Urgencias
Los Gobiernos est¨¢n desbordados y diezmados ellos mismos por el virus. El espa?ol tambi¨¦n. Tensando los l¨ªmites de la democracia. Con aciertos y errores evidentes
No, no es una guerra, afortunadamente. Es algo diferente que no sabemos definir por m¨¢s que tenga nombre. Pandemia. Algo que siempre ten¨ªa su epicentro lejos de los confines de nuestro mundo. Y resulta que esta vez pone patas arriba nuestro sistema sanitario, limita nuestros derechos constitucionales e invade cada rinc¨®n de nuestra casa. Ya ni siquiera el lechero llama a nuestra puerta cada ma?ana, lo siento Winston Churchill. No se trata de comparar, es imposible. S¨®lo que para esto no tenemos referencias y, por primera vez, estamos todas las generaciones contempor¨¢neas experiment¨¢ndolo de forma simult¨¢nea. Estamos recluidos y a la vez conectados a trav¨¦s de aparatitos que nos traen afecto, informaci¨®n y basura a partes iguales. Sacar conclusiones o anticipar el efecto que todo esto puede tener en t¨¦rminos de pol¨ªtica y salud social es arriesgado.
Es obvio que los Gobiernos est¨¢n desbordados y diezmados ellos mismos por el virus. El espa?ol tambi¨¦n. Tomando decisiones en medio de una enorme presi¨®n para salvar vidas, que no se derrumbe la econom¨ªa y combatir las situaciones de vulnerabilidad. Tensando los l¨ªmites de la democracia. Con aciertos evidentes y errores evidentes tambi¨¦n. Se reclama dinero al Estado, incluso desde los altares del liberalismo ¡ªPablo Casado ayer mismo¡ª, y a la vez se critica el intervencionismo estatal. Y el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, corre el riesgo de sucumbir al peligroso s¨ªndrome del comandante en jefe por no invertir una porci¨®n de su preciado tiempo ¡ªy lo de preciado va sin ninguna iron¨ªa en este momento¡ª en compartir o anticipar las decisiones trascendentes al resto de fuerzas pol¨ªticas. Y ?ay! de aquellas fuerzas percibidas como ventajistas por una poblaci¨®n encerrada, temerosa y que vive en primera persona, o asiste, a la tragedia de la muerte y los entierros en soledad. Nunca la pol¨ªtica de sal¨®n y trazo grueso fue m¨¢s prescindible. La realidad se impone con una fuerza y una urgencia que la poblaci¨®n ha entendido muy bien, aplaudiendo a los sanitarios y exigiendo protecci¨®n para ellos.
Ya circulan toda clase de teor¨ªas pol¨ªticas sobre si esta crisis alimentar¨¢ o no al populismo ultra. De momento, all¨ª donde gobierna o tiene influencia no ha frenado el virus, ni ha conseguido respiradores por arte de magia, y est¨¢ reclamando medidas econ¨®micas y sociales que suponen una enmienda a la totalidad de su pr¨¢ctica pol¨ªtica en d¨¦cadas.
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