Las otras esferas de la pandemia
Para encontrar respuestas s¨®lidas y duraderas al coronavirus conviene no perder de vista aspectos como la exposici¨®n del m¨¦dico al contagio, el estado de la profesi¨®n y la respuesta de la sociedad
Una de las caracter¨ªsticas esenciales del coronavirus causante de la covid-19 es la presencia de una cubierta esf¨¦rica que posibilita su entrada en las c¨¦lulas y le permite iniciar su ciclo reproductivo. No es el objetivo de esta tribuna disertar acerca de sus aspectos biol¨®gicos, sino abrir un espacio de reflexi¨®n sobre la existencia de ¡°otras esferas¡± del coronavirus que le han permitido penetrar profundamente en los profesionales de la medicina.
La primera esfera, sin duda la m¨¢s ¨ªntima y compleja, ha permitido que el virus penetre en la vida de cada m¨¦dico, en su mundo interior. A diferencia de otras situaciones catastr¨®ficas recientes como el 11-M, la actual pandemia tiene un condicionante que la distingue singularmente: el miedo. Por primera vez en la experiencia profesional de esta generaci¨®n, la asistencia directa a los pacientes supone una exposici¨®n clara a un riesgo real, no solo de enfermar, sino de hacerlo gravemente. Sin duda, esta situaci¨®n pone de manifiesto como nunca que el ejercicio cabal de la medicina comporta a la vez el servicio a la sociedad a la que nos debemos y el privilegio de poder dedicar nuestros esfuerzos a los seres humanos enfermos. Es obvio que las implicaciones de esta esfera abarcan no s¨®lo al ¨¢mbito personal sino tambi¨¦n al c¨ªrculo familiar cercano; de hecho, cada uno de nosotros tiene su historia familiar de incertidumbre: el padre o la madre ancianos, el marido o la mujer enfermos, hijos peque?os a su cuidado, hijos mayores en otro pa¨ªs u otra ciudad y, as¨ª, un sinf¨ªn de situaciones similares a las de toda la poblaci¨®n, pero marcadas con el agravante ¡°culpable¡± de ser posibles transmisores de la enfermedad. Sin embargo, es asombroso observar c¨®mo en la mayor¨ªa de los casos la percepci¨®n del riesgo se ha interiorizado, como el virus en la c¨¦lula, y se ha asumido como algo cotidiano formando parte del paisaje diario de los hospitales. En esta esfera se esconden muchos momentos ¡ªtan complicados de vivir como llenos de intimidad¡ª de reflexi¨®n, silencio, angustia y soledad.
Es asombroso observar c¨®mo en la mayor¨ªa de los casos los sanitarios han interiorizado la percepci¨®n del riesgo
La segunda esfera es la de la profesi¨®n m¨¦dica. Sin duda esta epidemia cambiar¨¢ el ejercicio de la medicina de muy diferentes formas. Una de ellas estar¨¢ asociada al impacto de lo vivido y a su integraci¨®n en el futuro quehacer individual. As¨ª, los m¨¦dicos m¨¢s j¨®venes est¨¢n afrontando aceleradamente situaciones extremas en lo personal y en lo moral, vividas adem¨¢s en escenarios de gran conflicto emocional. Esta tremenda exposici¨®n al dolor humano puede pasar su onerosa factura, pero tambi¨¦n puede contribuir a la obtenci¨®n acelerada de la madurez y el sosiego necesarios para desarrollar la capacidad de gesti¨®n del dolor ajeno, elemento esencial de la pr¨¢ctica m¨¦dica. Por su parte, en los m¨¦dicos de mayor edad, el ritmo vertiginoso del paso de la enfermedad y sus consecuencias modular¨¢ de manera todav¨ªa incierta la vivencia de los a?os finales del ejercicio de su profesi¨®n. En todo caso, nadie quedar¨¢ indiferente al paso de la epidemia y cada uno guardar¨¢ sus ¡°muescas¡± en el fonendoscopio, reflejo a su vez de las cicatrices en el alma. Otro plano, no menos importante, es el del sistema sanitario. Todos los d¨ªas asistimos con una mezcla de orgullo, verg¨¹enza y estupor al aplauso de nuestros conciudadanos que depositan en aquel una confianza sin l¨ªmites. Es cierto que el esfuerzo est¨¢ siendo superlativo, generoso y abnegado. Pero no es menos cierto que una situaci¨®n como la actual ilustra las graves dificultades en las que las profesiones sanitarias ejerc¨ªan su cometido hasta hace pocas semanas. Sirvan aqu¨ª algunos ejemplos: la mayor parte de los profesionales que est¨¢n hoy en la primera l¨ªnea tienen puestos de trabajo no consolidados y sus carreras est¨¢n condicionadas por procesos selectivos inapropiados y tard¨ªos; las instalaciones de los centros sanitarios, desde el n¨²mero de camas hasta la dotaci¨®n de cuidados cr¨ªticos, han sido masivamente insuficientes y se han visto desbordadas r¨¢pidamente; las estructuras de protecci¨®n social para el anciano dependiente han sido terrible y lastimosamente superadas, etc¨¦tera. Es especialmente doloroso constatar el impacto terror¨ªfico de la pandemia en los ancianos, precisamente la poblaci¨®n m¨¢s fr¨¢gil y a la que la sociedad actual debe mucho de su prosperidad, que se han visto frecuentemente al margen de la estructura sanitaria, con un coste inadmisible en vidas perdidas. Adem¨¢s, la muerte en soledad de muchos enfermos ha incrementado la intensidad del dolor de la p¨¦rdida. Resulta ahora un hecho casi tr¨¢gico ver c¨®mo la tan cacareada ¡°humanizaci¨®n¡±, t¨¦rmino reinventado por las administraciones y que te?¨ªa de superficialidad la atenci¨®n al paciente con programas casi siempre ornamentales, cae hoy por su propio peso. Es hoy el dram¨¢tico momento de la humanizaci¨®n de verdad, la que nunca falt¨® en el acto m¨¦dico, la esencia misma de la dedicaci¨®n al ser humano enfermo: curar cuando se puede, aliviar y consolar siempre. Desafortunadamente, tampoco el sistema ha podido demostrar el suficiente m¨²sculo investigador en esta crisis en la que las preguntas son mucho m¨¢s numerosas y acuciantes que los datos consolidados. Cuando la inteligencia debe dirigir la generaci¨®n del imprescindible conocimiento para despejar las inc¨®gnitas de la enfermedad, el sistema, arrasado por la ola, no ha podido articular a¨²n estrategias cient¨ªficas de altura que podr¨ªan ayudar r¨¢pidamente a futuros pacientes del mundo entero. A mi juicio, el problema aqu¨ª no es la carencia de talento ni la falta de disponibilidad de financiaci¨®n inmediata para el desarrollo de proyectos, sino m¨¢s bien la carencia de estructuras investigadoras consolidadas en los hospitales que hubieran permitido articular respuestas m¨¢s r¨¢pidas. Es triste comprobar ahora c¨®mo en los ¨²ltimos a?os la mayor parte de las diferentes Administraciones sanitarias ¨²nicamente se acercaron al ¨¢rbol del conocimiento en busca del brillo medi¨¢tico, sin importar despu¨¦s el cuidado de su crecimiento. Sin duda estas han de ser lecciones de obligado aprendizaje para el futuro.
La situaci¨®n actual ilustra las graves dificultades en que las profesiones sanitarias ejerc¨ªan antes su cometido
La tercera esfera, la m¨¢s externa y amplia, es la que tiene que ver con la sociedad en su conjunto. Es cierto que la respuesta a la dureza del confinamiento es encomiable y que las modificaciones profundas que comporta en los h¨¢bitos sociales se soportan en general de manera estoica y disciplinada. Pero no es menos cierto que la epidemia actual ha puesto de manifiesto la fragilidad del entramado social y lo d¨¦bil de sus pilares esenciales, lo que incluye especialmente a pol¨ªticos y representantes institucionales. Aun ahora, en los momentos de mayor crisis, se percibe claramente la ausencia de un proyecto com¨²n capaz de vertebrar a la sociedad. Las actitudes cainitas, la desacreditaci¨®n sistem¨¢tica del otro, la banalizaci¨®n masiva de las cosas importantes, el imperio de la opini¨®n superficial, el abuso hasta el paroxismo de las ¡°infalibles¡± redes sociales ¡ªdonde cualquier cosa menor y hasta rid¨ªcula se convierte, suena hoy sarc¨¢stico el adjetivo, en viral¡ª, la falta de reflexi¨®n profunda y el desprecio del pensamiento riguroso, marcan el pulso de la sociedad actual. Este es el momento de reivindicar el valor del pensamiento, de redoblar el esfuerzo en la educaci¨®n de los j¨®venes y de restablecer los valores esenciales de las sociedades avanzadas: el respeto, la solidaridad, el compromiso colectivo, el reconocimiento del m¨¦rito, el respeto institucional. La profesi¨®n m¨¦dica, insertada como pocas en el eje de la sociedad, no puede permanecer ajena a estas reflexiones.
En estos momentos todos los diferentes estamentos del pa¨ªs trabajan intensamente para encontrar soluciones eficaces a la pandemia que nos asola. No me cabe duda de que pronto se adquirir¨¢n conocimientos ¨²tiles para su combate, y que se articular¨¢n estrategias para paliar sus efectos sociales y econ¨®micos. Pero no debemos olvidar que, si aspiramos a encontrar respuestas s¨®lidas y duraderas a esta situaci¨®n excepcional y a su impacto en la profesi¨®n m¨¦dica, debemos considerar las ¡°otras esferas¡± del coronavirus.
Rafael Ba?ares es jefe de Servicio de Medicina del Aparato Digestivo del Hospital General Universitario Gregorio Mara?¨®n y catedr¨¢tico de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
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