9 de diciembre, dos hombres fueron asesinados en Anapu. Erasmo puede ser la tercera v¨ªctima si la sociedad no es capaz de organizarse para proteger a ¨¦l y a todos los dem¨¢s agricultores familiares, ind¨ªgenas, ribere?os y quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes) que est¨¢n amenazados en la selva. Nadie deber¨ªa cansarse de presionar a las instituciones para que desempe?en su papel en Brasil. Es esencial para que el pa¨ªs no pierda la poca democracia que le queda. Pero ya es hora de comprender que Brasil ha llegado a un punto en el que, si la sociedad no se organiza para defender a los que luchan en la l¨ªnea de frente, estas personas morir¨¢n. Como ya est¨¢ sucediendo.

1) Los defensores de la selva temen no ver el A?o Nuevo

Mientras la poblaci¨®n de clase media de las ciudades del centro y sur de Brasil est¨¢ sumergida en las fiestas de fin de a?o, con d¨ªas de descanso y vacaciones colectivas, en la Amazonia se pasa miedo. M¨¢s miedo todav¨ªa. Las pocas instituciones presentes se van de vacaciones, la mayor¨ªa solo en las ciudades m¨¢s grandes de los estados amaz¨®nicos. Teoricamente, hay servicio de guardia en las capitales. Pero si durante los d¨ªas normales de trabajo la plantilla es reducida, ?c¨®mo se podr¨¢ contar ahora con estas instituciones?. Paralelamente, la mayor¨ªa de organizaciones no gubernamentales (ONG), que juegan un papel decisivo en la protecci¨®n de la Amazonia, tienen vacaciones colectivas y la poblaci¨®n en riesgo se queda aun m¨¢s desprotegida.

Estas personas no quedan desamparadas por fr¨¢giles. La selva solo existe porque sus pueblos son muy resistentes y ponen sus cuerpos en primera l¨ªnea de fuego, creando una barrera humana contra el avance en el robo de tierras p¨²blicas, conocido como grilagem. La cuesti¨®n es que los agricultores familiares, ribere?os, quilombolas e ind¨ªgenas luchan casi en solitario para mantener la selva viva y como un bien p¨²blico y colectivo. Luchan casi solos contra fuerzas mucho m¨¢s poderosas, a menudo armadas, que quieren derribar la selva y especular con la tierra para el beneficio privado de unos pocos, hoy con el apoyo expl¨ªcito del gobierno antidemocr¨¢tico de Bolsonaro.

En poco m¨¢s de 40 d¨ªas, entre noviembre y diciembre, cuatro ind¨ªgenas del pueblo guajajara fueron asesinados en la Amazonia del estado de Maranh?o. En Anapu, no son los ind¨ªgenas los que mueren, sino los agricultores que intentan establecer asentamientos sostenibles en las ¨¢reas p¨²blicas destinadas a la reforma agraria, pero que los grandes grileiros de la regi¨®n codician o ya est¨¢n explotando. Las personas que apoyan a los trabajadores rurales tambi¨¦n mueren. Los grileiros se presentan como hacendados, pero su historial muestra que son ladrones de tierras del Estado. Los verdaderos hacendados deber¨ªan querer diferenciarse de ellos, en lugar de apoyarlos o tolerarlos, pero no es lo que sucede.

2) ?Por qu¨¦ Anapu se ha convertido en un campo de cad¨¢veres?

Le pregunto a Erasmo, cada vez m¨¢s cerca de una muerte asesina- que vive en una casa que incluso el soplo del lobo de los cuentos infantiles puede poner en peligro- si cree en la ley. Y ¨¦l responde: ¡°S¨ª. Especialmente en la ley federal. Si no creyera en ella, no estar¨ªa aqu¨ª¡±. Erasmo vive en una tierra donde lo m¨¢s fuerte es la ley. Pero Erasmo tambi¨¦n es el m¨¢s d¨¦bil en un lugar donde se impone la ley del m¨¢s fuerte. Y Erasmo cree en la ley, representada por la Constituci¨®n, que supuestamente defiende la colectividad por encima de la individualidad. Tengo ganas de repetir esta frase decenas de veces y escribirla de arriba abajo y de derecha a izquierda para ver si desde alg¨²n ¨¢ngulo se revela el misterio. Sentado en la silla de pl¨¢stico blanca que le sirve de piernas, Erasmo, a quien han defraudado una y mil veces, es un brasile?o que cree en la ley.

Anapu irrumpi¨® en el mapa mental de Brasil y del mundo cuando la misionera estadounidense Dorothy Stang recibi¨® seis disparos en 2005, lo que provoc¨® una conmoci¨®n internacional. Pero hay que prestar m¨¢s atenci¨®n a Anapu por muchos otros motivos. El municipio resume el problema de la tierra, de la deforestaci¨®n y de la violencia en la Amazonia brasile?a. Entendiendo lo que sucede all¨ª, es posible comprender gran parte de la tragedia que hoy compromete el futuro no solo de las nuevas generaciones de brasile?os, sino tambi¨¦n del planeta.

La dictadura militar (1964-1985) estableci¨® un imaginario de la Amazonia y lo convirti¨® en una propaganda que ha persistido hasta nuestros d¨ªas. Los personajes que hoy se mueven para matar y morir en este escenario, son herederos de lo m¨¢s simb¨®lico del proyecto de la dictadura para la selva: ¡°la tierra sin hombres para los hombres sin tierra¡± o el ¡°desierto verde¡± o, todav¨ªa, ¡°integrar para no entregar¡±. Todos estos esl¨®ganes de hace medio siglo est¨¢n vivos y coleando. Los conflictos de Anapu son tambi¨¦n producto de la carretera Transamaz¨®nica, construida literalmente a sangre y fuego sobre los cuerpos de los ind¨ªgenas y de los ¨¢rboles.

En la d¨¦cada de 1970, la dictadura dividi¨® la regi¨®n en dos polos, llamados ¡°Transa Oeste¡± y ¡°Transa Este¡±. La primera parte va de Altamira a Placas y recibi¨® a la mayor¨ªa de los colonos que proven¨ªan del sur de Brasil. Esta ¨¢rea de la carretera estaba destinada a la colonizaci¨®n oficial para la producci¨®n agr¨ªcola. En Transa Este, entre Altamira y Marab¨¢, los autores se?alan que predomin¨® una colonizaci¨®n espont¨¢nea, de los eternamente olvidados por los programas p¨²blicos oficiales, inmigrantes provenientes sobre todo del nordeste de Brasil. Estos no gozaron de apoyo gubernamental para ocupar tierras que se consideraban menos productivas. Sin olvidar que todas las tierras, las del este y del oeste, hab¨ªan estado ocupadas por pueblos ind¨ªgenas durante siglos.

Esta historia, por lo tanto, comienza con un genocidio, el que perpetr¨® la dictadura militar con la construcci¨®n de la Transamaz¨®nica. Esta es una parte. La otra es la continuaci¨®n de una pol¨ªtica para blanquear el pa¨ªs que empez¨® en el per¨ªodo imperial. Vale la pena recordar que el sur de Brasil fue colonizado, tambi¨¦n sobre el cuerpo de los ind¨ªgenas, por inmigrantes tra¨ªdos de Europa, especialmente de pa¨ªses como Alemania e Italia, a finales del siglo XIX y principios del XX. A los pueblos ind¨ªgenas no solo expoliaron sus tierras y los asesinaron, sino que, a la hora de elegir qu¨¦ poblaci¨®n deb¨ªa establecerse en su lugar, se eligi¨® a los inmigrantes blancos. En ese momento, hubiera podido implementarse una pol¨ªtica p¨²blica para incluir a los negros que dejaban la esclavitud. Pero no. Se importaron blancos.

Para el proyecto de ocupaci¨®n de la Transamaz¨®nica, se convoc¨® a los nuevos colonos de Brasil, la mayor¨ªa descendientes de esos inmigrantes que, a su vez, hab¨ªan colonizado el sur del pa¨ªs provenientes de Europa. No fue f¨¢cil para los inmigrantes europeos que llegaron a finales del siglo XIX, ni lo fue para sus descendientes que llegaron a Transamaz¨®nica en los setenta. Fue una odisea. Pero fue mucho m¨¢s dif¨ªcil para los habitantes del nordeste que llegaron sin invitaci¨®n ni apoyo del Gobierno en busca del sue?o de tener su propia tierra para no tener que alquilar su cuerpo a los coroneles, grandes hacendados y jefes pol¨ªticos que dominaban la regi¨®n m¨¢s empobrecida de Brasil.

En esta misma regi¨®n de la Transamaz¨®nica, la dictadura tambi¨¦n implement¨® una pol¨ªtica de concentraci¨®n de tierras, a trav¨¦s de los llamados Contratos de Enajenaci¨®n de Tierras P¨²blicas. Esos contratos otorgaban t¨ªtulos provisionales para parcelas de 3.000 hect¨¢reas. Se ofrec¨ªan a personas, preferentemente, llegada de fuera de la regi¨®n amaz¨®nica. A menudo, los contratos iban acompa?ados de fondos de la Superintendencia de Desarrollo de la Amazonia (Sudam), un organismo famoso por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que protagoniz¨® en Altamira, Anapu y otros municipios levantados en la selva.

Para poder obtener el t¨ªtulo de propiedad de la tierra, los candidatos a propietarios deb¨ªan demostrar que hab¨ªan establecido una empresa agropecuaria en el plazo de cinco a?os. Muchas de estas tierras se revendieron a terceros incluso antes de que tuvieran un t¨ªtulo definitivo y, en muchos casos, el Gobierno no cancel¨® los t¨ªtulos apesar de que no se crearon las empresas agropecuarias. Las tierras p¨²blicas y la financiaci¨®n p¨²blica produjeron y alimentaron un mercado de especulaci¨®n de tierras en la Amazonia y un ciclo de robo de tierras y asesinatos a sueldo que contin¨²a hasta nuestros d¨ªas y es el gran responsable de la destrucci¨®n tanto de la selva como de vidas humanas. Lo que presenciamos hoy en el oeste de Par¨¢ y tambi¨¦n en otras regiones de la Amazonia es el resultado directo del proyecto de explotaci¨®n de la selva forjado en la dictadura militar y nunca suficientemente reformado en la democracia que se estableci¨® despu¨¦s de 1985.

3) La ventana hist¨®rica perdida

Para estancar la espiral de violencia en la disputa de tierras que todav¨ªa pertenecen al Estado, ser¨ªa necesario hacer la reforma agraria que nunca se hizo. La mejor oportunidad hist¨®rica de estancar la sangr¨ªa tras la redemocratizaci¨®n la tuvieron los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), de 2003 a 2016. La reforma agraria estaba en su programa, y los agricultores familiares y los trabajadores sin tierra constitu¨ªan una fuerza importante en la composici¨®n de la base del partido. Aunque se implementaron algunas acciones y pol¨ªticas, la reforma agraria no se realiz¨®. Y se perdi¨® la oportunidad.

Los Proyectos de Desarrollo Sostenible se crearon en parcelas que fueron consideradas improductivas por el Instituto Nacional de Reforma Agraria (Incra) a finales de los noventa. Los proyectos se dise?aron en asambleas de agricultores con el objetivo de combinar la agricultura familiar con la extracci¨®n y la recolecci¨®n, como hace la poblaci¨®n ribere?a de la Amazonia. Eran proyectos de reforma agraria, que garantizaban que la tierra era de quienes viv¨ªan en ella, combinado con el concepto de preservaci¨®n ambiental.

En 2003, en el primer a?o del gobierno de Lula (PT), se crearon cuatro proyectos en las parcelas de Belo Monte y Bacaj¨¢ para asentar a 600 familias. Quienes se hab¨ªan apropiado de estas tierras p¨²blicas, as¨ª como de los abundantes fondos p¨²blicos de la Sudam, reaccionaron con violencia, asesinando, provocando incendios criminales y talando la selva. La misionera Dorothy Stang documentaba y denunciaba cada uno de los ataques, exigiendo la acci¨®n de las autoridades. La monja dejaba claro que, para preservar la selva, primero deb¨ªa hacerse una regularizaci¨®n de la tierra. Fue ejecutada.

En 2005, la ejecuci¨®n de una monja de 73 a?os con ciudadan¨ªa estadounidense tuvo consecuencias indeseables para los grileiros de la regi¨®n. Tard¨® un poco, pero el Estado se hizo presente, las instituciones federales que no ten¨ªan oficinas en la regi¨®n abrieron las puertas. A lo largo de los m¨¢s de 13 a?os que estuvieron en el poder, los gobiernos del PT se fueron acercando cada vez m¨¢s a los grandes terratenientes, hasta el punto de que Katia Abreu, una empresaria ganadera, se convirti¨® en la ministra de Agricultura de Dilma Rousseff. Pero en el primer mandato de Lula, el compromiso con los peque?os agricultores todav¨ªa era fuerte tambi¨¦n en la pr¨¢ctica. No tan fuerte como para hacer una reforma agraria efectiva, pero lo suficientemente fuerte como para hacer presente al Estado en Anapu.

La muerte de Dorothy Stang entorpeci¨® bastante los negocios de especulaci¨®n de tierras en la regi¨®n. No cesaron, ni mucho menos, pero se hizo m¨¢s dif¨ªcil llevarlos a cabo. En aquel momento, hab¨ªa fuertes indicios de que exist¨ªa lo que se llam¨® el ¡°consorcio de la muerte¡±, un grupo de grileiros que determinaban la ejecuci¨®n de aquellos que estorbaban las embestidas contra la selva. La existencia del consorcio nunca se ha podido demostrar, pero pocos en la regi¨®n dudan de que exista. Existiendo o no, hasta 2014 los grileiros actuaron de forma persistente, pero discreta.

4) La sangre de los Resplandes empapa la tierra

Desde 2015, la violencia en Anapu ha reflejado el aumento del poder de los ruralistas no solo en el Congreso, sino tambi¨¦n en el Ejecutivo. Todo sucede en cadena en la Amazonia, como en cualquier lugar. Entre 2015 y 2019, hubo 15 asesinatos relacionados con la tierra en Anapu, seg¨²n la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra, y 19 seg¨²n el recuento de los movimientos locales. Estas muertes muestran que los grileiros han aprendido del asesinato de Dorothy Stang. En los ¨²ltimos a?os, los sicarios han matado en la ciudad, y no en el campo, para dificultar que los cr¨ªmenes se asocien a los conflictos agrarios. Como una parte de la polic¨ªa parece tener poco inter¨¦s en investigarlos, la mayor¨ªa de los delitos quedan impunes. Quienes necesitan establecer la relaci¨®n con las disputas de tierras, para establecer conexiones de causa y efecto, son entidades de la sociedad civil como la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra.

?En 2018, una lista de personas amenazadas de muerte circulaba por la ciudad como si fuera una lista de la compra. Poco antes de que lo mataran, el 3 de junio de ese a?o, Leoci Resplandes de Sousa fue a comprobar si estaba en la lista de la muerte. Uno de los jefes de los sicarios locales le garantiz¨® que no estaba. E incluso le dijo que, si estuviera, lo quitar¨ªa. Era as¨ª. Y sigue siendo as¨ª. Se desconoce si ese hombre minti¨®, porque no solo asesinaron a Leoci, sino tambi¨¦n a ¨¦l alg¨²n tiempo despu¨¦s. La lista ¡ªo las listas¡ª contin¨²an activas.

Lo que le sucedi¨® a la familia Resplandes es una verg¨¹enza para Brasil y para los brasile?os. Agricultores en busca de tierra, tres Resplandes ya han sido asesinados: H¨¦rcules, de 17 a?os, Valdemir y Leoci, de 29. Todos en 2018. Cuando Leoci fue asesinado en su casa despu¨¦s de volver del campo, la familia huy¨®. Viven as¨ª, huyendo, sin ning¨²n apoyo. Y los encuentran. En noviembre, otro Resplandes recibi¨® un disparo, pero sobrevivi¨®. No se sabe con seguridad si el intento de homicidio est¨¢ relacionado con los conflictos por tierras de Anapu, pero es bastante posible que lo est¨¦.

Iracy Resplandes dos Santos, de 53 a?os, vive aterrada. Claramente tiene depresi¨®n, pero cuenta que los tratamientos no le transmiten seguridad. Le dijeron que el dolor podr¨ªa aliviarse haciendo punto. Pero ella empieza y no puede continuar. Llora a su hijo mayor, a su hermano y a su sobrino. En noviembre, pas¨® d¨ªas y noches en el hospital cuidando al hijo al que hab¨ªan disparado, temiendo que muriera. Iracy siente dolor y miedo. Y desesperaci¨®n. Todo con lo que so?aba era un pedazo de tierra para plantar. Termin¨® teniendo que sembrar cad¨¢veres. Y nada indica que esta siembra de cuerpos humanos vaya a detenerse.

5) El crimen contra el padre Amaro

En 2018, qued¨® claro que los grileiros intensificaban la violencia y utilizaban m¨¦todos m¨¢s audaces. El 27 de marzo de ese a?o, el padre Amaro Lopes, p¨¢rroco en Anapu y uno de los sucesores de la misionera Dorothy Stang, fue arrestado en una cinematogr¨¢fica operaci¨®n para los est¨¢ndares locales habituales. Intervenieron varios coches patrulla y 15 polic¨ªas con armas largas. Parec¨ªa que el sacerdote era Al Capone. Y todo esto en una ciudad donde la mayor¨ªa conoce a los grileiros y a los sicarios por su nombre y se cruza con ellos por la calle sin que eso parezca molestar a la polic¨ªa.

El padre Amaro fue arrestado acusado por un rosario de cargos y arrojado a la misma prisi¨®n donde cumple condena Regivaldo Galv?o, conocido como el ¡°Cachondo¡±, uno de los hombres que mand¨® matar a Dorothy Stang. Despu¨¦s de tres meses en la c¨¢rcel, el religioso cat¨®lico qued¨® en libertad provisional pero sujeto a varias restricciones y sin poder reanudar su trabajo, que era claramente el prop¨®sito de la operaci¨®n.

Dos semanas antes de que lo arrestaran, el padre Amaro concedi¨® una entrevista al peri¨®dico ingl¨¦s The Guardian. En ella, declar¨® que ¡°algo se estaba cociendo¡±, refiri¨¦ndose al hecho de que sab¨ªa que algo le suceder¨ªa. ¡°Como matar a Dorothy gener¨® mucha repercusi¨®n y problemas para los grileiros, har¨¢n que parezca un accidente o se inventar¨¢n algo para acusarme¡±, dijo en ese momento. Una de las acusaciones, la de acoso sexual, se retir¨® enseguida, pero ya hab¨ªa cumplido el objetivo de descalificar al padre ante parte de la poblaci¨®n de Anapu y de la regi¨®n.

El arresto del padre Amaro fue un precedente del m¨¦todo que utilizado recientemente en Alter do Ch?o, en la regi¨®n de Santar¨¦m. A finales de noviembre, cuatro brigadistas voluntarios que trabajaban con los bomberos locales para apagar los incendios en la selva fueron arrestados con el falso cargo de prender fuego a la selva. En la misma fecha, la sede de la ONG Salud y Alegr¨ªa, una de las organizaciones brasile?as m¨¢s respetadas y premiadas, fue invadida por la polic¨ªa, que incaut¨® documentos y ordenadores. Es la nueva etapa de criminalizaci¨®n precisamente de aquellos que denuncian a los verdaderos delincuentes, trabajan para combatir sus cr¨ªmenes o para fortalecer a la poblaci¨®n local. Los especialistas en seguridad se?alan que las fuerzas policiales est¨¢n cada vez m¨¢s controladas por intereses privados.

6) Diciembre de sangre

En Anapu, desde que Bolsonaro sali¨® elegido, el ambiente se ha vuelto a¨²n m¨¢s enrarecido. Es muy dif¨ªcil encontrar a alguien que acepte una entrevista, ni siquiera sin nombrarlo. ¡°La gente est¨¢ muriendo¡±, susurran. Desde que sigo la situaci¨®n en la regi¨®n, nunca hab¨ªa visto a las personas tan aterrorizadas. Tienen toda la raz¨®n, ya que no cuentan con ninguna protecci¨®n. Al contrario, algunos representantes del Estado parecen actuar contra las verdaderas v¨ªctimas.

Si la tensi¨®n y la violencia han aumentado desde la elecci¨®n de Bolsonaro, en noviembre el escenario empeor¨® en varias regiones de la Amazonia. En diciembre, se volvi¨® a¨²n m¨¢s alarmante. Todas las se?ales muestran que la situaci¨®n se dirige hacia el descontrol total. En este contexto, M¨¢rcio Rodrigues dos Reis, de 33 a?os, padre de cuatro hijas, fue asesinado el 4 de diciembre en Anapu. El asesino fingi¨® ser un cliente de su mototaxi y le raj¨® el cuello. La garganta cortada, como m¨¦todo que se repite en la ciudad, se?ala a los que mueren ¡°por hablar demasiado¡±.

M¨¢rcio era uno de los principales testigos de la defensa del padre Amaro Lopes. Tambi¨¦n era alguien que sab¨ªa mucho sobre lo que sucede en la regi¨®n. Cinco d¨ªas despu¨¦s, el 9 de diciembre, el exconcejal del PT y asistente social Paulo Anacleto fue ejecutado delante de su hijo peque?o en la plaza central de la ciudad. Seg¨²n los testigos, estaba en el coche con el ni?o cuando dos hombres en una motocicleta le dispararon. Paulo Anacleto era amigo personal de M¨¢rcio y parece que estaba lo suficientemente indignado como para comentar en la ciudad que sab¨ªa muy bien qui¨¦n lo hab¨ªa mandado matar. Quienes siguen los conflictos agrarios en Anapu no tienen dudas de que los asesinatos est¨¢n relacionados.

A pesar de intentarlo durante tres d¨ªas seguidos, EL PA?S no pudo obtener informaci¨®n de la polic¨ªa de Par¨¢ a ning¨²n nivel: local, regional o estatal. El comisario Lucas Luz, responsable de la Comisar¨ªa de Conflictos Agrarios, ubicada en Altamira, la ciudad m¨¢s grande de la regi¨®n, dijo que no pod¨ªa hablar sobre los casos porque se hab¨ªa decretado el secreto del sumario. EL PA?S envi¨® un correo electr¨®nico a la Polic¨ªa Civil del Estado de Par¨¢. La asesor¨ªa de prensa del cuerpo inform¨® de que la solicitud ¡°se estaba analizando¡±, pero no lleg¨® ninguna respuesta antes de la publicaci¨®n de este art¨ªculo. En Anapu, los dos n¨²meros de tel¨¦fono de la comisar¨ªa local aparentemente no funcionan o nadie contesta.

La Fiscal¨ªa Federal de Par¨¢ ha iniciado los procedimientos para seguir las investigaciones y solicitar que las autoridades de seguridad p¨²blica de Par¨¢ tomen medidas para frenar lo que denomin¨® ¡°la nueva escalada de violencia en el municipio de Anapu¡±. ¡°El escenario actual en el municipio muestra la aparici¨®n de reiteradas amenazas dirigidas a los defensores de los derechos humanos en el campo. En menos de una semana, entre el 4 y el 9 de diciembre, se produjeron dos asesinatos que pueden estar relacionados con conflictos agrarios hist¨®ricos en la regi¨®n¡±, afirm¨® en un comunicado de prensa. La Fiscal¨ªa tambi¨¦n ha solicitado informaci¨®n sobre ¡°las medidas que se est¨¢n tomando para prevenir y cohibir la violencia contra los residentes y l¨ªderes de las parcelas 96 y 97 de la tierra de Bacaj¨¢¡±, debido a la ¡°presi¨®n para expulsar a los trabajadores rurales¡±. Esas parcelas forman parte de una de las ¨¢reas que cubre el liderazgo de Erasmo, que est¨¢ amenazado de muerte.

La principal causa de los conflictos en los ¨²ltimos a?os, adem¨¢s de la impunidad que genera m¨¢s impunidad, es la omisi¨®n del Estado a la hora de llevar a cabo las acciones de la reforma agraria previstas por la ley, abandonando el lado m¨¢s d¨¦bil, el de los agricultores familiares, a una lucha desigual contra los grandes grileiros y sus milicias armadas. Como la lucha es desigual, el resultado es la masacre de los trabajadores rurales y quienes los apoyan. ¡°Al no tomar las medidas necesarias y legales para resolver los conflictos agrarios, hay una omisi¨®n del Estado que se convierte en acci¨®n¡±, afirma Sadi Machado, fiscal del Estado en Altamira. ¡°Existe una renuencia activa por parte del Gobierno Federal a implementar la reforma agraria, que es una pol¨ªtica p¨²blica del Estado. Eso provoca conflictos, produce v¨ªctimas y destruye el medio ambiente. Claramente hay una confrontaci¨®n entre el ¨¢rea t¨¦cnica del Incra, ¨®rgano que se ha debilitado en gran medida en la regi¨®n, y la direcci¨®n pol¨ªtica del ¨®rgano. Esta situaci¨®n ha empeorado este a?o¡±.

Una parte de la sociedad e incluso de los ambientalistas todav¨ªa no entiende que luchar por la reforma agraria es luchar por mantener la selva en pie. Sin justicia social en la Amazonia no habr¨¢ justicia clim¨¢tica.

7) ?Por qu¨¦ ahora?

Las recientes muertes de ind¨ªgenas y campesinos vinculados a conflictos agrarios, as¨ª como los arrestos abusivos y la creciente criminalizaci¨®n de las ONG, dejan en evidencia la ofensiva de los grileiros y quienes los apoyan, tanto dentro como fuera del Estado, en toda la regi¨®n. Las se?ales de que la violencia solo aumentar¨¢ est¨¢n por todas partes. ?Por qu¨¦ ahora?

El cient¨ªfico social Maur¨ªcio Torres, profesor de la Universidad Federal de Par¨¢, en Bel¨¦m, y uno de los mayores especialistas en conflictos agrarios en la Amazonia, se?al¨® algunos caminos de reflexi¨®n para esta columna, que reproduzco aqu¨ª:

¡°El robo de tierras p¨²blicas ocurre en dos niveles. Uno sobre el terreno. Los sicarios ¡®limpian¡¯ la tierra de sus leg¨ªtimos ocupantes (ind¨ªgenas y campesinos), y derriban la selva para consolidar la apropiaci¨®n. Y otro sobre el papel: cuando, a trav¨¦s de la qu¨ªmica m¨¢gica de las oficinas de registro de la propiedad o los ¨®rganos de regulaci¨®n de tierras, una propiedad deja de pertenecer a las arcas p¨²blicas y se transfiere al patrimonio privado del grileiro. La violencia (e incluyo aqu¨ª la deforestaci¨®n como su variante) es el principal instrumento para hacerse con las tierras p¨²blicas. Cuando este mercado sucio de tierras se sacude, la violencia, como mecanismo de robo, se desencadena a¨²n m¨¢s. La aterradora facilidad para el saqueo de tierras p¨²blicas, que transforman al grileiro en ¡®propietario¡¯ de unas tierras de las que se apropi¨® ilegalmente, incendi¨® este mercado. Me refiero, en particular, a la Medida Provisional 910. No solo desde su promulgaci¨®n, sino incluso antes, por el efecto generado con la especulaci¨®n que la rodea¡±.

La Medida Provisional 910 es la Medida Provisional de Grilagem, promulgada por Bolsonaro el 10 de diciembre. Anteriormente, estaban en vigor la Medida Provisional de Grilagem emitida por Lula en 2009 y la Michel Temer, de 2017. Es importante recuperar el proceso, porque, de lo contrario, no es posible entender el presente.

Torres y otros investigadores citan el programa Tierra Legal, de 2009, del gobierno de Lula, como un hito en el proceso de legalizaci¨®n del robo de tierras p¨²blicas en la Amazonia. Fue instituido por la Medida Provisional 458, sancionada como Ley 11.952. Entre otras acciones, regularizaba todas las propiedades inmobiliarias en tierras p¨²blicas de la Amazonia Legal de hasta 1.500 hect¨¢reas que hubieran sido ocupadas antes de diciembre de 2004. En el discurso, el programa servir¨ªa para regularizar la situaci¨®n de los peque?os ocupantes, aquellos que viv¨ªan en la tierra y de la tierra. En la pr¨¢ctica, el programa sirvi¨® para regularizar el robo practicado por los grandes. En ese momento, lo apodaron como ¡°Medida Provisional de Grilagem¡± y, m¨¢s tarde, ¡°Ley de Grilagem¡±.

Los n¨²meros ayudan a aclarar los objetivos: los peque?os representaban casi el 90%, pero ocupaban menos del 19% del territorio; los grandes eran menos del 6%, pero ocupaban el 63% del territorio. Para los peque?os, la ley que ya exist¨ªa era capaz de remediar la situaci¨®n y corregir las injusticias. No hab¨ªa necesidad de crear nada nuevo. Segun afirma Torres, el programa Tierra Legal se dise?¨® para legalizar el robo de tierras p¨²blicas.

El nuevo y controvertido C¨®digo Forestal de 2012 ayud¨® todav¨ªa m¨¢s a producir legalidad donde antes hab¨ªa crimen. M¨¢s tarde, con el presidente Michel Temer y un Congreso expl¨ªcitamente corrupto, dominado por los ruralistas, el proceso se perfeccion¨® y se aceler¨®. La Ley 13.465/17, nacida de la Medida Provisional 759, fue sancionada en julio de 2017 por Temer. Tambi¨¦n se conoce como la ¡°Ley de Grilagem¡±.

Con la excusa de ¡°regularizar¡± la situaci¨®n de las personas que hace muchos a?os ocuparon ¨¢reas p¨²blicas ¡°de buena fe¡± para vivir en ellas, la ley permiti¨® que los grileiros que, hasta 2011, hab¨ªan ocupado tierras p¨²blicas sabiendo que eran p¨²blicas ¡°regularizaran¡± sus ¡°propiedades¡± de hasta 2.500 hect¨¢reas, un ¨¢rea equivalente a 57 Vaticanos. Solo hac¨ªa falta multiplicar los testaferros e ir legalizando de 2.500 en 2.500 hect¨¢reas. Con este acto ¡°legal¡±, Temer y el Congreso amnistiaron a los grileiros. No solo los perdonaron, sino que convirtieron a delincuentes en ¡°buenos ciudadanos¡±, a ladrones de tierras p¨²blicas en hacendados y a bandas criminales en empresas.

Al final de su primer a?o en el cargo, Bolsonaro cre¨® su propia Medida Provisional de Grilagem. No hay precedentes de algo tan escandaloso, al menos no en lo que formalmente se ha denominado democracia. La Medida Provisional de Grilagem de Bolsonaro es una obra maestra de la legalizaci¨®n de la delincuencia. Con la misma excusa que utiliz¨® Lula y despu¨¦s Temer, la ¡°regularizaci¨®n de la tierra¡±, ahora se pueden legalizar las tierras que se robaron al Estado hasta diciembre de 2018. En resumen: robas patrimonio p¨²blico, destruyes la selva amaz¨®nica y, un a?o despu¨¦s, te conviertes en terrateniente legalizado y disfrutas de la vida como ¡°buen ciudadano¡±.

La misma medida provisional tambi¨¦n aument¨® hasta 15 m¨®dulos el tama?o del ¨¢rea que no requiere la inspecci¨®n del Incra. En algunos lugares de la Amazonia, esto significa m¨¢s de 1.500 hect¨¢reas. El proceso es pr¨¢cticamente autodeclarativo. El criminal roba un trozo de selva, le dice al Gobierno que es suyo y se convierte en hacendado. Ning¨²n funcionario ni siquiera lo comprueba. ?Alguien cree que quedar¨¢ algo de selva amaz¨®nica con este est¨ªmulo oficial para saquearla?

Maur¨ªcio Torres analiza el impacto: ¡°Hay dos efectos. El primero es obvio: la b¨²squeda de tierras p¨²blicas libres ha aumentado, ya que ahora solo tienes que declarar que eres el propietario para convertirte en propietario. Esta situaci¨®n tambi¨¦n hace aumentar el conflicto, con los grileiros comi¨¦ndose unos a otros y, tambi¨¦n, expulsando a campesinos e ind¨ªgenas. Pero hay otro efecto, m¨¢s sutil. Al promulgar algo de esta dimensi¨®n en beneficio del grileiro, como es el caso de la Medida Provisional 910, se env¨ªa un mensaje de empoderamiento y que hace que estas personas se sientan con derecho a todo¡±.

Las ¨¢reas que actualmente est¨¢n en litigio, ocupadas por agricultores familiares, pero disputadas por grileiros, ser¨¢n tomadas a punta de pistola. Es lo que sucede en este momento en la Amazonia y, particularmente, en Anapu, que tiene muchas ¨¢reas en litigio. Por eso, m¨¢s l¨ªderes est¨¢n amenazados de muerte y los grileiros han dicho en las calles que no les importan los jueces. ?Por qu¨¦ tendr¨ªan que importarles? Si el Congreso no detiene esta medida provisional, la Amazonia se convertir¨¢ en una selva de cad¨¢veres. No solo de ¨¢rboles, sino de personas.

¡°Desde la construcci¨®n de las grandes carreteras en la Amazonia, tal vez nada haya tenido un efecto tan grande en el aumento de la violencia y la deforestaci¨®n como esta medida provisional¡±, dice Maur¨ªcio Torres. ¡°La medida privatizar¨¢ decenas de millones de hect¨¢reas, nadie sabe con seguridad cu¨¢ntas, pero creo que entre 40 y 60 millones de hect¨¢reas. Esto significa la emisi¨®n de permisos legales para talar el 20% de la selva en tierras privadas, alrededor de 10 millones de hect¨¢reas. Y eso solo contando lo que puede ser autorizado legalmente. Incluso si algo de eso ya se ha deforestado ¡ªy s¨ª que se ha deforestado¡ª, el impacto ser¨¢ tr¨¢gico¡±.

8) ?C¨®mo proteger a Erasmo?

En 2005, uno de los principales grileiros de la regi¨®n se ofreci¨® a llevar en coche a Dorothy Stang. Quer¨ªa hacerle una advertencia. La misionera despu¨¦s relatar¨ªa las palabras de este hombre: ¡°Si alguien ¡®invade¡¯ ¡®mis¡¯ tierras, correr¨¢ la sangre¡±. Este hombre, y otros seis m¨¢s, todos conocidos por los habitantes de la regi¨®n, han estado amenazando en la zona de Altamira y alrededores. Es un aviso.

Parte de la creciente violencia y el descaro de estos personajes est¨¢ relacionado con las pr¨®ximas elecciones municipales. Sienten que ya est¨¢n en el Gobierno, a nivel federal, pero quieren ocupar el poder local para consolidar ¡ªy facilitar¡ª la conversi¨®n de lo p¨²blico en privado. Si no se hace nada para detener la violencia, las elecciones municipales de 2020 podr¨ªan convertirse en una carnicer¨ªa en las regiones amaz¨®nicas del conflicto.

En este escenario, donde la ley protege el robo de patrimonio p¨²blico, es posible imaginar c¨®mo viven ¡ªy mueren¡ª los m¨¢s fr¨¢giles. Como Erasmo, un l¨ªder que lucha por 300 familias de agricultores familiares asentados en tierras disputadas por los grileiros.

En la noche del 12 de diciembre ¡ªcoincidencia o no, dos d¨ªas despu¨¦s de que Bolsonaro firmara la Medida Provisional de Grilagem¡ª, un hombre que trabaja para uno de los grileiros de las ¨¢reas en disputa fue a la casa donde Erasmo vive con sus padres, ya ancianos, y su compa?era. Antes de llegar, ya hab¨ªa golpeado a una mujer y lanzados tres tiros. Una de las balas estuvo a dos dedos de darle a una vecina que volv¨ªa de la iglesia. Frente a la casa de Erasmo, el sicario grit¨® y maldijo. Quer¨ªa que Erasmo saliera a hablar con ¨¦l. La familia se encerr¨® en el interior.

Cuando Erasmo cuenta lo que sucedi¨®, su cuerpo tiembla en la silla de pl¨¢stico blanca.

Esta es la vida que llevan muchos de quienes protegen la selva por nosotros. Esta es la vida de Erasmo, mientras no le alcance la muerte. Est¨¢n advertidos.

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Traducci¨®n de Meritxell Almarza