Ni?os con pistolas
Un t¨®pico repetido en el caso de los perpetradores de masacres estudiantiles es que se trataba de j¨®venes tranquilos, solitarios. Este dato no me extra?a: me resulta aterrador
Lo primero es admitir el estupor y la tristeza: me parecer¨ªa inhumano escribir sobre la desgracia sucedida la ma?ana de este viernes en el Colegio Cervantes de Torre¨®n, Coahuila, sin partir de la consternaci¨®n y la ausencia de certezas. Lo segundo es la empat¨ªa: lamento mucho que -como sociedad y como especie- estas cosas nos sucedan. No solo el evento; tambi¨¦n los fen¨®menos emocionales, dom¨¦sticos y cotidianos que llevaron a un chico de once a?os a ejercer violencia homicida en una escuela primaria.
Sin embargo, mi reacci¨®n original al enterarme del tiroteo fue distinta a lo que he dicho en el p¨¢rrafo anterior. Primero me irrit¨¦ ante la simpat¨ªa hist¨®rica de la cultura lagunera por el arquetipo del guerrero. Luego deplor¨¦ la sensaci¨®n de contagio del furor armado juvenil que aqueja desde hace largo a Estados Unidos. Despu¨¦s me enoj¨¦ con los padres del menor (cuya historia familiar desconoc¨ªa en ese momento) e incluso con el chico¡ Ninguna de las tres reacciones que acabo de describir (podr¨ªa enumerar muchas m¨¢s) es ya no digamos justa: ni siquiera es realista o informada. Si las enumero aqu¨ª es precisamente porque me interesa hacer notar los riesgos ¨¦ticos de la reacci¨®n inmediata y la insensibilidad a los datos virtuales cuando intentamos trasmitir una opini¨®n sobre algo que involucra la p¨¦rdida de vidas humanas y la destrucci¨®n simb¨®lica del proceso de ense?anza-aprendizaje, fundamental para la vida comunitaria.
Al poco rato de que los hechos fueron del conocimiento p¨²blico, Miguel Riquelme, gobernador de Coahuila, hizo una declaraci¨®n en el sentido de que el videojuego Natural Selection podr¨ªa haber sido el detonante de la tragedia. Me parece una afirmaci¨®n desafortunada e irreflexiva, como desafortunadas e irreflexivas me parecen las iracundas reacciones en redes sociales por parte de los gamers: tampoco es que la polarizaci¨®n y la defensa ciega de un producto de la cultura popular abone mucho a la comprensi¨®n de lo que sucedi¨®. La polarizaci¨®n intergeneracional -algo que yo mismo he practicado en ocasiones-, la descalificaci¨®n entre grupos de personas de edades distintas, est¨¢ resultando cada vez m¨¢s constante y desastrosa en muchos ¨¢mbitos, entre ellos las redes sociales. La horizontalidad de nuestra biograf¨ªa virtual tiene muchas ventajas, pero dudo que una de ellas sea el abatimiento de nuestras neurosis.
Por otra parte, se habla de instalar controles f¨¦rreos para impedir el ingreso de armas a las instituciones educativas, y est¨¢ muy bien, pero se trata a mi juicio de una medida de contenci¨®n m¨¢s que de una preocupaci¨®n profunda ante el fen¨®meno. Es evidente que yo tampoco tengo una respuesta, salvo que -como padre y como adulto- aspiro a extraer una lecci¨®n de humildad de este hecho tan terrible. Por eso me animo a compartir aqu¨ª un par de reflexiones finales.
En M¨¦xico han sucedido dos tiroteos de esta ¨ªndole en la ¨¦poca reciente: uno en una escuela secundaria de Monterrey, en 2017; y el del Instituto Cervantes de Torre¨®n. Ambos sucedieron en el mes de enero, poco despu¨¦s del regreso a clases. Sin embargo, se trata de un fen¨®meno de car¨¢cter global y no nacional. El relato de j¨®venes ejerciendo violencia armada en instituciones educativas menudea en Estados Unidos, pero la mitificaci¨®n del proceso tiene una larga historia en internet, lo que lo vuelve problem¨¢tica internacional. No pretendo satanizar el mundo virtual, pero s¨ª creo que es imperativo des-idealizarlo: la libertad cibern¨¦tica demanda una actualizaci¨®n en los procesos de educaci¨®n, y no solo para los j¨®venes: la insensibilidad cognitiva a los datos virtuales (algo que nos aqueja lo mismo en Facebook o Tinder que en una fanpage de serial killers) puede trastornar a cualquiera.
Un t¨®pico repetido en el caso de los perpetradores (y casi siempre a la postre v¨ªctimas) de masacres estudiantiles es que se trataba de j¨®venes tranquilos, solitarios, con buenas calificaciones. Este dato no me extra?a: me resulta aterrador. Dentro del psicoan¨¢lisis jungiano existe el concepto de La Sombra: ese costal -dir¨ªa Robert Bly- donde el individuo sepulta o ¡°quema¡± ¨¢reas profundas de su psique, expuls¨¢ndolas de su ego para complacer a quienes ama; por lo regular los padres. La Sombra, el se?or Hyde que vive en cada uno de nosotros, est¨¢ siempre ah¨ª, justo a la orilla de nuestro falso yo; es imposible barrer la oscuridad del coraz¨®n debajo de la alfombra. Quiero pensar en esto cada vez que reprima las expresiones de ira, el barullo, el desagrado, la escatolog¨ªa de Leonardo, mi hijo de diez a?os. No quiero que su sombra crezca demasiado; prefiero intentar amarlo como es. Quiero que mi hijo me conceda acompa?arlo a conocer su oscuridad.
Agradezco al periodista torreonense Javier Garza Ramos la ecuanimidad y profesionalismo con que inform¨® del caso a sus lectores; su actuaci¨®n es una prueba de que el periodismo de calidad sigue vivo y puede adaptarse a formatos como Twitter. Mis profundas condolencias a todas las familias alcanzadas por esta desgracia.
Juli¨¢n Herbert es escritor mexicano.?
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