Riesgo y protecci¨®n
Es preciso repensar un modelo que ha dejado que la l¨®gica de mercado defina lo que es beneficioso
Se ha utilizado el texto, conciso y sugerente, de Augusto Monterroso de muchas maneras. ¡°Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª¡±. Ciertamente, el dinosaurio del riesgo seguir¨¢ presente en nuestras vidas. Es algo inherente a la condici¨®n humana y este inicio de siglo nos lo recuerda constantemente. Vamos incorporando capas de inquietud y desasosiego. Desigualdades intolerables, tecnolog¨ªa invasiva y al mismo tiempo imprescindible, oleadas de poblaci¨®n que buscan salida a la falta total de esperanza, l¨ªmites ambientales claramente superados y ahora una pandemia que muestra de manera evidente las costuras de una globalizaci¨®n con graves d¨¦ficits de gobernanza.
Llevamos a?os oyendo que el riesgo estaba en la intervenci¨®n de los poderes p¨²blicos que, al querer afrontar los desajustes del mercado e incrementar la protecci¨®n, lo que provocaba eran mayores contratiempos. Ahora, en cambio, lo que vemos es lo importantes que son las pol¨ªticas p¨²blicas para afrontar situaciones en que lo que est¨¢ en juego es la vida. Y en ese escenario el protagonismo de una econom¨ªa mercantil que hemos naturalizado muestra todas sus flaquezas. La depresi¨®n de 2008 fue abordada con medidas financieras que trataron de reducir los da?os que la obsesi¨®n desreguladora propici¨®, y ahora podemos estar en las mismas, dominados como estamos por la ortodoxia financiera y la aversi¨®n radical al d¨¦ficit. Estamos mucho m¨¢s pendientes de lo que dice el Banco Central Europeo que de reclamar una pol¨ªtica de salud p¨²blica realmente europea, que marque medidas solidarias y de acci¨®n conjunta. No hay salida a los retos vitales que plantea la Covid-19 desde una estricta l¨®gica de costes.
Los Estados han reaparecido como garantes de un umbral b¨¢sico de protecci¨®n generalizada. Como referentes de un ¡°nosotros¡± que resulta imprescindible cuando se alude a un riesgo compartido. Europa no constituye ese techo com¨²n. Pero la Comisi¨®n Europea no puede refugiarse en que no tiene competencias ni dispone de pol¨ªticas propias en materia de salud. De la mano del control monetario y financiero, ha intervenido enormemente en las pol¨ªticas p¨²blicas de cada pa¨ªs miembro. Recordemos la presi¨®n ejercida para reducir presupuestos p¨²blicos en educaci¨®n, salud o servicios sociales. Ahora echamos en falta camas que tuvieron que suprimirse en aras de la disciplina presupuestaria. Dec¨ªa hace poco la canciller alemana Merkel que lo importante ahora era combatir la epidemia, y que ya llegar¨ªa la hora de mirar el d¨¦ficit. Necesitamos una mirada larga que recupere el sentido de protecci¨®n cuando ahora nos enfrentamos a riesgos mortales. O Europa es capaz de asumir esa labor, que le d¨¦ sentido social a su existencia, o acabar¨¢ siendo residual en un evidente rearme nacional securitario.
Ni es una crisis sanitaria habitual ni sus secuelas lo ser¨¢n. La combinaci¨®n cambio tecnol¨®gico-riesgo global y sus diversos componentes obliga a repensar estructuralmente un modelo que ha dejado que la l¨®gica del mercado adquiriera vida propia y acabe definiendo lo que es beneficioso o perjudicial general e indiscriminadamente. Lo hemos visto estos d¨ªas con el trasiego de mascarillas y aparatos de ventilaci¨®n por toda Europa. ?Para cu¨¢ndo una normativa europea que revoque los derechos de propiedad intelectual de instrumentos b¨¢sicos de defensa de la vida? ?Es la l¨®gica del mercado la que debe guiar una investigaci¨®n m¨¦dica que resulta imposible sin la inversi¨®n p¨²blica en ciencia b¨¢sica? ?No deber¨ªa ser abierta y gen¨¦rica la vacuna de la Covid-19? ?Condicionaremos las ayudas de recuperaci¨®n econ¨®mica a que se cumplan objetivos p¨²blicos inaplazables?
Si no queremos caer en la fascinaci¨®n del autoritarismo con visos de eficiencia, hemos de poner en valor la importancia de que lo p¨²blico institucional y lo p¨²blico comunitario establezcan lazos que permitan actuaciones conjuntas en casos como la Covid-19. Incorporando esa dimensi¨®n de cuidados, de defensa de la vida, que nos interpela por todas partes y que tiene un fundamento femenino indudable. Espacios y pol¨ªticas que nos protejan, pero no de forma patriarcal y jer¨¢rquica. Recuperar los lazos con el planeta, proteger a los m¨¢s vulnerables, pero desde el reconocimiento de sus derechos, desde l¨®gicas de cercan¨ªa y de mediaci¨®n en la aplicaci¨®n estrictamente administrativa de medidas que afectan la dignidad de personas y colectivos. La combinaci¨®n de una Europa socialmente m¨¢s activa, con mayor presupuesto para asegurar protecci¨®n, y una red de instituciones y colectivos que aprovechen la proximidad para fortalecer lazos y v¨ªnculos, pueden permitirnos encarar riesgos cada vez mayores que, en sus m¨²ltiples caras, siguen estando ah¨ª al despertar.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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