Los falsificadores de Dios
Cuatro claretianos espa?oles ayudaron a salvar entre 1940 y 1944 en Par¨ªs a un centenar y medio de jud¨ªos, la mayor¨ªa sefard¨ªes, de la persecuci¨®n nazi. Un bautismo falso proporcionaba la oportunidad de escapar del horror y huir de Francia. Una historia de solidaridad que ha permanecido en el m¨¢s absoluto secreto. Hasta ahora.
La peque?a comunidad espa?ola de misioneros claretianos en Par¨ªs sell¨® sus labios durante 80 a?os y guard¨® un secreto que ayud¨® a salvar la vida de 155 personas durante la ocupaci¨®n nazi de Francia entre 1940 y 1944. Ubicada en la estrecha calle de la Pompe, n¨²mero 51 bis, a media hora a pie de la Torre Eiffel, la iglesia de la Misi¨®n Cat¨®lica Espa?ola atesora en un min¨²sculo armario centenares de partidas de bautismo falsas que cuatro sacerdotes de la orden escribieron y firmaron para evitar que el Gobierno de Vichy arrestase a decenas de familias jud¨ªas. Impregnados con un intenso olor a polvo y abandono, esos tomos son una prueba de c¨®mo Gilberto Valtierra, Joaqu¨ªn Aller, Emilio Mart¨ªn e Ignacio Turrillas pusieron en peligro sus vidas tras acoger a esas personas y facilitar que, con esos nuevos documentos, pudiesen huir del pa¨ªs o garantizarles cierta protecci¨®n ante las frecuentes deportaciones a campos de concentraci¨®n y exterminio. Ocho d¨¦cadas despu¨¦s, el secreto de los falsificadores de Dios rompe las cadenas del silencio y ve por fin la luz.
Testigos de lo ocurrido solo quedan los muros de piedra de la iglesia y los intrincados pasillos que todav¨ªa conectan la parroquia con el convento. Cuando uno pasea por aquel lugar, atraviesa la amplia nave de la parroquia, observa la estatua de san Juan de la Cruz o rebusca en los libros de la biblioteca, no puede evitar imaginar el recorrido que estas familias jud¨ªas tuvieron que realizar junto a estos curas para conseguir un papel que les sirviera de escudo ante las persecuciones. ?Entraban por la peque?a puerta verde lateral de la fachada que da directamente con el convento? ?Lo hac¨ªan de noche? ?Firmaban las partidas en la gran mesa de madera que hay en la sacrist¨ªa? ?O por el contrario se escond¨ªan en la capilla de la cripta para hacerlo? Cuando se pregunta a los que habitan hoy la misi¨®n, la respuesta se repite: ¡°No lo sabemos. Todos los de aquella ¨¦poca ya murieron¡±. ?C¨®mo consigui¨® entonces despertar esta historia del olvido?
Fue una peque?a confesi¨®n en una cafeter¨ªa del centro parisiense en 2018 lo que llev¨® a un historiador de 26 a?os, Santiago L¨®pez Rodr¨ªguez, a tirar de un fino hilo y rebuscar en el pasado para saber qu¨¦ pas¨® en realidad en aquella iglesia de curas espa?oles. ¡°Estaba investigando para mi tesis doctoral la labor de la diplomacia espa?ola durante el Holocausto en el archivo del consulado y haciendo entrevistas a supervivientes y familiares de v¨ªctimas del exterminio nazi. Mientras tomaba un caf¨¦ con Alain de Toledo, hijo de un deportado del campo de Royallieu-Compi¨¨gne, este me cont¨® que a sus padres les falsificaron unas partidas de bautismo en una iglesia espa?ola en Par¨ªs para ayudarlos a huir a Espa?a¡±, explica L¨®pez, profesor de la Universidad de Extremadura. De Toledo no le especific¨® nada m¨¢s y, hambriento de curiosidad, el historiador se dirigi¨® a la Rue de la Pompe.
Tras llamar a la puerta de la misi¨®n, un claretiano con acento burgal¨¦s, Carlos Tobes Arrabal, condujo a L¨®pez por el pasillo que flanquea el patio de los geranios hasta la peque?a alacena donde descansan dichas partidas de bautismo. En un despacho adyacente, a la luz de un flexo y custodiado por una talla de la Virgen de F¨¢tima, L¨®pez inspeccion¨® p¨¢gina por p¨¢gina los certificados de bautismo registrados entre 1940 y 1944. All¨ª estaban, anotados con tinta azul y negra, decenas de nombres de personas con apellidos jud¨ªos, de edad adulta y nacidos en el extranjero, la mayor¨ªa en Sal¨®nica (Grecia) y Estambul (Turqu¨ªa). ¡°Se ve claramente c¨®mo en ese periodo de tiempo los bautismos crecieron hasta un 200% en esta parroquia. Se hicieron conversiones a familias enteras en el mismo d¨ªa, incluso en algunos casos, tambi¨¦n se falsific¨® a la vez el certificado matrimonial [22 en total]¡±, subraya L¨®pez mientras se?ala con su dedo ¨ªndice las pruebas. Las 155 falsificaciones se distribuyen a lo largo de cinco a?os, entre el 3 de octubre de 1940 y el 12 de julio de 1944. Repartidas semanalmente, encontramos 4 en 1940, 68 en 1941, 30 en 1942, 45 en 1943 y, ya al final de la ocupaci¨®n nazi, 8 en 1944.
Tras desempolvar los tomos y descifrar la letra de todos los firmantes, cruz¨® los datos de la misi¨®n con los que encontr¨® en otros archivos franceses y encontr¨® que hasta 60 de estas partidas correspond¨ªan a jud¨ªos inscritos como espa?oles y a 19 protegidos, es decir, personas que contaban con el amparo del consulado. Este descubrimiento forma parte de El Servicio Exterior de Espa?a durante el Holocausto en la Francia ocupada (1940-1944), tesis doctoral que espera hacer p¨²blica en los pr¨®ximos meses.
La familia de los Modiano fue la primera en ser bautizada. Mauricio Modiano, de 65 a?os; su esposa, Eda Mar¨ªa, de 51; su hijo Ren¨¦, de 20, y su sobrina Mar¨ªa Francisca Hasson, de 9, viv¨ªan en el n¨²mero 134 de la Avenue de Malakoff. Salvo la peque?a Mar¨ªa Francisca, todos nacieron en Sal¨®nica (Grecia). No hay evidencias de si el padre Valtierra, el cura que firm¨® la partida, dej¨® caer sobre sus cabezas el agua bautismal o si simplemente los llev¨® a un despacho a firmar los documentos. Lo que s¨ª aparece marcado en sus fichas es la fecha del 3 de octubre de 1940, el mismo d¨ªa que entr¨® en vigor el Estatuto de los Jud¨ªos, las leyes antisemitas firmadas por el mariscal Philippe P¨¦tain que desembocaron en la creaci¨®n de un censo de jud¨ªos y, posteriormente, en las conocidas deportaciones a campos de concentraci¨®n y exterminio. Se estima que m¨¢s de 75.000 personas murieron. ¡°Estas falsificaciones serv¨ªan para convertirse aparentemente en cat¨®licos y tener la posibilidad de enga?ar a los perseguidores¡±, afirma L¨®pez.
Con una letra clara, los curas se alternaban para falsificar los documentos. En dichos registros anotaron datos relevantes que, analizados hoy, nos permiten vislumbrar c¨®mo eran los bautizados. La gran mayor¨ªa eran sefard¨ªes y la edad media era de 33 a?os: el m¨¢s joven solo ten¨ªa unos pocos meses de vida, y el mayor, 75 a?os. A casi todos se les castellaniz¨® el nombre con el objetivo de que, cuando presentasen toda la documentaci¨®n a las autoridades francesas para huir a Espa?a, no se los vinculase con su posible registro en el censo jud¨ªo. As¨ª, Levy se convirti¨® en Luis, Jacobo en Jaime y Mois¨¦s en Mauricio.
Tambi¨¦n es relevante ver c¨®mo algunos de ellos, semanas despu¨¦s de aparecer en los tomos como bautizados, aparecen en las fichas de otros jud¨ªos como padrinos. El matrimonio de los Modiano, por ejemplo, figura con esta categor¨ªa en la partida de bautismo de V¨ªctor Gomerzano, de 20 a?os y natural de Constantinopla (la actual Estambul). Lo que cabe pensar es que, en muchos casos, los inscritos estaban relacionados entre s¨ª y utilizaban el boca a boca y las relaciones familiares para enterarse de la posibilidad de ayuda que brindaban los misioneros espa?oles.
Cuatro sacerdotes contra las leyes antisemitas
En aquellos a?os, colaborar con estas personas supon¨ªa un delito grave, especialmente si se falsificaba documentaci¨®n relevante, como visados, pasaportes y partidas de bautismo. ¡°Estos sacerdotes no solo estaban infringiendo la ley eclesi¨¢stica haciendo conversiones falsas, sino que se enfrentaban al Estado franc¨¦s. Si esto se hubiera destapado, podr¨ªa haber supuesto, sin duda, su expulsi¨®n de Francia y un gran perjuicio para la diplomacia espa?ola¡±, comenta L¨®pez mientras revisa el archivo claretiano en busca de alg¨²n papel que arroje m¨¢s luz sobre lo sucedido. Pero ?qui¨¦nes eran estos cuatro curas y c¨®mo lograron construir esta red de salvamiento?
De ellos queda ¨²nicamente una decena de fotograf¨ªas guardadas en una caja de cart¨®n en la misi¨®n de la Rue de la Pompe. Unos pocos recuerdan de o¨ªdas qu¨¦ fue de sus vidas. Por aquel entonces, estos sacerdotes viv¨ªan en la misi¨®n junto con otra decena de claretianos, y todo apunta a que su relevancia tuvo que ser notable. En el fresco del retablo que corona el altar de la parroquia aparece retratado un sacerdote que, tras comparar su rostro con otras pinturas de la ¨¦poca y corroborarlo con el padre Tobes, representa al padre Joaqu¨ªn Aller. Nacido en 1897 en Campo de Villavidel (Le¨®n), Aller fue por entonces superior de los claretianos. La prensa local asturiana de la ¨¦poca inform¨® de que hab¨ªa colaborado con un comunista asturiano exiliado para devolver a Asturias la talla de la Virgen de Covadonga, que pas¨® parte de la Guerra Civil en la Embajada espa?ola de Par¨ªs. Muri¨® en Bilbao en 1964.
Poco m¨¢s se sabe del resto. Gilberto Valtierra naci¨® en 1889 en San Mart¨ªn de Humada (Burgos, 22 habitantes) en una familia de cinco hermanos, tres de los cuales se convirtieron en claretianos. All¨ª sigue viviendo un sobrino nieto suyo, Luis Porras Valtierra. ¡°?Pero qu¨¦ dice usted? ?Eso pas¨®? La verdad es que era un hombre bueno. Recuerdo que alguna vez vino al pueblo a ver a mi madre. Pero, que yo sepa, aqu¨ª nunca dijo nada sobre esto que usted me cuenta¡±, dice Pe?as por tel¨¦fono tras conocer la labor secreta de su t¨ªo. No obstante, subraya, el d¨ªa de su muerte la tiene grabada a fuego en su memoria. ¡°Fue el 1 de noviembre de 1953. Pocos d¨ªas despu¨¦s recibimos una carta de Francia. En ella, una familia que no conoc¨ªamos nos dec¨ªa: ¡®Los pobres de Par¨ªs lloran ante la tumba del padre Valtierra¡¯. Eso no se me olvida¡±, cuenta con emoci¨®n.
Emilio Mart¨ªn fue uno de los padres fundadores de la misi¨®n claretiana. Lleg¨® all¨¢ por 1913 con el objetivo de ayudar a los inmigrantes espa?oles que viv¨ªan con dificultades. Nacido en Segovia en 1869, Mart¨ªn ense?¨® y dirigi¨® a los claretianos que pasaron por la Rue de la Pompe hasta su muerte, en 1951. Todav¨ªa hoy, antes de entrar en la sacrist¨ªa de la iglesia, a mano izquierda, est¨¢ colgado un retrato suyo realizado con carboncillo.
Tobes, superior y actual director de la misi¨®n, solo conoci¨® a Ignacio Turrillas (nacido en Monreal, Navarra, en 1897), al que cuid¨® durante sus ¨²ltimos a?os de vida. ¡°Era el que quedaba vivo de los cuatro y muri¨® en mis brazos en 1979. Jam¨¢s me cont¨® nada de esto. Pero un d¨ªa, a?os despu¨¦s de su muerte, all¨¢ por 2008, lleg¨® una mujer a la puerta diciendo: ¡®Vengo a daros las gracias. Salvasteis la vida de mis padres¡¯. Nadie sab¨ªa a qu¨¦ se refer¨ªa y la llevamos ante el padre Miguel ?ngel Chueca, nuestro superior por entonces¡±, relata Tobes sentado en el umbral de la puerta del convento. Cuando la mujer se march¨®, prosigue, Chueca cont¨® toda la historia al resto de los misioneros, sin muchos detalles, y les pidi¨® que guardaran silencio.
¡°Creo que fue una historia que la orden vivi¨® en su intimidad. Ahora, al saber m¨¢s sobre lo que hicieron nuestros hermanos, nos llena de orgullo y felicidad¡±, afirma apasionadamente el actual superior. M¨¢s de un siglo despu¨¦s de su inauguraci¨®n, la misi¨®n sigue dedic¨¢ndose a ayudar a los m¨¢s necesitados: imparten clases de franc¨¦s a inmigrantes de lengua castellana y ofrecen gratis los servicios de una educadora social, entre otras labores de caridad. Pero son pocos. De la veintena de claretianos que hab¨ªa en los pasados a?os cuarenta ya solo quedan tres. Junto al superior est¨¢ el padre Tom¨¢s Tobes Agraz y el padre Arturo Pinacho. ¡°La vocaci¨®n nunca se va. Hay que servir porque mucha gente lo necesita¡±, explica sonriente el padre Tom¨¢s, de 81 a?os, sentado a la mesa. Mientras comen un humilde estofado y beben agua con un chorro de vino de tetrabrik, conversan sobre las grandes carencias que siguen sufriendo muchas personas.
La ayuda del c¨®nsul Bernardo Rolland
Nadie sabe a¨²n por qu¨¦ el padre Chueca era reacio a hacer p¨²blico tal descubrimiento. A De Toledo tambi¨¦n le insisti¨® en que no quer¨ªa que se diera a conocer la historia cuando fue en busca de los documentos que demostraban que sus padres hab¨ªan sido bautizados all¨ª. ¡°No me dio razones. Me hubiera gustado honrar a la misi¨®n, pero ¨¦l no quer¨ªa¡±, cuenta De Toledo. El secreto de los claretianos tambi¨¦n fue respetado por la mayor¨ªa de los inscritos. A De Toledo, por ejemplo, sus padres jam¨¢s le contaron nada. La noticia le lleg¨® mientras investigaba c¨®mo el por entonces c¨®nsul general de Espa?a en Par¨ªs, Bernardo Rolland, conocido por salvar secretamente a m¨¢s de 80 jud¨ªos, liber¨® a su padre del campo de Royallieu-Compi¨¨gne en 1942 y luego ayud¨® a sus progenitores a huir a Espa?a en 1943. ¡°Un primo de mi madre, Enrique Saporta y Beja, conoc¨ªa muy bien al c¨®nsul. Este le hab¨ªa prestado una oficina en el consulado para ayudar a los sefard¨ªes. ?l me cont¨® que Rolland fue el que aconsej¨® a estos jud¨ªos que fueran a ver a los sacerdotes [para falsificar las partidas]¡±, revela en una entrevista por correo electr¨®nico.
La figura de Rolland como nexo entre los perseguidos y los sacerdotes, hasta ahora desconocida, demuestra que particip¨® en la salvaci¨®n de un centenar de personas m¨¢s y que posiblemente involucr¨® a trabajadores de la C¨¢mara Oficial de Comercio en Par¨ªs, que figuran en algunas partidas falsas como padrinos. ¡°Sin su acci¨®n, mis padres no habr¨ªan sobrevivido y yo no habr¨ªa nacido. Por esta raz¨®n llevo 15 a?os intentando conseguir que le concedan la medalla de Justo entre las Naciones. Pero para m¨ª, sin o con ella, es un Justo¡±, escribe De Toledo, tambi¨¦n presidente de la asociaci¨®n Muestros Dezaparecidos (Nuestros Desaparecidos, en ladino), que trabaja en la recuperaci¨®n de la memoria de los sefard¨ªes espa?oles deportados en Francia.
Preguntas abiertas
Cuando uno revisa la historia de los falsificadores de Dios, surge una duda: ?no sospechaban las autoridades francesas al ver en estos documentos apellidos jud¨ªos y fechas tard¨ªas de conversi¨®n? ?Realmente estos bautismos ayudaron a salvar la vida de la mayor¨ªa de estas familias? L¨®pez no duda de ello. ¡°Estos documentos eran una herramienta perfecta para ocultar su fe y dar m¨¢s credibilidad a los certificados de nacionalidad espa?ola u otros papeles expedidos por Rolland¡±, puntualiza el investigador. Por un lado, estos documentos acreditados por la Iglesia les pod¨ªan liberar de figurar en el censo de jud¨ªos que posteriormente las autoridades utilizaron para localizar y arrestar a miles de ellos y deportarlos a campos de concentraci¨®n y exterminio. Y por otro, seg¨²n apunta el historiador, con estos documentos las probabilidades de conseguir un visado para salir de Francia aumentaban. Adem¨¢s, aunque la falsificaci¨®n para salvar jud¨ªos no fue muy com¨²n, hubo episodios similares probados que libraron a miles de personas de ser asesinadas por los nazis. Un ejemplo fue la Operaci¨®n Bautismo, en la que el cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, futuro papa Juan XXIII, falsific¨® durante la Segunda Guerra Mundial partidas de bautismo para salvar a 24.000 jud¨ªos desde Estambul (Turqu¨ªa).
No obstante, no se puede acreditar que la salvaci¨®n de estas familias se deba exclusivamente a la acci¨®n de los claretianos. Lo que s¨ª est¨¢ comprobado es que durante toda la ocupaci¨®n nazi los sacerdotes siguieron firmando partidas. El falso bautismo no fue suficiente para salvar de la muerte en los campos de concentraci¨®n al peque?o de ocho a?os Rogelio Samuel Benarrosch y a otros 16 inscritos. Pero el resto, 138 personas, s¨ª consiguieron burlar a los nazis.
En algunas ocasiones, los movimientos de los falsificadores de Dios despertaron la inquietud de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica francesa. En una correspondencia localizada a ra¨ªz de este reportaje entre el arzobispo de Par¨ªs Emmanuel Suhard y el superior de los claretianos, el primero ped¨ªa al director que se presentase en la sede episcopal para que le informase sobre dichos bautismos. En una carta fechada el 12 de febrero de 1942, Suhard le insist¨ªa: ¡°Le dije, la ¨²ltima vez que le vi, que el Consejo del Arzobispo necesitaba una explicaci¨®n sobre otro converso israel¨ª de quien no nos ha llegado la documentaci¨®n. Se trata de la se?orita (Mme.) Saporta [y Beja], que habr¨ªa sido bautizada y casada fugazmente en la capilla espa?ola. Le agradecer¨ªa que viniera a verme el s¨¢bado por la ma?ana, 14 de febrero a las 10 en punto, y me diera cualquier documentaci¨®n que haya reunido¡±.
Es conocida la oposici¨®n del arzobispado de Par¨ªs al Gobierno de Vichy y a las deportaciones, por lo que cabe pensar que estas misivas ten¨ªan como objetivo pedir prudencia a la misi¨®n y entregar alg¨²n tipo de documentaci¨®n que argumentase la urgencia de dichas conversiones para no levantar sospechas dentro de la Iglesia francesa que apoyaba a Hitler. No obstante, no se han encontrado pruebas de cu¨¢l era la postura del arzobispo ante estas falsificaciones. Los actuales superiores de la orden en Espa?a, que tambi¨¦n desconoc¨ªan la historia, afirman que con toda probabilidad las falsificaciones se hicieron guardando toda clase de cautelas. ¡°Los a?os han pasado y es probable que si otros hermanos nuestros, o los superiores de la congregaci¨®n, supieron de esas acciones, murieran sin comentarlas¡±, cuenta un portavoz en Madrid.
Entre los papeles de color pajizo que la misi¨®n a¨²n conserva de aquella ¨¦poca, aparece una copia de otra carta que el padre Valtierra escribi¨® para justificar el bautismo de la familia Sevi, compuesta por Alberto, Matilde y los ni?os Jacqueline y Claudio. ¡°No tengo motivos para dudar de la buena fe del se?or Sevi sobre su conversi¨®n. Ahora se comporta como un cristiano, viene todos los domingos a misa (¡)¡±, escribi¨® el sacerdote.
Claramente Valtierra minti¨® para proteger a dichas personas. La prueba de ello se encuentra en el archivo de Yad Vashem, la instituci¨®n oficial israel¨ª en memoria de las v¨ªctimas del Holocausto. All¨ª se recoge que, a?os despu¨¦s de ser bautizados, los Sevi entregaron su hija a sus vecinos, los Saulnier, un matrimonio cat¨®lico, para que la protegieran. ¡°No ten¨ªan miedo de los bombardeos, sino de ser arrestados y deportados porque eran jud¨ªos¡±, asevera el texto. Afortunadamente, conocemos que la peque?a se reuni¨® con sus padres tras la guerra.
M¨¢s de 100 nombres, m¨¢s de 100 historias
Encontrar y entrevistar a los protagonistas de esta historia es muy complejo, especialmente porque ha pasado tanto tiempo que es dif¨ªcil que alguien siga vivo. Tras una b¨²squeda intensiva en blogs familiares y ¨¢rboles geneal¨®gicos, adem¨¢s de m¨¢s de medio millar de llamadas, se ha podido localizar a una veintena de descendientes. Curiosamente, ninguno sab¨ªa nada de esta historia.
¡°Se me est¨¢ poniendo la piel de gallina. No puedo creerlo. Es como si me estuviera hablando de alguien que no conozco. No entiendo por qu¨¦ nunca me dijeron nada¡±, cuenta conmovida Karine Saporta, hija, sobrina y nieta de bautizados. Conoci¨® la noticia despu¨¦s de devolver una llamada perdida a su m¨®vil de este periodista. ¡°Pensaba que era una broma¡±, relata. El caso de los Saporta sobresale del resto por sus protagonistas. El benjam¨ªn de la familia se llamaba Raimundo, ten¨ªa 16 a?os y se convirti¨® d¨¦cadas despu¨¦s en el vicepresidente del Real Madrid, mano derecha de Santiago Bernab¨¦u y art¨ªfice, entre otras cosas, de que el jugador Alfredo Di St¨¦fano acabara vistiendo la camiseta blanca de por vida. Una figura relevante de Espa?a, vinculado tambi¨¦n a la direcci¨®n de la Federaci¨®n Internacional de Baloncesto.
Su hermano, padre de Karine, se llamaba Marcelo, ten¨ªa 19 a?os cuando la partida de bautismo falsa le ayud¨® a exiliarse a Madrid con toda su familia. Tras la contienda, cambi¨® su nombre por Marc y volvi¨® a Par¨ªs. Su nombre cobr¨® relevancia como traductor, editor e ¨ªntimo amigo de Jean-Paul Sartre. Todos, al igual que muchos bautizados, ocultaron lo sucedido a sus familiares y se llevaron el secreto de los claretianos a la tumba.
Un a?o despu¨¦s de colgar el tel¨¦fono, Karine visita la misi¨®n parisiense para ver los famosos tomos. Temblorosa y aparentemente incr¨¦dula, sube acompa?ada del padre Tobes las escaleras de madera que llevan a la biblioteca, en lo alto del convento. Entre dos paredes forradas con libros y alguna que otra trampa para ratones, una mesa la espera con un libro abierto. Cuando ley¨® los nombres de sus padres, cogi¨® una bocanada de aire. ¡°Aqu¨ª est¨¢n¡±, dijo.
All¨ª supo que sus padres, en 1949, tambi¨¦n se casaron. El padre Valtierra, el mismo que firm¨® su certificado falso, fue el cura que ofici¨® la celebraci¨®n. ¡°No puedo imaginarme el sufrimiento por el que tuvo que pasar mi familia. Es una historia que debe conocerse. Que debe salir a la luz¡±, cuenta la hija de Marc emocionada mientras fija su mirada en el padre Tobes.
Los sefard¨ªes del Expediente de Toledo
Para Eliazer Carasso; su esposa, Matilde Amarigio, y su hija Alegra, la huida de los nazis no termin¨® con su salida de Francia. El viaje hasta su nuevo hogar, Casablanca (Marruecos), se demorar¨ªa casi un a?o m¨¢s. Como a tantos repatriados jud¨ªos, las autoridades franquistas los repartieron por ciudades espa?olas, en su caso Toledo, a la espera de entregarles los respectivos visados. Junto a ellos, arribaron a la capital castellano-manchega otros seis jud¨ªos, entre ellos Edith Mar¨ªa Esther Naham¨ªas, tambi¨¦n bautizada. Los pasos de su odisea est¨¢n recogidos en un expediente policial en el Archivo Hist¨®rico Provincial de Toledo.
Los documentos, escritos a m¨¢quina y anotados a bol¨ªgrafo por el gobernador civil de la provincia de Toledo, informan de las residencias que ocupar¨ªan los repatriados desde agosto de 1943 hasta su marcha, finalmente en diciembre de ese mismo a?o. Los Carasso convivieron junto a vecinos toledanos en la calle de la Escalerilla de la Magdalena, n¨²mero 2. Justa C¨®rdoba, por entonces con 13 a?os, a¨²n los recuerda como ¡°gente educada¡±, ¡°bien vestida¡± y que ¡°solo hablaban entre ellos¡±. Los a?os han pasado y para C¨®rdoba, ahora nonagenaria, le resulta dif¨ªcil hacer memoria. ¡°Era muy peque?a. En el barrio se dec¨ªa que eran jud¨ªos que Franco hab¨ªa acogido como refugiados¡±, cuenta por tel¨¦fono.
Lo que pas¨® con ellos despu¨¦s de salir de Espa?a no est¨¢ del todo claro. Los Carasso consiguieron embarcar en diciembre desde M¨¢laga hacia Casablanca. Un mes antes, Naham¨ªas logr¨® un salvoconducto hacia Barcelona para encontrarse con su marido, Jacob Faraggi. Poco despu¨¦s se establecieron en Madrid, donde abrieron una boutique de moda cerca de la plaza de la Independencia. Anne-Marie Rychner Faraggi, familiar de ambos, cuenta que en 1945 regresaron al pa¨ªs galo. ¡°Volvieron a Francia tras la Segunda Guerra Mundial. En la familia no sabemos mucho m¨¢s sobre ellos¡±, explica Rychner.
La b¨²squeda de cada uno de los nombres lleva a descubrir m¨²ltiples historias que arrojan luz a una de las p¨¢ginas m¨¢s negras del siglo XX: la guerra y el Holocausto. Pese a haber despertado del olvido, el caso de los falsificadores de Dios est¨¢ compuesto por fragmentos que siguen sin resolverse con claridad. ?Tomaron ellos la iniciativa de salvar a esta gente o fue el c¨®nsul el que llam¨® a su puerta pidiendo ayuda? ?El obispado apoyaba sus actos o simplemente desconoc¨ªa la realidad del asunto? Y m¨¢s importante, ?fueron las falsificaciones de los claretianos la clave para que la mayor¨ªa de los bautizados no muriera a manos de los nazis?
Tras analizar una y otra vez las partidas, las cartas y el resto de informes, no hay duda de que los misioneros espa?oles de la Rue de la Pompe se expusieron ante las autoridades nazis. Como demuestra su certera caligraf¨ªa, no les tembl¨® el pulso al firmar aquel centenar y medio de conversiones falsas para intentar salvarles la vida a estas personas.
La lista de los falsificadores de Dios
Esta es la lista de las 155 personas que intentaron escapar de los nazis con la ayuda de los falsificadores de Dios. Si usted es un familiar o un conocido de una de estas personas y quiere contactar con nosotros, puede escribirnos a elpaissemanal@elpais.es.
Cr¨¦ditos
- Coordinaci¨®n: Brenda Valverde
- Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
- Dise?o: Ignacio Povedano
- Front-end: Alejandro Gallardo
- Edici¨®n de v¨ªdeo: ?lvaro Rodr¨ªguez de la R¨²a y Carlos de Vega