Terremoto de Hait¨ª, la memoria fotogr¨¢fica de la tragedia
El 12 de enero de 2010, un terremoto de gran intensidad destruy¨® pr¨¢cticamente la ciudad de Puerto Pr¨ªncipe, la capital de Hait¨ª, y provoc¨® la muerte de 316.000 personas y heridas de diversa consideraci¨®n a otras 350.000. M¨¢s de un mill¨®n y medio de personas se quedaron sin hogar en el pa¨ªs m¨¢s pobre del continente. Los textos que acompa?an a estas fotograf¨ªas corresponden a las cr¨®nicas escritas por el entonces corresponsal en la zona, Pablo Ordaz, y los enviados especiales Antonio Jim¨¦nez Barca y Francisco Peregil
Un hombre desnudo pasea por las calles destruidas de Puerto Pr¨ªncipe. El gran terremoto del 12 de enero de 2010 y las r¨¦plicas posteriores devastaron la capital de Hait¨ª. Un manto de silencio, solo roto por el llanto de los heridos, lo envolvi¨® todo.Crist¨®bal ManuelCuatro d¨ªas despu¨¦s de la tragedia, un equipo de rescate reci¨¦n llegado de Mosc¨² recorre las calles de Puerto Pr¨ªncipe en busca de un milagro. De pronto, en medio de la conmoci¨®n y el caos, un vecino les llama la atenci¨®n: ¡°?Eh! ?Ah¨ª hay gente viva!¡±. Yuri, un bombero ruso de 45 a?os, decide meterse por la ¨²nica rendija que dejan los escombros y al rato sale para avisar: ¡°Hay dos personas, una chica y un ni?o¡±. Yuri da un par de caladas a un cigarro y vuelve a meterse. Al rato, ya de noche, regresa con una chica de unos 15 a?os. Casi inconsciente, pero viva.Gorka LejarcegiLa euforia del rescate dura pocas horas. La luz del d¨ªa siguiente vuelve a devolver, implacable, la magnitud de la tragedia. La joven rescatada la noche anterior est¨¢ tendida sobre una manta sucia, a la intemperie, sobre la tierra de un hospital improvisado sin m¨¦dicos ni medicinas suficientes, en medio de un lodazal rodeado de basura.Gorka LejarcegiSe suceden los d¨ªas y la capital de Hait¨ª sigue siendo una calle sin salida sepultada por un amasijo de escombros y vigas torcidas, donde una mujer trata de abrirse paso entre el olor dulz¨®n a cad¨¢ver que golpea en cada esquina. Gorka LejarcegiSin agua, sin luz, sin medicinas ni refugio, los supervivientes del terremoto solo pueden deambular por las calles de Puerto Pr¨ªncipe en busca de sus familiares desaparecidos, arrojar a sus muertos a una gran fosa com¨²n o volver a jugarse la vida meti¨¦ndose entre las ruinas de un supermercado para hacerse con un cart¨®n de leche o un paquete de galletas.Gorka LejarcegiYa ha pasado m¨¢s de una semana desde el terremoto, Puerto Pr¨ªncipe sigue convertida en un mont¨®n de escombros, la ayuda internacional llega con cuentagotas y en las calles empieza a jugarse a un juego peligroso. Grupos de j¨®venes tratan de saquear algunos almacenes mientras guardas armados de palos y escopetas intentan evitarlo.Crist¨®bal ManuelLa catedral de Puerto Pr¨ªncipe, con sus dos torres y su fachada en tonos rosados, tambi¨¦n se vino abajo. Era a la vez s¨ªmbolo religioso y tesoro nacional en un pa¨ªs donde la religi¨®n oficial es la cat¨®lica pero la que m¨¢s se practica es el vud¨², originaria de ?frica occidental. Gorka LejarcegiA medida que pasaban los d¨ªas, los saqueos ¨Cy la consiguiente respuesta armada de las autoridades y los due?os de los almacenes¨C se fueron haciendo m¨¢s frecuentes en la zona comercial de Puerto Pr¨ªncipe. Gorka LejarcegiEsta fue la fotograf¨ªa de portada de EL PA?S del 20 de enero. El t¨ªtulo dec¨ªa: ¡°Las tropas de EEUU asumen el control para garantizar la ayuda¡±. En la imagen recog¨ªa el momento en que un helic¨®ptero aterrizaba en los jardines del destruido palacio presidencial de Hait¨ª. Nada m¨¢s llegar, las tropas estadounidenses tomaron el control del puerto y el aeropuerto para garantizar el reparto de la ayuda humanitaria. Crist¨®bal ManuelUna semana despu¨¦s del terremoto, a¨²n hay cad¨¢veres abandonados en las calles y todav¨ªa se siguen produciendo r¨¦plicas. La tierra sigue temblando, 20 veces en apenas siete d¨ªas. Y cuando eso sucede, dice Pierre Marquise, un vecino de la calle Maranata, la gente llora. ¡°Llora¡±, dice Pierre, ¡°y se pone a llamar a Jes¨²s¡±. Pero Jes¨²s no acude. Si lo hiciera ser¨ªa tal vez la primera en la historia de Hait¨ª, el pa¨ªs m¨¢s pobre de Am¨¦rica, que ya es decir.Crist¨®bal ManuelYa no hay lugar en el cementerio ni en las morgues improvisadas. Los cad¨¢veres son quemados en plena calle para tratar de evitar el riesgo de infecciones. A veces, el olor de la muerte llegaba por sorpresa, al doblar una esquina. Pod¨ªa tratarse de un recordatorio de la muerte que los edificios segu¨ªan encerrando, o el anuncio de que uno o varios cad¨¢veres permanec¨ªan abandonados en una esquina cercana, r¨ªgidos e hinchados, tapados apenas con una s¨¢bana sucia.Crist¨®bal ManuelTampoco hay lugar para los vivos en Hait¨ª. Frente a la oficina de emigraci¨®n de Puerto Pr¨ªncipe se forman grandes colas para obtener la documentaci¨®n necesaria para salir del pa¨ªs.Crist¨®bal ManuelLas colas se convierten en una tortura cotidiana. En los campamentos levantados en las plazas para dar cobijo a quienes se quedaron sin casa, es necesario hacer cola para todo. Para el agua potable, para la ropa de abrigo, para los paquetes con comida de la ayuda internacional.Crist¨®bal ManuelUn hombre con una mascarilla observa el gran campamento de Nan Charles, formado por tiendas de campa?a improvisadas con s¨¢banas y mantas.Gorka LejarcegiLos servicios sanitarios apenas dan abasto para atender a las v¨ªctimas. Las salas est¨¢n abarrotadas y las heridas menos graves se tratan de curar en los jardines del hospital de Fr¨¨res, en Puerto Pr¨ªncipe.Gorka LejarcegiSiempre hay infiernos dentro del propio infierno. El psiqui¨¢trico Mars & Line de Puerto Pr¨ªncipe es el ejemplo. La mayor parte de los 80 enfermos all¨ª ingresados fueron recogidos por sus familiares tras el gran terremoto, que da?¨® el edificio considerablemente, pero los ocho que nadie reclam¨® siguieron viviendo all¨ª en condiciones infrahumanas.Crist¨®bal ManuelLos internos del psiqui¨¢trico de Mars & Line duermen sobre camastros de hierro, de los que solo algunos est¨¢n cubiertos por una colchoneta mugrienta de gomaespuma. Crist¨®bal ManuelLa cotidianidad se abre paso en medio de la tragedia. Una mujer tiende la ropa entre los escombros de la ciudad de L¨¦ogane, situada a 40 kil¨®metros al sur de Puerto Pr¨ªncipe. De sus 25.000 habitantes, al menos 10.000 fallecieron y la ciudad qued¨® totalmente destruida por el terremoto.Gorka LejarcegiUno de los ni?os refugiados en el campamento instalado frente al palacio presidencial intenta asearse en plena calle.Gorka LejarcegiEl sue?o de aquellos d¨ªas, casi el ¨²nico, era poder escapar de Puerto Pr¨ªncipe. Muchos lo intentaron a bordo de barcos oxidados, varados desde hac¨ªa tiempo en el puerto de la ciudad. Subieron a ellos con la esperanza de que aquel cobijo provisional se convirtiera en un salvoconducto para la huida, pero tambi¨¦n esa ilusi¨®n result¨® ser falsa. Diez a?os despu¨¦s, Hait¨ª todav¨ªa lucha por recuperarse de aquella tragedia y de todas las que le precedieron.Gorka Lejarcegi