Necrofilia

En su vuelta a la actividad, Ayuso declar¨® que los trabajadores est¨¢n confundidos por el Gobierno y no saben si el lunes podr¨¢n volver a trabajar o no. Es un argumento de hace 15 d¨ªas. Entonces no fue demasiado eficaz pero hoy es rid¨ªculo. Todos los espa?oles que dejaron de trabajar hace dos semanas se acuerdan. Estas palabras son un ejemplo m¨¢s de una estrategia que empieza a demostrar su ineficacia. Ni la ciudad de Nueva York, ni el Reino Unido, ni la regi¨®n de Par¨ªs son el tercer mundo. Esto no ha hecho m¨¢s que empezar y ning¨²n pa¨ªs estaba preparado. Las caceroladas de la irresponsabilidad, de la imprevisi¨®n, de la gesti¨®n nefasta, tienen las horas contadas. Mientras nadie se pregunta en voz alta ¡ªtodav¨ªa¡ª c¨®mo es posible que Hubei, una regi¨®n de 60 millones de habitantes, haya necesitado tres meses para recuperar la normalidad con solo 3.300 muertos, que al Gobierno se le critique por todo era de esperar. Pero la necrofilia de la oposici¨®n representa una triste sorpresa. No es ya que no celebren las buenas noticias, que no dejan de serlo por muy indiscutiblemente tr¨¢gicas que sean las cifras acumuladas, sino que se comportan como si los muertos que llevamos les parecieran pocos. El PP extiende la sospecha de que el Gobierno lo sabe y miente, pide crespones negros, minutos de silencio, luto nacional. No desmiente a Vox cuando achaca a la izquierda la responsabilidad de una pandemia y aspira a patrimonializar a las v¨ªctimas, a monopolizar el dolor. Eso es obsceno, es indecente, pero sobre todo es un error. Desmarcarse de la esperanza de un pa¨ªs entero, que contiene la respiraci¨®n cada ma?ana y celebra cada peque?o avance como una gran victoria, es la peor decisi¨®n que puede tomar un pol¨ªtico.