¡®Pornovenganza¡¯ y pol¨ªtica
Griveaux est¨¢ padeciendo, tras la difusi¨®n de un v¨ªdeo sexual, las consecuencias de su propia moral
La primera v¨ªctima de lo que tiene todo el aspecto de ser un acto de pornovenganza¡ªla difusi¨®n no autorizada de v¨ªdeos sexuales¡ª, Benjamin Griveaux, ha retirado su candidatura a la alcald¨ªa de Par¨ªs. Macronista desde los primeros tiempos, Griveaux, hab¨ªa dimitido de su puesto de portavoz del Gobierno para dedicarse a su campa?a electoral. Arrebatar la capital a socialista Anne Hidalgo a dos a?os de las presidenciales, ser¨ªa un j¨²bilo. Impopular, discutido en su propio partido, hundido en las encuestas, pese a todo, aguantaba. Hasta que la difusi¨®n de un v¨ªdeo de car¨¢cter sexual pudo m¨¢s que su determinaci¨®n.
No se le reprocha ning¨²n delito. Alexandra de Taddeo, la mujer destinataria del v¨ªdeo que se atribuye a Griveaux, asegura que consinti¨® en que se lo enviara. Es decir, el candidato ha renunciado a pesar de que, legalmente, es inocente. Una iron¨ªa, en una Francia en la que los pol¨ªticos se aferran a sus cargos aun cuando est¨¢n condenados por delitos financieros o investigados por agresiones sexuales. La batalla por la alcald¨ªa de la capital hace furor, pero Griveaux no se ha retirado bajo ninguna avalancha de cr¨ªticas. Al contrario, la clase pol¨ªtica ha condenado de forma un¨¢nime el ataque del que ha sido v¨ªctima. Claro que todos ellos tienen miedo de acabar igual, en Francia y en otro pa¨ªses. La pornovenganza podr¨ªa ponerse de moda y abrirse hueco en la variedad de actos violentos (intimidaciones, insultos, amenazas de muerte, destrozos en oficinas de campa?a, etc¨¦tera) que sufren los pol¨ªticos, cada vez con m¨¢s frecuencia. Con raz¨®n. Y ese es el problema.
Algunos comentaristas pol¨ªticos han lanzado sus pullas a prop¨®sito de la ingenuidad, la estupidez e incluso la imprudencia de Griveaux al enviar una foto de su pene en el contexto de una relaci¨®n ad¨²ltera. Y no se sabe bien si lo malo es el adulterio, la foto que lo materializa o las dos cosas. Tras los comentarios y reflexiones, a veces poco oportunos, sobre la protecci¨®n de la vida privada en tiempos de las redes sociales y el deep fake, existe una concepci¨®n de c¨®mo debe ser la sexualidad de un pol¨ªtico. Heterosexual, conyugal y, sobre todo, si infringe estas normas, que lo haga a escondidas. Pero este es un argumento peligroso: quienes destacan la imprudencia de Griveaux son precisamente quienes le han hecho caer en las redes de Piotr Pavlenski, el responsable de haber subido el v¨ªdeo a la red en su p¨¢gina web, con el supuesto objetivo de denunciar la hipocres¨ªa de un hombre que hab¨ªa convertido sus valores familiares en un argumento de campa?a.
La clase pol¨ªtica ha condenado de forma un¨¢nime el ataque del que ha sido v¨ªctima Griveaux. Claro que todos ellos tienen miedo de acabar igual
Independientemente de lo que cada uno piense sobre el fondo de la cuesti¨®n, es tarde para devolver la vida privada de los pol¨ªticos a su escondite. Ellos la hacen p¨²blica, la exponen, la transforman en argumento de campa?a. Porque, si su vida privada no fuera ¡ªcomo afirman las feministas¡ª pol¨ªtica, se escapar¨ªan injustamente a los movimientos de ¡°libertad de expresi¨®n¡± sobre la violencia sexual y conyugal. Porque, en realidad, la ley ya protege hechos considerados m¨¢s all¨¢ de lo aceptable. El problema no es ese.
Lo que est¨¢ padeciendo Griveaux, y esto es m¨¢s delicado de o¨ªr, son las consecuencias de su propia moral. ?l, que pensaba mostrarse como un candidato responsable, buen marido y padre, ha acabado sum¨¢ndose al escenario al que han recurrido sus agresores para perjudicarle ¡ªel de la vida privada¡ª, ha validado el registro en el que se han situado ¡ªel de la moral¡ª y ha asumido el papel que le han asignado: el de un embustero que no merece ser elegido.
Para evitar todo eso y proteger a su familia, Griveaux habr¨ªa necesitado ser capaz de convertir la revelaci¨®n forzosa que deb¨ªa afrontar en un gesto pol¨ªtico y asumir el mensaje enviado si es que ¨¦l era el autor; incluso quiz¨¢ aprovechar su condici¨®n (hombre blanco heterosexual de clase acomodada) para erigirse en portavoz de las v¨ªctimas de la pornovenganza. Habr¨ªa hecho lo que se supone que debe hacer un pol¨ªtico: forzar los l¨ªmites en la sociedad. Habr¨ªa contribuido a dibujar los contornos de una protecci¨®n eficaz de la vida privada, que estuviera a la altura de la personalizaci¨®n y la repercusi¨®n medi¨¢tica de la vida de los pol¨ªticos, as¨ª como de los abusos derivados de las t¨¦cnicas asociadas ¡ªa veces, tambi¨¦n para bien¡ª a la transformaci¨®n de las normas sexuales. Pero Griveaux ha abierto la puerta a los que deseen atacar a otras v¨ªctimas y se ha arriesgado a dar la raz¨®n a quienes piensan que el ¡°nuevo mundo¡± del presidente Macron tiene todos los elementos del viejo, que es un mundo lleno de embusteros sometidos a unos poderes oscuros y que intentan hacer creer que son el futuro cuando, en realidad, representan un paso atr¨¢s con respecto al presente.
Vanessa J¨¦rome es doctora asociada en el Centro Europeo de Sociolog¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas (CESSP), Paris 1 Panth¨¦on-Sorbonne.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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