El campo negocia
Perseverar en el di¨¢logo es la v¨ªa para cerrar la crisis que no ser¨¢ f¨¢cil ni breve
Las protestas de los agricultores, concentradas el martes en Extremadura, Almer¨ªa y C¨¢diz, han tenido una respuesta del Gobierno que merece una reflexi¨®n pol¨ªtica m¨¢s prudente que exaltada. El vicepresidente Iglesias y la ministra D¨ªaz han aceptado la creaci¨®n de una mesa de negociaci¨®n espec¨ªfica para el campo que, como cualquier propuesta de este orden, tendr¨¢ que concretarse en detalles (composici¨®n, funciones, calendario) si lo que se pretende es que sea algo m¨¢s que un brindis al sol. Adem¨¢s, los negociadores de las asociaciones agrarias recibieron de Iglesias y D¨ªaz una simpat¨ªa hacia sus reivindicaciones que no es usual en estos casos. No solo consideraron ambos que los agricultores tienen raz¨®n en sus protestas, sino que les instaron a ¡°seguir apretando¡± en calles y autov¨ªas para defender sus reivindicaciones.
No est¨¢ prohibido, desde luego, que vicepresidente y ministra sientan simpat¨ªa por los derechos de los agricultores; de hecho, si hay una batalla que ya han ganado los manifestantes es un cierto consenso social en que la situaci¨®n del campo requiere atenci¨®n inmediata. Pero no es propio de un vicepresidente del Gobierno el que anime a que se lleven las protestas a la v¨ªa p¨²blica ni a seguir manteniendo cortes en calles y autov¨ªas.
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Las reclamaciones se han entendido hasta ahora en amplios sectores sociales como justificadas y es razonable que se encaucen en un proceso negociador que dirija el ministro de Agricultura. Es posible que las protestas contin¨²en, pero las organizaciones agrarias saben que ser¨¢ la negociaci¨®n la que resuelva, o al menos pal¨ªe, los males que aquejan al sector primario. Dicho lo cual, tambi¨¦n hay que recordar que se equivoca quien piense que las dificultades del campo se van a resolver en dos semanas. Lo m¨¢s razonable es ordenar los problemas por su urgencia e importancia y organizar las negociaciones de acuerdo con este criterio. Es la forma m¨¢s segura de avanzar y tambi¨¦n la mejor para no confundir a los agricultores y a los ciudadanos.
A efectos pr¨¢cticos, hay dos cuestiones urgentes que deber¨ªan constituirse en preocupaci¨®n inmediata de los negociadores: la creaci¨®n de un observatorio de precios, que sirva de gu¨ªa e instrumento para vigilar las diferencias entre precios pagados a los agricultores y precios de venta al p¨²blico, y un enfoque realista de lo que suceder¨¢ en Europa con los fondos de la PAC. No es admisible que el campo est¨¦ vendiendo productos a p¨¦rdida, porque es ilegal y distorsiona las reglas de cualquier mercado. Si se consiguiera un principio de acuerdo sobre estos dos puntos, que podr¨ªa implicar f¨®rmulas para compensar, llegado el caso, los recortes de la PAC y, al tiempo, se abordaran procedimientos para frenar la competencia desleal de productos importados sin las debidas garant¨ªas, podr¨ªa decirse que la negociaci¨®n va por buen camino.
Otros problemas requieren estudios m¨¢s detallados y una negociaci¨®n m¨¢s larga. El campo, como muchas actividades econ¨®micas, tiene que hacer frente a cambios dr¨¢sticos en pol¨ªtica energ¨¦tica ¡ªes inevitable una subida de la imposici¨®n sobre los carburantes¡ª, en condiciones ecol¨®gicas m¨¢s estrictas y un largo camino de mejora de las explotaciones que implicar¨¢ coordinar a todas las administraciones del Estado. Este deber¨ªa ser el sentido de la negociaci¨®n a largo plazo con los agricultores.
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