Repetir nuestro presente
El acuerdo entre PSOE y ERC es una transacci¨®n donde se negocian intereses particulares: uno obtiene votos para la investidura y otro, un instrumento que calcula le acerca a sus objetivos
"Se pod¨ªa haber ido a una reforma del Estatut a trav¨¦s del Parlament. Se pod¨ªa haber abierto un di¨¢logo nacional en las Cortes. Pero se ha elegido una negociaci¨®n bilateral sin encaje institucional que excluye a millones de catalanes y adopta el lenguaje de ERC¡±. Son palabras de Fernando S¨¢nchez Costa, presidente de Sociedad Civil Catalana, la asociaci¨®n fundada en 2014 para amasar las preocupaciones, aspiraciones e intereses de los catalanes contrarios a la secesi¨®n, y que en balde ha pasado 2019 pidiendo que la gobernabilidad del pa¨ªs no dependiera del secesionismo. Sumemos otra reflexi¨®n que se hac¨ªa Rafael Arenas, vicepresidente de Impulso Ciudadano, un movimiento para defender el pluralismo dentro de la sociedad catalana: ¡°Si el conflicto es entre Catalu?a y Espa?a ?por qu¨¦ vamos a votar solamente los catalanes? Si es un conflicto entre catalanes, en la mesa de di¨¢logo ?qui¨¦n habla por los catalanes no nacionalistas? ?Torra? ?S¨¢nchez? Me parece que nadie. Vendidos, otra vez¡±.
Ni Costa ni Arenas hablan por todos los catalanes no independentistas, pero nadie que tenga amigos o familiares entre los catalanes de sentimiento espa?ol puede desconocer que entre ellos prevalece un sentimiento de frustraci¨®n y desamparo. Han sido, desde que las elites del Estado inauguraron el modelo de laxitud hacia los nacionalismos perif¨¦ricos a cambio de votos en Madrid, la verdadera ¡°parte sin parte¡± de nuestra crisis territorial. Y, dado que siguen sin parte, me ha parecido justo darles voz. Ciertamente, no les faltan motivos para recelar de la nueva mesa de di¨¢logo con el secesionismo. El problema no es ya la discutible institucionalidad paralela que consagra; el problema es que el nacionalismo catal¨¢n estar¨¢ representado, por as¨ª decir, en ambos lados de la mesa; en uno, por el programa de m¨¢ximos del secesionismo; en otro, por el programa de m¨ªnimos que representan PSC y Podemos; nacionalismo carn¨ªvoro frente a nacionalismo vegano; los que quieren poner muros a la convivencia en un lado y del otro quienes pondr¨ªan verjas. ?Qui¨¦n habla entonces por los catalanes que disfrutan de su com¨²n ciudadan¨ªa espa?ola sin sentirse concernidos por ning¨²n proceso de construcci¨®n nacional catalana? Recordemos algunas de sus demandas: biling¨¹ismo escolar, despolitizaci¨®n de los Mossos, pluralismo en los medios, neutralidad institucional. Pero a las clases identitariamente subalternas no se les permite opinar.
Sin duda: dialogar es necesario. Pero seamos claros: el acuerdo entre PSOE y ERC no es un acuerdo entre l¨ªderes valientes que arriesgan para lograr la paz en una sociedad dividida, pensando en el bien com¨²n, sino una transacci¨®n donde se negocian intereses particulares: el PSOE obtiene votos para la investidura; ERC, un instrumento que calcula le acerca a sus objetivos. Como con el Estatut, nadie ha pensado en incluir a los catalanes no catalanistas. Tambi¨¦n entonces se escarneci¨® a los cr¨ªticos. Nada hemos aprendido de aquel episodio. Ni siquiera repetiremos nuestro pasado; lo que repetiremos ser¨¢ nuestro presente.
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