¡®D¨¦j¨¤ vu¡¯ a la colombiana
Desde que Iv¨¢n Duque asumi¨® el poder la seguridad no ha hecho otra cosa que deteriorarse
Los primeros 20 d¨ªas del a?o 2020 han regresado a Colombia al pasado. No tanto en cifras o indicadores de violencia, pero si en sevicia y criminalidad. El resumen es espantoso: en lo que va del a?o ha sido asesinado un l¨ªder social cada d¨ªa, al sumar los ¨²ltimos cuatro a?os son alrededor de 600 homicidios de liderazgos sociales. Nadie sabe quien dispara, quien da la orden, el Estado se encuentra literalmente paralizado y lo ¨²nico que se atreve a asegurar es que hacen lo que pueden. A esto se le suma una sucesi¨®n de hechos, que traen el peor recuerdo de la guerra sucia que vivi¨® el pa¨ªs en la d¨¦cada de los ochenta del siglo XX. La revista Semana ha liderado una serie de investigaciones sobre fen¨®menos de corrupci¨®n, violaci¨®n de derechos humanos y comportamientos ilegales de altos mandos militares. La respuesta han sido amenazas a los periodistas, intentos de atentados, seguimientos, interceptaciones ilegales y, hace algunas horas, se supo que militares activos y en retiro contrataron sicarios para asesinar un periodista. Como en las viejas ¨¦pocas en las que ser de izquierda era llevar una cruz a la espalda.
Adicional a esto, hace unos d¨ªas se produjeron dos decapitaciones ocurridas en el municipio de Caucasia, ubicado en el departamento de Antioquia. Tambi¨¦n, en las festividades navide?as de 2019 se supo de una decapitaci¨®n en Zaragoza y antes, en Taraz¨¢, un campesino fue cortado vivo con una motosierra y luego lanzado a un r¨ªo. Esta imagen de degradaci¨®n de la violencia se vive en varias regiones del pa¨ªs, no son situaciones aisladas. En cada uno de estos hechos, se dejaban letreros alusivos a organizaciones criminales. Vale aclarar que las decapitaciones no fueron algo com¨²n en las diferentes olas de violencia que ha vivido el pa¨ªs, es m¨¢s bien una pr¨¢ctica muy com¨²n en el crimen mexicano. Por el contrario, el uso de las motosierras era bastante com¨²n en las estructuras paramilitares. Un comandante de las AUC en el Putumayo ten¨ªa ese al¨ªas, decenas de personas fueron asesinadas con motosierras. Durante varios a?os, por ejemplo, en Barrancabermeja, capital del Magdalena Medio, uno de los negocios m¨¢s rentables era vender motosierras y el otro m¨¢s rentable era la venta de ata¨²des.
El cap¨ªtulo de los comportamientos ilegales de sectores de las Fuerzas Militares merece un an¨¢lisis aparte, pues el hecho de contratar sicarios para asesinar periodistas, enviar sufragios a periodistas y familiares de estos y, sobre todo, hacer seguimientos de forma visible para intimidar medios de comunicaci¨®n es algo que no se ve¨ªa hac¨ªa muchos a?os. Surgen dos preguntas. La primera la hizo un periodista, quien manifest¨® que no denunciaban pues eran las autoridades las que los persegu¨ªan, o, en otras palabras, se iba a llevar una denuncia a los responsables de las intimidaciones. ?Qui¨¦n nos defiende? Otra de las inquietudes se refiere a los niveles de control social y pol¨ªtico de los aparatos de seguridad. Pareciera que la palabra justicia nunca les llega.
Lo complicado de toda esta situaci¨®n es que el Gobierno parece paralizado, no hay sanciones, las medidas de seguridad no dan resultado y el Ejecutivo solo hace ruedas de prensa o declaraciones ante medios de comunicaci¨®n para anunciar medidas que a la postre terminan teniendo un bajo nivel de efectividad. La principal bandera, con la que gan¨® las elecciones Iv¨¢n Duque, era la de la seguridad. Pero desde que asumieron el poder esta no ha hecho otra cosa que deteriorarse. A esto se le suma una crisis pol¨ªtica, principalmente en el Congreso de la Rep¨²blica, una situaci¨®n econ¨®mica cada vez m¨¢s dif¨ªcil, una crisis de imagen, la cual se traduce en que casi ning¨²n peso pesado de la pol¨ªtica ha aceptado un ministerio al actual Gobierno, y sobre todo un presidente que parece incapaz de tomar decisiones. Un arranque de a?o que nos regresa al pasado.
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