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Nuestro hogar, nuestro nuevo mundo Desde una vivienda de 40 m2 en un pueblo hasta un estudio de radio o una oficina en el sal¨®n. Nuestro hogar se ha convertido en nuestro mundo. Y no hay marcha atr¨¢s. Ya no volveremos a concebir nuestras casas de la misma manera. Todas las fotos de este reportaje han sido realizadas a distancia con la orientaci¨®n del fot¨®grafo. La dise?adora In¨¦s Aguilar y su familia: Miguel Fern¨¢ndez de Molina y Valentina, en su casa en un pueblo con s¨®lo siete habitantes. La casa de la dise?adora gira en torno a su hija. Vivir en la Espa?a vac¨ªa tiene sus inconvenientes. En tiempos de confinamiento, l¨®gicamente, alguno m¨¢s. ¡°Estamos muy aislados, apenas hay una ambulancia para una zona enorme, no hay casi tiendas, el supermercado est¨¢ a 15 kil¨®metros, y el hospital m¨¢s cercano, a 100¡±, cuenta In¨¦s Aguilar, directora creativa de la firma La Casita de Wendy. Por no hablar de esas comodidades m¨¢s dom¨¦sticas que en las ciudades se dan por sentado: ¡°La casa se calienta con una chimenea y con le?a, no tenemos lavadora, los suelos son de madera y crujen¡¡±. Pero, claro, lo que trajo a este pueblo perdido de siete habitantes situado en una aldea muy peque?a cerca de Segovia a In¨¦s Aguilar; a su pareja, Miguel Fern¨¢ndez (profesor de universidad), y a su hija, Valentina, tambi¨¦n se ha vuelto m¨¢s valioso en estos momentos. ¡°La naturaleza contagia tranquilidad. Levantarnos con el canto de los p¨¢jaros, oler el campo, poder comenzar con el huerto. Todo eso ayuda a recuperar un ritmo olvidado¡±. Jordi Adri¨¤ Obviamente, el virus ha supuesto una frenada en seco: la colecci¨®n de primavera, la primera l¨ªnea de joyas o los nuevos accesorios para el verano est¨¢n esperando poder ser lanzados en alg¨²n momento. A cambio, la prioridad es reordenar y reorganizar espacios en un hogar que la pareja se ha pasado a?os rehabilitando. ¡°Cuando compramos esta casa era una ruina. Hemos hecho de todo para ponerla a punto. Desde encalar, hacer adobe o recuperar muebles viejos. Ahora la estamos adaptando para que Valentina, que es hija ¨²nica, se entretenga todo lo posible, as¨ª que hemos montado todo tipo de distracciones¡±. Distracciones que van desde una hamaca en la que la ni?a se columpia hasta una tienda de campa?a en la que lee, mientras sus padres tratan de seguir con sus obligaciones laborales. Complicado en una casa con tanto espacio abierto, donde ¡°es casi imposible que no haya ruidos y resulta dif¨ªcil concentrarse¡±. A cambio, han conseguido eso tan importante en los tiempos que corren: ¡°Vivir el presente m¨¢s que nunca, sin saber qu¨¦ pasar¨¢ en el futuro¡±. Jordi Adri¨¤ El interiorista ha conseguido convertir los 40 m2 de su casa de Candeleda en un espacio polivalente. Al interiorista Guille Garc¨ªa-Hoz; a su marido, el arquitecto Sergio Mart¨ªnez, y a sus perras Lisa y Nana, el estado de alarma les pill¨® en Candeleda. La pareja reparte su vida entre Madrid y esta localidad situada al sur de la provincia de ?vila, donde tienen una peque?a casa de campo. ¡°Nos quedamos aqu¨ª porque estamos adem¨¢s cerca de la ¨²nica de nuestras obras que ha podido seguir en activo al encontrarse en una finca sin zonas comunes¡±, explica Garc¨ªa-Hoz. Esta circunstancia azarosa les ha llevado a estar descubriendo infinidad de cosas: desde hacer ejercicio online (¡°?Lo que se ahorra en tiempo de desplazamientos!¡±) hasta distinguir el canto de diferentes p¨¢jaros, disfrutar cocinando o hacer ramos de flores con malas hierbas. ¡°La percepci¨®n del tiempo nos ha cambiado completamente y, sin ser ningunos gur¨²s del orden, hemos logrado mantener nuestras rutinas diarias con bastante disciplina. Estamos m¨¢s relajados, siendo al mismo tiempo muy eficientes. Parece que el ruido se ha disipado, y con ¨¦l, el estr¨¦s y la ansiedad¡±. Y toda esa paz (que lleva al interiorista a recalcar que no quiere parecer ¡°la versi¨®n rural del Dal¨¢i Lama¡±) la han logrado a pesar de todo. Porque tampoco era evidente convertir los apenas 40 metros cuadrados de su casa (repartidos en sal¨®n-comedor-cocina, dos habitaciones min¨²sculas y un ba?o de techo inclinado) en un espacio polivalente en el que se pueda y se tenga que hacer absolutamente de todo. ¡°La mesa de comedor hace las veces de escritorio, estudio de fotograf¨ªa, set de grabaci¨®n y, c¨®mo no, mesa de comedor. Es imposible no ver a todas horas los ordenadores, el tr¨ªpode y cableado diverso, pero hemos conseguido que al menos el material de trabajo se ci?a a esa superficie¡±, dice Garc¨ªa-Hoz. Y en esa nueva predisposici¨®n a verle el lado bueno a todo han concluido que esas ventanas que siempre les parecieron ser pocas y peque?as ¡°hacen que los juegos de luz sean mucho m¨¢s interesantes¡±. La parcelita les compensa con creces las estrecheces del interior y, sobre todo, el descubrimiento de que ¡°el tiempo no es oro, es algo mucho m¨¢s valioso¡±. Jordi Adri¨¤ Javier Bonet trabajando en la cocina de su casa. Para el chef Javier Bonet (Sala de Despiece, Madrid); su pareja, Parsida Aboud (responsable de comunicaci¨®n), y Miguel, el hijo de ambos, el confinamiento real empez¨® el 19 de marzo ¡ªcasualmente, el D¨ªa del Padre¡ª, fecha en la que a Bonet le dieron el alta tras estar hospitalizado por neumon¨ªa y a partir de la cual pudieron estar, al fin, los tres juntos en su casa del madrile?o barrio de Chamber¨ª. Quiz¨¢s esta circunstancia tan dura sea la que haya marcado el esp¨ªritu de agradecimiento con el que aseguran estar tom¨¢ndose todo lo que ha venido despu¨¦s. ¡°Compartir oficina con mi pareja y con mi hijo es divertido¡±, afirma. Y eso que al restaurador esta cuarentena le ha pillado en un momento muy exigente: la inminente apertura de una nueva Sala de Despiece (SSD2). ¡°Estoy metido en el reinicio de los trabajos de la obra, que se pararon a dos semanas de ser entregada, y en todo lo que tiene que ver con la planificaci¨®n y redise?o de las nuevas formas de trabajar que tendremos que aplicar a nuestra vuelta. Sigo muy pegado a mi equipo y en contacto con nuestros clientes v¨ªa redes sociales, o creando recetas para ellos o para medios de comunicaci¨®n¡±. Pero Javier, que est¨¢ acostumbrado a horarios interminables y a usar el port¨¢til como oficina, se ha acoplado con facilidad a esta nueva situaci¨®n. ¡°En mi d¨ªa a d¨ªa normal ya me mov¨ªa entre locales y distribuidores con mi port¨¢til, que es donde se comprime mi oficina. Tambi¨¦n es verdad que yo me siento c¨®modo trabajando donde me pilla la inspiraci¨®n, y eso suele ocurrir a altas horas de la noche. Por eso, las mejores ideas han salido de mi casa. Aqu¨ª tenemos un espacio abierto con mucha luz natural. Un sal¨®n di¨¢fano en el que hacemos vida y ahora tambi¨¦n trabajamos¡±. Y, por supuesto, la mesa, una vez m¨¢s, polivalente y omnipresente: ¡°Pasamos la mayor parte del tiempo en la gran mesa del sal¨®n, que usamos de mesa de despacho, de mesa de dibujo-pintura-manualidades, de mesa de juegos, para comer¡¡±. Pocos cambios si no fuera porque ahora Miguel tiene tambi¨¦n su propio hogar-caba?a. ¡°Le hemos construido en el sal¨®n una casa para que ¨¦l tambi¨¦n tenga su espacio¡±, cuenta Bonet. Bueno, y su propio veh¨ªculo. Y es que para buscar los huevos de Pascua, la pareja le agenci¨® al peque?o una camioneta hecha de cajas de huevos recicladas. Nunca fue tan cierto eso del rey de la casa. Jordi Adri¨¤ Madrugar y tener una habitaci¨®n para videollamadas: la clave de esta pareja de arquitectos para conciliar. El cantante, m¨²sico, locutor y productor Miqui Puig ha variado bastante poco durante el estado de alarma unas din¨¢micas de trabajo que ya ten¨ªan mucho de ?caseras. ¡°Ha cambiado la parte en la que sal¨ªa al local de ensayo y, sobre todo, al estudio a grabar mi programa de radio Pista de fusta en la emisora iCat. Como mi ?pareja tambi¨¦n se ha quedado en casa, modero un poco (solo un poco) el volumen de la m¨²sica¡±. Pero en el caso de Miqui, ese peque?o cambio suena casi a revoluci¨®n: ¡°Vivo en una vivienda unifamiliar en La ?Garriga [un peque?o municipio en Barcelona], a 30 kil¨®metros de la emisora, y siempre era un engorro de trenes, moto y agendas muy meticulosas. Grabar los programas desde casa ya era una idea que quer¨ªa afrontar y este ha sido el momento. Con el cambio pierdo las ?charlas en la m¨¢quina del caf¨¦ con el equipo, pero ya les ver¨¦ cuando baje a por correo o a comer con ellos. Sin prisas. Aqu¨ª solo estamos mi cansancio y yo frente al ?micro¡±. El reto ha pasado por meter orden en una mesa ca¨®tica ¡°para que la mezcladora, la tarjeta de sonido, los platos y el micr¨®fono reci¨¦n llegados tuvieran espacio¡±, imponerse unos horarios firmes (¡°la puerta del estudio cierra a las horas de las comidas y a las siete de la tarde. Solo una urgencia me hace volver a encender el ordenador¡±) y, sobre todo, fijarse en los peque?os detalles que hacen que los ambientes pasen de ser vivibles a disfrutables. ¡°Escoger la silla ideal para el nuevo espacio ha sido casi con lo que m¨¢s me he divertido. ?Se merec¨ªa una bonita!¡±. Toda esa draconiana disciplina, ese descomunal ahorro de tiempo (¡°el hecho de no desplazarme puede llegar a sumar casi una jornada semanal¡±) y, ?por qu¨¦ no decirlo?, las vistas al Passeig de La Garriga est¨¢n dando sus frutos: ¡°Estoy empezando a dise?ar mi nuevo disco. Puede que sin esta situaci¨®n de excepci¨®n ni siquiera me lo hubiera planteado¡±. Jordi Adri¨¤ El cantante, m¨²sico, locutor y productor Miqui Puig ha variado bastante poco durante el estado de alarma unas din¨¢micas de trabajo que ya ten¨ªan mucho de ?caseras. ¡°Ha cambiado la parte en la que sal¨ªa al local de ensayo y, sobre todo, al estudio a grabar mi programa de radio Pista de fusta en la emisora iCat. Como mi ?pareja tambi¨¦n se ha quedado en casa, modero un poco (solo un poco) el volumen de la m¨²sica¡±. Pero en el caso de Miqui, ese peque?o cambio suena casi a revoluci¨®n: ¡°Vivo en una vivienda unifamiliar en La ?Garriga [un peque?o municipio en Barcelona], a 30 kil¨®metros de la emisora, y siempre era un engorro de trenes, moto y agendas muy meticulosas. Grabar los programas desde casa ya era una idea que quer¨ªa afrontar y este ha sido el momento. Con el cambio pierdo las ?charlas en la m¨¢quina del caf¨¦ con el equipo, pero ya les ver¨¦ cuando baje a por correo o a comer con ellos. Sin prisas. Aqu¨ª solo estamos mi cansancio y yo frente al ?micro¡±. El reto ha pasado por meter orden en una mesa ca¨®tica ¡°para que la mezcladora, la tarjeta de sonido, los platos y el micr¨®fono reci¨¦n llegados tuvieran espacio¡±, imponerse unos horarios firmes (¡°la puerta del estudio cierra a las horas de las comidas y a las siete de la tarde. Solo una urgencia me hace volver a encender el ordenador¡±) y, sobre todo, fijarse en los peque?os detalles que hacen que los ambientes pasen de ser vivibles a disfrutables. ¡°Escoger la silla ideal para el nuevo espacio ha sido casi con lo que m¨¢s me he divertido. ?Se merec¨ªa una bonita!¡±. Toda esa draconiana disciplina, ese descomunal ahorro de tiempo (¡°el hecho de no desplazarme puede llegar a sumar casi una jornada semanal¡±) y, ?por qu¨¦ no decirlo?, las vistas al Passeig de La Garriga est¨¢n dando sus frutos: ¡°Estoy empezando a dise?ar mi nuevo disco. Puede que sin esta situaci¨®n de excepci¨®n ni siquiera me lo hubiera planteado¡±. Jordi Adri¨¤