La metaf¨ªsica del di¨¢logo
Proponemos concebir el di¨¢logo pol¨ªtico como una b¨²squeda colegiada de verdad
En el actual escenario pol¨ªtico despunta el manido clich¨¦ "se requiere di¨¢logo". Que la situaci¨®n social y pol¨ªtica espa?ola exige mayor intensidad de di¨¢logo es un mantra. Lo que se est¨¢ negligiendo, sin embargo, es la innovaci¨®n necesaria que han de introducir los agentes que quieren dialogar para poder llegar a soluciones. En efecto, habida cuenta de las particularidades de la compleja situaci¨®n espa?ola actual, hace falta una nueva herramienta para conseguir acuerdos y resolver los problemas. Proponemos denominar deliberaci¨®n consultiva a una hoja de ruta formada por cinco principios ontol¨®gicos:
1) Dialogar es encontrarse juntos en una verdad
La b¨²squeda de soluciones colegiadas es una exploraci¨®n de la realidad, no un mero renunciar a posicionamientos iniciales y exigir concesiones rivales. La consulta, especialmente en pol¨ªtica, es un proceso de hallazgo de la verdad por parte de unos representantes que deben actuar como verdaderos investigadores de la realidad social que est¨¢n llamados a gestionar. As¨ª, un mayor poder pol¨ªtico de cada partido o interlocutor significar¨ªa, no mayor fuerza de imposici¨®n o mercadeo, sino mayor n¨²mero de agentes que investigan, desde sus posiciones de partida, la verdad acerca de los problemas a solventar.
Esta posici¨®n humilde de docta ignorancia socr¨¢tica favorece una actitud relajada y libre de tensiones. Requiere el desprendimiento de planteamientos dogm¨¢ticos aprior¨ªsticos. Las ideolog¨ªas pol¨ªticas son casi siempre dogm¨¢ticas, pero una actitud de b¨²squeda permite extraer lo mejor de la ideolog¨ªa y filtrar de ella aquello que inhabilita. Adem¨¢s, enfocar la deliberaci¨®n de este modo exploratorio, realza la necesidad de equilibrar la fricci¨®n que se da entre los requerimientos de las agendas y programas, y la necesidad de dejar espacios en blanco para una investigaci¨®n com¨²n sin fines predefinidos.
2) La raz¨®n de ser del di¨¢logo es el bien com¨²n
La satisfacci¨®n de los intereses de un porcentaje de la poblaci¨®n es leg¨ªtima siempre y cuando no sea a costa de un umbral digno de bien com¨²n. Esto se torna extraordinario dentro del actual clima de confrontaci¨®n y competencia, donde la coherencia pol¨ªtica se malinterpreta como maximizaci¨®n de intereses parciales. Tomar decisiones apropiadas no es factible salvo que los intereses sectoriales y grupales se supediten al bien colectivo. Dentro de un marco universal de bien com¨²n, los intereses particulares encuentran acomodo. Por muy convencido que est¨¦ uno de los dialogantes de que su propuesta de soluci¨®n es la mejor, no puede olvidar que lo particular es distinto de lo universal. Lo universal se define como aquello com¨²n del que participa toda la ciudadan¨ªa.
3) Las ideas particulares son un fideicomiso del conjunto
En un proceso consultivo los integrantes han de exponer sus ideas con transparencia a fin de asegurarse de que sean comprendidas. Sin embargo, una vez expuestas, las propuestas pertenecen a la mesa de di¨¢logo en su conjunto. Es ah¨ª donde se aceptan, rechazan o modifican, olvidando enseguida qui¨¦n las plante¨®, y evitando poner denominaciones de origen a las propuestas que prevalecen. Sin este principio, la deliberaci¨®n colectiva se torna en un constante choque de egos y apegos.
4) Los cuatro supuestos universales del habla
Toda negociaci¨®n posee una dimensi¨®n procedimental, t¨¦cnica. Pero la llevan a cabo personas. Quienes dialogan para acordar soluciones han de obligarse a mantener una serie de actitudes morales; a saber, las que el gran te¨®rico del consenso, J¨¹rgen Habermas, ha denominado: inteligibilidad (esto es, la claridad a la que nos hemos referido), verdad (es decir, honradez), rectitud (la regla ¨¢urea de la reciprocidad) y honestidad (veracidad, sinceridad). Queremos insistir en la importancia del tercero de estos supuestos en la coyuntura actual. Las partes negociadoras deben cuidarse durante todo el proceso de no ofender a las dem¨¢s y, a su vez, hacer esfuerzos por no sentirse ofendidos.
5) El acuerdo final debe ser apoyado incondicionalmente por todas las partes
Cuando se ha alcanzado un compromiso, se necesita que las partes act¨²en con verdadera unidad. Con independencia del planteamiento inicial de cada uno de ellos, una vez tomada la decisi¨®n, ¨¦sta debe ser asumida de buen grado por todas las partes implicadas como si hubiera estado originalmente en sus propuesta original. De lo contrario, tras la puesta en marcha de la soluci¨®n, nunca se conocer¨¢ su grado de acierto o error, por cuanto ¨¦ste siempre podr¨¢ ser achacado a la falta de apoyo real de alguna de las partes del acuerdo.
As¨ª las cosas, proponemos concebir el di¨¢logo pol¨ªtico como una b¨²squeda colegiada de verdad. En lugar de intentar adicionar o conjugar los intereses de las facciones sociales a las que cada dialogante cree representar, los negociadores deben procurar darse cita en la verdad. La noci¨®n de volont¨¦ g¨¦n¨¦rale, esencia de la democracia moderna, no hace referencia a la suma proporcional o porcentual de las voluntades particulares, sino a un resultado colectivo que se engendra a partir de ¨¦stas. Eugenio Tr¨ªas, en su teor¨ªa fronteriza de la verdad, vierte luz sobre esta crucial cuesti¨®n. La verdad acerca de un objeto es una bisagra entre los datos emp¨ªricos que arroja tal objeto y la esencia ideal que lo define. Una bisagra que hace de junta entre la realidad f¨¢ctica del objeto en cuesti¨®n y su arquetipo ideal. Una decisi¨®n es verdadera si hace de bisagra entre los datos que observamos y la idea definitoria o sustancial del tema en cuesti¨®n; sin llegar a confundir ambos planos, pero sin renunciar a juntarlos. "No hay que reprochar a Hegel que describa el ser del Estado moderno tal cual es ¡ªafirma Marx¡ª, sino que tome lo que es como si fuese la esencia del Estado".
Sergio Garc¨ªa es investigador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados de la UPNA
y Arash Arjomandi es profesor de ?tica en la UAB
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