La Ant¨¢rtida bautiza una isla con un nombre espa?ol
Isla Cacho homenajea al cient¨ªfico y escritor espa?ol Javier Cacho y ha pasado a formar parte de las casi 38.000 toponimias aprobadas oficialmente en el continente
Un pedazo de tierra negra cubierto de nieve, peque?o, con forma de luna menguante y ahora sumida en la fr¨ªa noche austral. No ten¨ªa nombre, pero desde hace unos d¨ªas se llama oficialmente isla Cacho, en homenaje al cient¨ªfico y escritor espa?ol Javier Cacho. Cacho es ya uno de los 37.974 nombres geogr¨¢ficos que se han reconocido como tales en el Composite Gazetteer of Antarctica (una especie de diccionario geogr¨¢fico ant¨¢rtico) del Comit¨¦ de Investigaciones Cient¨ªficas SCAR. Es el organismo internacional que reconoce los nombres solicitados por los diferentes programas polares nacionales.
En este caso, el honor para el investigador polar fue solicitado por el Comit¨¦ Polar B¨²lgaro, con el que ha mantenido un contacto especial desde que fue jefe de la base Juan Carlos I. "Cuando me llamaron par decirme que era oficial y una isla ten¨ªa mi apellido fue una gran sorpresa. A¨²n no me lo creo, pero habr¨¢ que ir a conocerla", cuenta entusiasmado. En realidad, ha estado muy cerca este mismo a?o. Isla Cacho se ubica junto a la Isla Livingston, que visit¨® la pasada campa?a, precisamente invitado por la base b¨²lgara Svet¨ª Kl¨ªment ?hridski ("San Clemente de ?rhid"). ¡°Pero no sab¨ªa nada¡±, reconoce ahora.
Cacho, ya jubilado como investigador, fue a la Ant¨¢rtida en las primeras campa?as espa?olas para trabajar sobre el gran agujero de la capa de ozono que ten¨ªa a medio mundo preocupado. Luego, volvi¨® muchas veces para hacer ciencia pero tambi¨¦n como responsable de la Base Ant¨¢rtica Espa?ola. Fue un periodo en el que estrech¨® sus relaciones con los vecinos b¨²lgaros y con el fundador de su programa polar, Christo Pimpirev. Por cierto, precisamente este a?o tuve la fortuna de coincidir con ambos varios d¨ªas en el buque Hesp¨¦rides, durante la XXXIII Campa?a Ant¨¢rtica Espa?ola.?
Como jubilarse es una palabra que no tiene hueco en el diccionario de Cacho, tras dejar la ciencia se volc¨® de lleno en su otra vocaci¨®n, escribir libros para divulgar la desconocida historia de la exploraci¨®n de ese territorio.? "Lo que m¨¢s me alegra es que mencionen en su petici¨®n el reconocimiento a mi trabajo como divulgador ant¨¢rtico. Es una gran alegr¨ªa", reconoce. Ah¨ª est¨¢n sus obras dedicadas a grandes exploradores, traducidas a numerosos idiomas, para demostrar que ya es un referente en ese mundo literario polar.
Pero ?c¨®mo es ese cacho de tierra que le han dedicado? La isla se recorre en un visto y no visto, pues tiene unos 750 metros de largo por 350 de ancho, en total unas 26 hect¨¢reas, y se encuentra junto a otra m¨¢s grande llamada Snow, cerca de la pen¨ªnsula Byers de isla Livingston. Como estudioso de la historia que es, cuenta su hom¨®nimo que pese a su peque?o tama?o tiene su pasado, pues all¨ª fondearon los cazadores de focas en el siglo XIX, aprovech¨¢ndose de una ensenada que les proteg¨ªa de las turbulentas aguas ant¨¢rticas. Desde el aire, Google Maps nos la muestra en blanco nieve y negro lava, pues volc¨¢nico es su origen, como toda la tierra en el archipi¨¦lago de las Shetland del Sur.
Si bien es la primera isla dedicada a un espa?ol, en realidad los b¨²lgaros han puesto hasta 24 nombres espa?oles en la Ant¨¢rtida a diferentes puntos geogr¨¢ficos. ¡°Les debemos mucho apoyo y es una forma de reconocer que siempre est¨¢n ayudando a nuestros equipos, desde que ambos llegamos a Isla Livingston. Tenemos mucho que agradecer en 25 a?os¡±, me cuenta Pimpirev desde Bulgaria. Por ellos tenemos nombres en colinas, ensenadas, playas, picos, lomas, collados¡ Algunos est¨¢n dedicados a otros cient¨ªficos, pero tambi¨¦n a t¨¦cnicos y militares. En isla Livingston hay un Ballester Point y Castellv¨ª Peak (dos de los pioneros espa?oles en la isla), el Quesada Cove (en honor del actual secretario t¨¦cnico del Comit¨¦ Polar Espa?ol), la? Ojeda Beach (dedicada al gestor del Programa Ant¨¢rtico), el Castro Peak (para un gu¨ªa de monta?a de la base Juan Carlos I) o el Quiroga Ridge (en honor de un comandante del Hesp¨¦rides). Con otros han homenajeado puntos de nuestra geograf¨ªa, como el Galicia Peak (situado en el Macizo Vinson), el Madrid Dome (en la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica) o Catalu?a Saddle. El inter¨¦s en bautizar la Ant¨¢rtida es tan importante en Bulgaria que incluso tienen una Comisi¨®n B¨²lgara para los Top¨®nimos Ant¨¢rticos, que depende de su Ministerio de Asuntos Exteriores. De hecho, seg¨²n la Gazzeteer,?Bulgaria tienen aprobadas 1.498 toponimias, mientras que Espa?a s¨®lo tiene 35. El primero del ranking, no obstante, es Estados Unidos, con 13.192. Le siguen con menos de la mitad Gran Breta?a y Rusia.
Pimpirev explica que "para conseguir que en la SCAR aprueben un nombre hay que ser el primero en pedirlo y hay una comisi¨®n que se encarga de comprobar que no hay otra solicitud o nombre hist¨®rico, pero no hay m¨¢s limitaciones". Pese a ello, de los 20.000 enclaves con nombre, hay unos 500 que tienen varios. ¡°Llegaba alguien de Argentina a un lugar y pon¨ªa nombre, pero luego llegaba un ingl¨¦s y lo llamaba de otra forma. Es el caso de la King George Island, tambi¨¦n llamada isla Veinticinco de Mayo, o de isla Livisgston, que tambi¨¦n tiene un nombre en ruso que nadie utiliza", recuerda.
En realidad, fue en los a?os 90 cuando el SCAR comenz¨® a poner orden en el caos de toponimias que usaban los pa¨ªses y lo hizo gracias al trabajo de compilaci¨®n realizado por el Programa Polar Italiano durante 14 a?os. Ahora, reconoce Antonio Quesada, hay un control que, en ocasiones, ha llegado a ser muy burocr¨¢tico, aunque ahora parece haberse simplificado. De hecho, a¨²n en muchos pa¨ªses no est¨¢ claro quien se encarga de las solicitudes. ¡°Poner nombres geogr¨¢ficos facilita la localizaci¨®n de los lugares donde se investiga de cara a las publicaciones cient¨ªficas, aunque tambi¨¦n se ponen las coordenadas¡±, se?ala Quesada.
En los 35 que se han aprobado para Espa?a en estos 33 a?os se han evitado nombres personales. Algunos hacen referencia a nombres hist¨®ricos, como Caleta P¨¦ndulo, otros a sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas, como Fumarolas o el Valle Ciego (los tres en la isla Decepci¨®n), pero tambi¨¦n hay dedicatorias al al buque oceanogr¨¢fico Las Palmas, al Hesp¨¦rides, un Lago Limnopolar (que es el nombre de un proyecto), el Monte Reina Sof¨ªa , en Isla Livingston. Y no faltan, por supuesto, los nombres de la bases. Ahora, otro pedazo ant¨¢rtico lleva nombre espa?ol. La isla Cacho ya forma parte de la geograf¨ªa polar.
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