Los Pa¨ªses Bajos ante la pandemia

Recientemente, el primer ministro de Portugal calificaba como ¡°repugnantes¡± las ¨²ltimas declaraciones realizadas por el ministro de Finanzas de los Pa¨ªses Bajos, Wopke Hoekstra, en las que acusaba al Gobierno de Espa?a de no haber ahorrado los suficientes fondos durante los ¨²ltimos a?os para hacer frente a la crisis de la Covid-19. Mas all¨¢ del leg¨ªtimo rechazo a las palabras de Hoekstra por la insolidaridad y por el halo xen¨®fobo que alientan, entiendo que es fundamental intentar describir con sosiego qu¨¦ es lo que est¨¢ sucediendo.

En este sentido, algunas precisiones son importantes. Son muchas las voces discordantes con las decisiones tomadas durante esta crisis por el Gobierno de Mark Rutte. El presidente del Banco Central de los Pa¨ªses Bajos, Klaas Knot, se ha mostrado muy cr¨ªtico con Rutte y ha apelado a la solidaridad. Por eso debe quedar claro que reafirmarse en la generalizaci¨®n, asumiendo que todos los habitantes de los Pa¨ªses Bajos son xen¨®fobos y social-nativistas, es un error tan inexacto como negar la existencia en este pa¨ªs de un n¨²mero importante de personas que claramente apoya o simpatiza con principios de supremacismo social-nativista y neoliberal.

Tras las elecciones de marzo de 2017, un total de 13 partidos pol¨ªticos obtuvieron representaci¨®n parlamentaria en los Pa¨ªses Bajos. El partido del actual primer ministro, Mark Rutte, obtuvo el 21,3% de los votos. El partido de Geert Wilders, dirigente ultraderechista, fue el segundo m¨¢s votado con el 13,1% de los votos. Ambos partidos son euroesc¨¦pticos. Por consiguiente, el primer ministro de los Pa¨ªses Bajos ha manejado esta pandemia, desde el comienzo, como si se tratara en un contexto de precampa?a electoral. No podemos olvidar que las pr¨®ximas elecciones se celebrar¨¢n en marzo de 2021 y los partidos de ultraderecha de Geert Wilders y de Thierry Baudet marcaban patrones ascendentes en intenci¨®n de voto mucho antes de la crisis de la Covid-19.

?Por qu¨¦ el Gobierno de los Pa¨ªses Bajos ha optado por esta posici¨®n insolidaria frente a la necesaria cohesi¨®n nacional e internacional que requiere el actual contexto de crisis sanitaria? La situaci¨®n es compleja y responde a diversos factores que vienen de largo. Los responsables pol¨ªticos de los partidos mayoritarios de los Pa¨ªses Bajos, sobre todo en los ¨²ltimos a?os, han ido configurando una narrativa cultural hegem¨®nica que se basa en dos elementos fundamentales.

Por un lado, en una reafirmaci¨®n parad¨®jica del social-nativismo que apela al pasado glorioso colonial del Estado naci¨®n, a pesar de excepciones importantes, como los esfuerzos valientes de personalidades como el rey Guillermo, quien, en un gesto significativo, pidi¨® perd¨®n p¨²blicamente el 10 de marzo por la violencia del pasado colonial.

Por otra parte, en el impulso de una ficci¨®n nacionalista ante su poblaci¨®n, como si estuviera predestinada a su feliz convivencia gracias a sus cualidades y calidades distintas a las del resto de comunidades supuestamente rivales. Una cualidad nacional contrastada frente a los dem¨¢s, bien sea por la incompetencia gestora que les roba el bien com¨²n (la Uni¨®n Europea), o bien por la existencia de un modo de ser cultural y de un proceder moral opuesto e inferior al propio.

Esto explica por qu¨¦ han abundado tambi¨¦n en las ¨²ltimas semanas las declaraciones de algunos expertos, como Sjaak de Gouw, director del Servicio de Salud Regional y Municipal en Hollands Midden, que insin¨²an que las numerosas muertes en el sur de Europa est¨¢n directamente unidas a la supuesta falta de higiene, civismo y disciplina hist¨®rica de estos pa¨ªses. La apuesta por el ¡°confinamiento inteligente¡± queda as¨ª avalada como distinta y mejor.

Dentro de esta narrativa cultural de supremacismo social-nativista, previa a la Covid-19, el neoliberalismo de Rutte est¨¢ anteponiendo el bien econ¨®mico y partidista al bien del derecho fundamental a la salud y a la protecci¨®n de todos sus ciudadanos. A pesar de lo que diga Rutte y los que se reafirman en la superioridad moral del ¡°confinamiento inteligente¡±, los muertos est¨¢n llegando, nuestros vecinos est¨¢n muriendo, los ciudadanos viven con ansiedad la posibilidad de la infecci¨®n dentro de un sistema sanitario que no est¨¢ preparado y que ha sido fuertemente privatizado.

Ante el grave peligro que la expansi¨®n mundial de la pandemia supone para la salud de millones de seres humanos, el devenir de la situaci¨®n de cada pa¨ªs y de las relaciones internacionales en su conjunto, se debe evitar en todo momento situar el debate en el enfrentamiento entre ciudadanos de distintos pa¨ªses. El virus no sabe de nacionalidades ni de lenguas y culturas: todos estamos juntos en este contexto. Por ello, cualquier an¨¢lisis cr¨ªtico debe procurar alcanzar las mejores propuestas para el conjunto de la comunidad internacional, comenzando por impedir que se anteponga el negocio a la vida, porque nadie puede mercadear con nuestro porvenir. Aceptar silenciosamente la indiferencia y la insolidaridad de los privilegiados hoy nos hace m¨¢s c¨®mplices que nunca de la barbarie.

Pablo Valdivia es catedr¨¢tico de Cultura y de Literatura Europea en la Universidad de Groningen.