Nueva aritm¨¦tica

Los dos principales partidos independentistas, Esquerra Republicana de Catalunya y Junts per Catalunya, han llegado a un acuerdo con En Com¨² Podem para desbloquear simult¨¢neamente los presupuestos de la Generalitat, prorrogados desde 2017, y los del Ayuntamiento de Barcelona, en id¨¦ntica situaci¨®n desde 2015. El doble compromiso comenz¨® a fraguarse despu¨¦s de que, en diciembre, los mismos grupos alcanzaran un acuerdo sobre los ingresos p¨²blicos, completado este lunes por otro equivalente en relaci¨®n con los gastos, a partir del cual pueden ponerse en marcha los mecanismos de aprobaci¨®n tanto en el Ayuntamiento como en el Parlament. La posibilidad te¨®rica de que unas u otras cuentas no prosperen sigue existiendo, pero resulta poco probable que surjan problemas insalvables. No solo porque el clima pol¨ªtico ha comenzado a cambiar en Catalu?a a consecuencia del giro de ERC y la incapacidad de JuntsxCat para detenerlo, sino tambi¨¦n porque existe una conciencia generalizada de que la situaci¨®n de bloqueo no puede prolongarse por m¨¢s tiempo.

La posibilidad de aprobar las cuentas de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona es de por s¨ª una buena noticia, en la medida en que introduce un factor de normalidad en la vida p¨²blica de una comunidad aut¨®noma en la que la totalidad de la gesti¨®n p¨²blica lleva a?os secuestrada por el programa de la independencia. Una vez que los hechos han demostrado su inviabilidad, la estrategia de prolongar el enfrentamiento a costa del bienestar y de los servicios p¨²blicos de los catalanes no pasa de ser una muestra de obcecaci¨®n y de fanatismo. Junts per Catalunya se ha avenido al acuerdo con reticencias, porque, a diferencia de Esquerra, no considera que la confrontaci¨®n por la confrontaci¨®n haya agotado la totalidad de sus resultados potenciales. Pero tambi¨¦n por razones m¨¢s inconfesables: ERC se encuentra al frente de las consejer¨ªas que gestionan el grueso del presupuesto de Catalu?a, por lo que la situaci¨®n de bloqueo le abre un flanco electoral a favor de JuntsxCat en la pugna por la hegemon¨ªa en el campo independentista. Y esto sin considerar, por otra parte, el desgaste pol¨ªtico que la falta de presupuestos provoca en el Ayuntamiento de Barcelona, y, de manera particular, en la fuerza de la alcaldesa, Ada Colau.

Nadie parece dispuesto a pronosticar si el compromiso alcanzado en Catalu?a va a tener o no una traducci¨®n directa en los Presupuestos Generales del Estado, si bien el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, ha mostrado un optimismo sobre la posibilidad de aprobarlos en los pr¨®ximos meses para el que no cabe otra explicaci¨®n. El t¨ªmido deshielo que ha abierto la opci¨®n de hacerlo en Catalu?a no incluye en la nueva aritm¨¦tica a los representantes del PSC, que anunciaron su voto en contra de los presupuestos de la Generalitat en el Parlament. Pero depende de lo que suceda en el Congreso de los Diputados que las cuentas catalanas no queden en papel mojado, puesto que solo tendr¨¢n efectividad si, por su parte, se aprobaran los Presupuestos Generales. El equilibrio pol¨ªtico necesario para que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona entrevean por fin la salida a la par¨¢lisis econ¨®mica es una prueba de que la confrontaci¨®n pol¨ªtica puede ceder ante el normal funcionamiento de las instituciones. En realidad, ese deber¨ªa ser el objetivo m¨¢s acuciante, tanto en Catalu?a como en el resto de Espa?a.