Mascarilla reciclable ¡®made in Spain¡¯
La empresa valenciana Closca se hizo un nombre internacional dise?ando un casco plegable. Hab¨ªa presentado una m¨¢scara lavable ¨Cpara caminar por ciudades como Nueva Delhi o Madrid¡ª cuando el coronavirus cambi¨® el sentido del producto.
Desde su nacimiento en 2013, la empresa valenciana Closca defiende una movilidad sostenible: un dise?o que facilite el transporte en bicicleta, o caminando. Su fundador, Carlos Ferrando, 43 a?os, pertenece a una generaci¨®n que ¡°ha trabajado siempre lidiando con crisis y con ideales, como el de la movilidad limpia¡±. Su equipo y su empresa lograron reconocimiento internacional al presentar con su primer producto un dise?o inesperado. Closca Helmet es un casco plegable que tard¨® muy poco en llegar a los escaparates m¨¢s notables del mejor dise?o: las tiendas del MoMA, el Victoria & Albert Museum, el Guggenheim de Nueva York y Bilbao o del Centro Pompidou de Par¨ªs. Luego, antes de que casi desaparecieran los botellines de pl¨¢stico, la firma lanz¨® una botella reutilizable que mantienen el agua fresca o caliente junto a una app para ubicar las fuentes de las ciudades. Esa aplicaci¨®n fue su mayor inversi¨®n. ¡°Y la ofrecemos gratuitamente¡±, apunta Ferrando. El tercer producto de la empresa naci¨® para tapar la cara: acababan de presentar su mascarilla urbana ¨Cpara lidiar con la creciente contaminaci¨®n de las metr¨®polis del mundo¨C cuando el coronavirus cambi¨® el sentido del lanzamiento.
El equipo de dise?o de la marca, capitaneado por Carles Soler y Jos¨¦ Navarro, ide¨® una mascarilla reciclable (porque es lavable), adaptable (porque el velcro que la sujeta permite variedad de ajustes) y pr¨¢ctica (se vende con bolsa para plegarla y mantenerla limpia). Se trata de un dise?o radical ¨Cest¨¢ dibujado con un ¨²nico gesto¨C vistoso y directo que tapa la boca para hablar. Ferrando la describe como una m¨¢scara-protesta: ¡°Busc¨¢bamos hacer visible que el aire en cada vez m¨¢s ciudades del mundo es irrespirable¡±. El empresario valenciano insiste por tel¨¦fono en que su m¨¢scara es ¡°un dise?o que no deber¨ªa existir: una mascarilla en la calle simboliza un drama: la poluci¨®n o el maldito virus¡±. Por eso m¨¢s all¨¢ del pragmatismo del producto, ¨¦l insiste en su capacidad para evidenciar y hacer visibles los problemas.
Las m¨¢scaras por la calle son un grito callado que pide respuestas. Por un lado indican paciencia, cuidado, respeto hacia los dem¨¢s. Por otro reclaman una gesti¨®n m¨¢s humana de la vida en la calle. ¡°Nuestros dise?os buscan concienciar, facilitar el cambio que estamos pidiendo las personas y las ciudades¡±. El CEO de Closca asegura que su firma busca ¡°evidenciar el drama de no poder verse la cara porque el aire es un conductor de desconfianza entre las personas¡±. Por eso sus m¨¢scaras son visibles, formalmente directas (monocromas con un subrayado de color que sirve para diferenciarlas entre los miembros de una misma familia).
Fabricada en tejido t¨¦cnico micro-perforado de poliestireno y poliuretano, su m¨¢scara es resistente a lavados a 60?C, altamente transpirable, filtra el aire que se respira y evita contagios. Tiene un bolsillo interno ¨Cen el que se coloca un filtro desechable que, al estar protegido, dura muchas m¨¢s horas que las mascarillas de papel¨C, explica Ferrando, y ¡°consigue la misma protecci¨®n que los filtros FFP2¡±. En espera de la homologaci¨®n que ya han solicitado, Ferrando tiene la producci¨®n ralentizada por la llegada de los filtros.
Con todo, asegura que por lo menos mientras dure el coronavirus, ha decidido no ganar dinero con este producto. Por cada mascarilla que venden, a 20 euros, donan otras cinco, quir¨²rgicas, hasta llegar a repartir 100.000 entre el personal m¨¦dico y sanitario. Los primeros en llevarlas han sido los enfermeros y los m¨¦dicos del hospital de Alzira, la ciudad valenciana en la que la madre de Ferrando permaneci¨® 40 d¨ªas en la UCI. El empresario lo considera un deber: ¡°Las empresas podemos y debemos apoyar el bienestar com¨²n¡±. E insiste: ¡°Durante unos meses, no vernos las caras se ha convertido en un acto de compromiso, responsabilidad y solidaridad¡±.
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