Una enorme y fr¨¢gil esperanza
El programa de Gobierno de S¨¢nchez e Iglesias es un cat¨¢logo de todo lo que hoy resulta necesario para hablar de reformismo, pero la mayor¨ªa que lo sustenta se apoya en una ¡°nimiedad¡± en t¨¦rminos de votos
El Gobierno de S¨¢nchez-Iglesias representa para todos los dem¨®cratas europeos una enorme y fr¨¢gil esperanza. Tambi¨¦n supone una oportunidad de aprendizaje, si es que de la historia y de la cr¨®nica se sabe aprender algo (por lo general, en cambio, suelen repetirse los errores cometidos por otros).
Es una esperanza porque va a contracorriente respecto a la marea de revanchismo de derechas, rayano en el prefascismo, que desde hace ya demasiados a?os parece extenderse incontenible por Occidente, con Orban en Hungr¨ªa, Kaczynski en Polonia, Vox en Espa?a (propiciado por los a?os de Rajoy), AfD en Alemania, Salvini+Meloni en Italia, una Le Pen ya permanentemente competitiva en Francia, por no hablar de Holanda y de los pa¨ªses n¨®rdicos, donde hasta ayer mismo estas derechas eran simplemente impensables (y sin mencionar a Trump, por supuesto).
Es una esperanza porque el programa acordado entre el PSOE y Podemos trata de afrontar la ra¨ªz de la marea derechista: la creciente desigualdad de ingresos y de estatus que desde hace d¨¦cadas no ha dejado de crecer en las sociedades occidentales, con los pobres cada vez m¨¢s pobres, los muy ricos cada vez m¨¢s cresos, y las clases medias cada vez m¨¢s en peligro, con la estela de ansiedad y miedo que la falta de pol¨ªticas de izquierda ha regalado a las derechas m¨¢s extremas. Unas derechas antidemocr¨¢ticas que reemplazan tradicionalmente los problemas con los chivos expiatorios, la omnipotencia de la finanza sin regulaci¨®n y del empresariado desenfrenado, que es la causa principal de los problemas que est¨¢n doblegando a las democracias occidentales, con el miedo a los inmigrantes, un chivo expiatorio perfecto, dado que bucea en las profundidades ps¨ªquicas del nosotros/ellos presentes en cada Homo sapiens y que solo el bienestar, la igualdad y la educaci¨®n pueden mantener bajo control, pues de lo contrario resurge la pulsi¨®n premoderna de la identidad de ¡°fe, sangre, suelo¡±.
Carece de sentido una izquierda que no act¨²e como tal, que compita con la derecha en su terreno
El programa de Gobierno es muy detallado, los defensores del statu quo lo tachar¨¢n de mera ¡°lista de sue?os¡±, demasiado ambicioso, demasiado radical. Muy al contrario, se trata de un preciso cat¨¢logo de todo lo que resulta absolutamente necesario hoy para poder hablar de reformismo. Si parece radical es solo porque en Europa nos hemos acostumbrado durante d¨¦cadas a considerar que el reformismo no es lo opuesto al conservadurismo sino lo contrario a la revoluci¨®n, y nada m¨¢s.
El programa S¨¢nchez-Iglesias, por el contrario, vuelve a vincularse con la tradici¨®n reformista, y a situar en el centro no la ¡°empresa¡± en abstracto sino a los trabajadores, poniendo entre par¨¦ntesis de manera significativa la ¡°reforma laboral¡±, es decir, las leyes contra los trabajadores de Rajoy, y anunciando al contrario un nuevo Estatuto de los trabajadores que represente una garant¨ªa para todo el variado mundo del trabajo posfordista que, privado de la gran f¨¢brica como un lugar de agregaci¨®n y organizaci¨®n, se encuentra cada vez m¨¢s a menudo a merced de una indecente hiperexplotaci¨®n, a la que la desregulaci¨®n liberalista y la globalizaci¨®n han dado legitimidad hasta ahora.
Tambi¨¦n trata de dar una centralidad no declamatoria, sino concretamente operativa, de manera gradual pero partiendo de hoy mismo, a la urgencia ecol¨®gica, a la que en los foros internacionales muchos Gobiernos hacen zalamer¨ªas para no tomar despu¨¦s las medidas energ¨¦ticas (?radicales!) que la emergencia clim¨¢tica en el acto exige. E intenta revertir esa tendencia que ha visto crecer enormemente en el ¨²ltimo medio siglo la brecha entre ricos y pobres a trav¨¦s de medidas como el aumento del salario m¨ªnimo (?hasta 1.200 euros? Un sue?o, en Italia), el incremento significativo de los impuestos para los ingresos m¨¢s altos y las grandes empresas, la ampliaci¨®n de las prestaciones del servicio de salud p¨²blica (con la introducci¨®n del dentista), el control del aumento de los alquileres, la extensi¨®n de la educaci¨®n a la franja de cero a tres a?os y una vuelta de tuerca a las escuelas privadas, una fuente de desigualdad muy a menudo subestimada.
Por ¨²ltimo, la derogaci¨®n de la ley mordaza indica una voluntad de defensa de las libertades que alimenta esperanzas de que el aumento de las libertades civiles involucre tambi¨¦n a otros sectores, incluido el tan acuciante como arduo, especialmente en pa¨ªses donde ha resultado sofocante el peso del poder cat¨®lico, de las cuestiones bio¨¦ticas: el derecho de cada persona a decidir sobre nacimiento, vida sexual, muerte.
Sin embargo, es una esperanza fr¨¢gil, como hemos subrayado. La mayor¨ªa que la sustenta se basa en una ¡°nimiedad¡± en t¨¦rminos de votos. Un par de ausencias en el Parlamento la pondr¨ªan en peligro. O el chaqueteo de un par de parlamentarios, propiciado acaso por el poder de la m¨¢quina corruptora o intimidatoria del que siempre dispone el establishment econ¨®mico y sus ramificaciones pol¨ªticas.
El Ejecutivo intenta afrontar la ra¨ªz de la marea derechista: la creciente desigualdad de ingresos y de estatus
Y aqu¨ª llega, inevitable, la primera ense?anza. Hace solo unos meses, en las elecciones de abril de 2019, la misma coalici¨®n de hoy habr¨ªa tenido, y de hecho ten¨ªa, una mayor consistencia y, por lo tanto, menos fragilidad. Pero S¨¢nchez opt¨® en ese momento por el ego¨ªsmo de partido, el espejismo de ganar votos sustray¨¦ndoselos a Podemos, en lugar de dar coherencia a la vocaci¨®n reformista, con la que adem¨¢s hab¨ªa derrotado en el seno del PSOE a Susana D¨ªaz, el alma del establishment, la Blair del partido.
La ense?anza es aqu¨ª doble. Errare humanum est, perseverare autem diabolicum, y, por lo tanto, cuando se comete un error, ha de tenerse el valor de admitirlo para remediarlo. Afortunadamente, S¨¢nchez lo ha hecho (lo cual es raro entre los pol¨ªticos) e Iglesias no se lo ha hecho pesar (tampoco este generoso realismo es habitual en la izquierda, por desgracia). Pero la ense?anza de fondo es que carece de sentido una izquierda que no act¨²e como tal, que compita con la derecha en su terreno, que considere la ¡°moderaci¨®n¡±, es decir, someterse al estado de cosas vigente para administrarlo, como la m¨¢s alta virtud de reformismo.
Deber¨ªa ser obvio, lo es incluso etimol¨®gicamente, que reformismo significa re-formar, dar una forma nueva a las relaciones de poder pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural. Inyectar dosis masivas de igualdad (MASIVAS), all¨¢ donde los automatismos del mercado impulsan el crecimiento del privilegio y la hybris de la explotaci¨®n. Para una pol¨ªtica democr¨¢tica, redistribuir la riqueza es tan importante como producirla, a menudo incluso m¨¢s importante.
Al fin y al cabo, solo una pol¨ªtica de justicia y libertad, fuertemente social en lo econ¨®mico y fuertemente liberal (por lo tanto, estrictamente laica) en t¨¦rminos de derechos civiles individuales, podr¨¢ evitar que la cuesti¨®n nacional, principalmente la de Catalu?a, se imponga como el problema dominante y, de hecho, ¨²nico, para celebrar elecciones/plebiscitos que oscurezcan los problemas sociales, como esperan los reaccionarios y los privilegiados.
La cuesti¨®n catalana merece obviamente un an¨¢lisis por separado. Aqu¨ª, sin embargo, es de rigor subrayar al menos la lucidez y el coraje pol¨ªtico (y tambi¨¦n personal) de Oriol Junqueras, que ha conducido a Esquerra Republicana por una ruta de colisi¨®n con los conservadores independentistas de Puigdemont con tal de evitar el fantasma del regreso de las derechas al poder.
La permanencia en prisi¨®n de Junqueras y de todos los dem¨¢s condenados sigue siendo una verg¨¹enza y un obst¨¢culo, y es de esperar que un Gobierno capaz de acrecentar r¨¢pidamente los consensos mediante su pol¨ªtica social y de defensa de las libertades sepa encontrar las herramientas legales para ponerle fin. De lo contrario, la fragilidad podr¨ªa derivar en desplome.
Paolo Flores d¡¯Arcais es fil¨®sofo, director de la revista MicroMega.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.