Proteger sin encerrar
Algunas de las m¨¢s notables casas de la historia y el presente de la arquitectura consiguen, con t¨¢cticas muy diversas, resguardar sin aislar
Cuando Lina Bo desembarc¨® en S?o Paulo con su marido, el galerista Pietro Bardi, era una joven burguesa italiana con poca conciencia de estar huyendo del fascismo. Su arquitectura era deudora de la modernidad cubista europea y de la informaci¨®n aparecida en la revista Domus, para la que trabaj¨®. Por eso la maravillosa casa que construy¨® en Morumbi ¨Cuna antigua zona de consulados convertida hoy en vecina de la mayor favela del mundo: Parais¨®polis, que es tambi¨¦n un barrio de clase media¨C la famosa Casa de Vidrio tendr¨ªa, con el tiempo, muy poco que ver con la arquitectura que conseguir¨ªa para Bo Bardi un nombre en la historia de la arquitectura.
Frente al ingenio brutalista, los pocos medios, la vocaci¨®n c¨ªvica y los recursos tan caracter¨ªsticos de su obra brasile?a posterior ¨Ccomo las ventanas agujereadas¨C, la Casa de Vidrio es una pieza c¨²bica y moderna, blanca y transparente con patios para refrescar, ventilar e iluminar. Est¨¢ alzada sobre pilotes tan finos que parecen juncos. O palillos. Eso s¨ª, la convivencia con la naturaleza que desarrollar¨ªan trabajos suyos posteriores ¨Ccomo Ladera de la Misericordia (1987), en Salvador de Bah¨ªa¨C, ya estaba presente en esa vivienda. Es justamente esa vegetaci¨®n tupida de aguacateros la que act¨²a como un abrigo que en lugar de caldear la casa la refresca. Tambi¨¦n como una cortina verde que protege sin enclaustrar.
Son muchos los ejemplos de vivienda moderna y contempor¨¢nea que han buscado para sus habitantes esa cualidad parad¨®jica de abrazar sin sofocar, de resguardar sin aislar. Frente a la famos¨ªsima Casa de Cristal (1949) que el intrigante Philip Johnson se construy¨® en New Canaan como un escaparate y la elegante Farnsworth de Mies van der Rohe ¨Cque lleva el nombre de su primera due?a, la nefr¨®loga Edith Farnsworth, que odiaba la exposici¨®n que fomenta la vivienda y la y nunca la disfrut¨®¨C, la vivienda de Bo Bardi es un ejemplo de buena vida, una casa que, en la cima de un mont¨ªculo y envuelta entre la frondosa vegetaci¨®n del jard¨ªn, protege sin encerrar.
Sin embargo, para conectar una casa con el exterior, para construir una atalaya y dejar abierto un punto desde el que mirar a lo lejos, no siempre hace falta vidrio. O cristal. Curzio Malaparte le pidi¨® al arquitecto Adalberto Libera que le dise?ara en Capri un escal¨®n para mirar el horizonte y un barco amarrado desde el que dormirse mecido por las olas del mar. Libera corrigi¨® los deseos de su cliente y dise?¨® una vivienda cubista que al escritor le pareci¨® un b¨²nker. Hoy existe el consenso de que fue Malaparte ¨Cel cliente,?con la ayuda de alba?iles locales¨C quien termin¨® la vivienda de la que Libera solo habr¨ªa firmado los planos. No deja de ser curioso que la Casa Malaparte (1937) sea la obra m¨¢s conocida del arquitecto italiano y que su due?o, que escribir¨ªa all¨ª Kaputt ¨Csu testimonio como corresponsal durante la segunda Guerra Mundial¨C llevara por apellido ¡°mal sitio¡±. Sea como fuera, la vivienda Malaparte-Libera protege ¨Cdel mar, la humedad y el viento¨C sin enclaustrar: justo lo que el escritor le pidi¨® a su arquitecto.
Son muchas, y con variadas estrategias, las viviendas que han perseguido ese objetivo parad¨®jico de conectar con el exterior desde el resguardo interior. El espacio intermedio, las zonas que quedan entre el interior y el exterior de un edificio ¨Cterrazas, porches, galer¨ªas, ventanas o umbrales¨C, suele ser el lugar del desahogo, la luz, el calor del sol y la vida vegetal. Hoy con frecuencia desaprovechados y convertidas en almac¨¦n ¨Cpor la falta de espacio¨C; son los confinamientos por enfermedades, accidentes ¨Co ahora plagas¨C los que nos obligan repensar la importancia de esos espacios indefinidos entre dentro y fuera de casa. Entre esos espacios interiores y sin embargo exteriores es dif¨ªcil dar con uno que mejore la vivienda que Louis Kahn levant¨® en Hatboro (Pensilvania) para la familia de Norman Fisher. La Casa Fisher (1967) es un ejemplo de orden a partir del desorden ¨Cdos cubos se tocan en un solo ¨¢ngulo¨C y de c¨®mo combinar la tradici¨®n constructiva de madera ¨Cm¨¢s econ¨®mica y socorrida en Estados Unidos¨C con la de la mamposter¨ªa que sirve de z¨®calo a la vivienda salvando la pendiente topogr¨¢fica. Pero la clave de esa casa, la raz¨®n por la que resulta ejemplar es por su capacidad de resguardar a sus habitantes mientras leen o charlan y a la vez situarlos en el jard¨ªn. El mirador del sal¨®n, junto a la chimenea, tiene un asiento de madera de cedro que est¨¢ m¨¢s fuera que dentro. Disfruta del calor de la vivienda y de las vistas al jard¨ªn. Hace posible sentarse con los pies en casa y la cabeza entre las ramas.
En los ¨²ltimos a?os, el japon¨¦s Sou Fuijimoto ha investigado algo parecido a la idea de proteger sin encerrar para, fundamentalmente, multiplicar el espacio y la luz. En su Casa NA (2010) de Tokio construy¨® 85 metros cuadrados en un terreno de 55 e indag¨® en c¨®mo abrir sin exponer. El resultado es una vivienda convertida en recorrido. Una suma de espacios conectados, pero no pegados. Una actualizaci¨®n del Raumplan ¨Cel plano espacial descrito por Adolf Loos¨C que marca la distancia entre espacios en la secci¨®n ¨Cel volumen¨C m¨¢s que en la planta. As¨ª, la casa es pol¨ªticamente incorrecta: repleta de escaleras, complicada para los desplazamientos, pero ofrece rincones que no a¨ªslan y separaciones que no parten. Luminosa y semi-expuesta, no es ni una casa cerrada ni un edificio abierto, es una vivienda entreabierta que tambi¨¦n reinterpreta la idea fundamental de proteger sin encerrar.
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