La bolsa o la vida
Tenemos la oportunidad de dirigirnos a modelos sostenibles y de democratizar a fondo los Estados
La OMS se?alaba en 2018 que ¡°hay una necesidad no satisfecha de invertir m¨¢s en la preparaci¨®n para grandes epidemias y pandemias¡±. Y la comunidad cient¨ªfica lleva tiempo advirtiendo de que, en nuestra situaci¨®n de emergencia clim¨¢tica, nos espera un escenario igual o peor que el que estamos viviendo. La situaci¨®n actual no es un hecho coyuntural sino estructural, producto de un modelo socioecon¨®mico intr¨ªnsecamente fr¨¢gil, donde la inseguridad global aflora con gran facilidad.
La riqueza en biodiversidad limita enormemente la liberaci¨®n de enfermedades, minimizando los riesgos en el ser humano al actuar como escudo protector. El calentamiento global, a su vez, incide en esta merma de biodiversidad si no se reducen las emisiones de CO2 dr¨¢sticamente. Y todo ello sin contar con la implicaci¨®n de la gran agroindustria ganadera, generadora a su vez de epidemias gripales. Siete millones de personas (30.000 en Espa?a) mueren en el mundo anualmente por problemas respiratorios directamente derivados de la contaminaci¨®n. Parad¨®jicamente, las fuertes restricciones en la movilidad han provocado un descenso notable de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica.
Como se ha dicho, ello ha podido evitar m¨¢s muertes por afecciones respiratorias que las que est¨¢ provocando el coronavirus. La l¨®gica capitalista del crecimiento incontrolado es altamente perjudicial para el equilibrio del planeta, para el desarrollo social y para la salud colectiva. Porque tambi¨¦n ha quedado en evidencia la fragilidad del modelo econ¨®mico imperante. Todos los indicadores ven¨ªan avisando de una posible crisis. En el plano real, sobreproducci¨®n en sectores estrat¨¦gicos, ¨ªnfimos crecimientos en la productividad, estancamiento en el comercio mundial, deterioro de la calidad del empleo, niveles crecientes de desigualdad, pobreza y exclusi¨®n social en los pa¨ªses desarrollados.
En el plano financiero, los tipos de inter¨¦s pr¨¢cticamente nulos han acentuado la burbuja especulativa y la irresponsabilidad corporativa; se ha agravado el desplazamiento de la inversi¨®n real a la inversi¨®n financiera; se ha duplicado el valor de una riqueza ficticia en una d¨¦cada de escaso crecimiento y muy baja inflaci¨®n; los rendimientos de t¨ªtulos a corto plazo superaban a los de largo plazo (s¨ªntoma ya de desconfianza). Los factores de una nueva crisis financiera estaban presentes de antemano y la covid-19 ha sido tan solo la chispa.
El retroceso econ¨®mico que conlleva la vigente inmovilizaci¨®n general supondr¨¢ (dec¨ªa el Gobierno y se est¨¢ produciendo) ¡°una salida masiva de trabajadores al desempleo y un ajuste particularmente agudo para los trabajadores temporales y los aut¨®nomos¡±. Se agravar¨¢n las situaciones de pobreza, desigualdad y precariedad generadas y no remediadas en estos a?os.
Esta crisis, por tanto, no es un accidente sino una demostraci¨®n de una enfermedad de fondo del sistema econ¨®mico y productivo. Hoy como nunca se hace evidente que el mercado liberal no tiene instrumentos para hacer frente a situaciones como la presente. La covid-19 nos ayuda a comprender que necesitamos Estados fuertes y pol¨ªticas que pongan en el centro la preservaci¨®n de la vida y la dignidad humana. La salida de esta situaci¨®n puede inclinarse por apostar por la vida¡ o volver a la especulaci¨®n, a la inestabilidad, a la desigualdad y a la inseguridad. No se trata de elegir entre salud o econom¨ªa. La disyuntiva es una econom¨ªa centrada en la dignidad para todas las personas, o una econom¨ªa especulativa para una exigua minor¨ªa.
Tenemos la oportunidad de dirigirnos hacia modelos m¨¢s sostenibles, de realizar la urgente transici¨®n energ¨¦tica, de potenciar los servicios p¨²blicos, de avanzar en la justicia fiscal y de fortalecer y democratizar a fondo los Estados y los movimientos sociales y comunitarios que construyen valores y redes de v¨ªnculos interpersonales.
Es una ocasi¨®n hist¨®rica para todo ello. La ciudadan¨ªa ha comprendido que debe prestar m¨¢s atenci¨®n a lo esencial, a lo que sostiene la vida. Pero los beneficiarios del modelo vigente han comenzado ya un duro combate para que nada cambie. Incluso, como pas¨® tras la crisis de 2008, para reforzar sus posiciones. No son gratuitos los fieros ataques de sus medios de comunicaci¨®n y sus redes sociales a cualquier decisi¨®n del Gobierno. Se alaban medidas tomadas de corte autoritario y de recorte de libertades, se insin¨²an soluciones que equivalen a aut¨¦nticos golpes de Estado, se apuesta por soluciones de beneficencia voluntaria frente a la garant¨ªa p¨²blica sufragada por los impuestos de todos, se utiliza con desparpajo la mentira y la calumnia.
Est¨¢n batallando por el futuro, por sus intereses, contra el inter¨¦s general. Esa es la aut¨¦ntica guerra que va a librarse en los pr¨®ximos meses. Es preciso movilizar a todos los colectivos que vienen creyendo y trabajando por un futuro alternativo para que saquen a la luz alternativas viables a corto y sostenibles a largo plazo.
Los debates rigurosos nos har¨¢n menos vulnerables. Invitamos a ese debate sobre los grandes temas que comprometen nuestro futuro. Vamos a demostrar que existen soluciones diferentes a las que se presentan como dogmas indiscutibles. Necesitamos propuestas que aglutinen a esa gran mayor¨ªa social que reconoce que lo aut¨¦nticamente importante es la vida, no la bolsa.
Juan A. Gimeno, exrector de la UNED y expresidente de Economistas sin Fronteras, es miembro del grupo impulsor del foro Futuro Alternativo.?
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