D¨ªas negros en la Francia de Vichy
Una exposici¨®n reexamina en Par¨ªs los tiempos de la colaboraci¨®n con el r¨¦gimen hitleriano
Dos episodios hist¨®ricos siguen dando forma a la imagen que los franceses tienen de s¨ª mismos: la Revoluci¨®n de 1789 y la liberaci¨®n posterior a la ocupaci¨®n nazi en 1944. Pero no todos sus antepasados fueron aguerridos sans-culottes y, a¨²n menos, h¨¦roes clandestinos de la Resistencia. Quienes se situaban en el bando contrario fueron eliminados durante d¨¦cadas de la memoria colectiva, con la vana esperanza de hacer desaparecer ese inc¨®modo recuerdo, hasta que la verdad hist¨®rica termin¨® por resurgir. En el marco del 70? aniversario de la Liberaci¨®n, Francia ha decidido ceder tiempo y espacio para recordar a quienes colaboraron con el nazismo, a trav¨¦s de una exposici¨®n que cuenta con 300 documentos in¨¦ditos.
En el H?tel de Soubise, sede de los Archivos Nacionales, en pleno Marais parisiense, el mariscal P¨¦tain da la bienvenida al visitante junto a la efigie circunspecta del mismo Adolf Hitler. La colaboraci¨®n 1940-1945 es una muestra de pasillos estrechos y escenograf¨ªa oscura que permite recordar, hasta el 5 de abril, lo sucedido durante el lustro que dur¨® la colaboraci¨®n con la Alemania nazi. Lo hizo Francia acomod¨¢ndose a las exigencias del invasor, antes de abrazar su proyecto de civilizaci¨®n a trav¨¦s de una legislaci¨®n manifiestamente antisemita. El r¨¦gimen de Vichy, fundamentado en valores como "el trabajo, la familia, la patria, la piedad y el orden", excluy¨® a los jud¨ªos de la vida en com¨²n, prohibi¨¦ndoles ejercer oficios como los de funcionario, banquero, profesor, m¨¦dico o artista. A partir de 1942, les oblig¨® a lucir la funesta insignia amarilla y particip¨® en su exterminio en nombre de la reconversi¨®n aria de Europa, con la deportaci¨®n de 75.000 personas que resid¨ªan en el territorio franc¨¦s.
Los cientos de documentos, en su mayor¨ªa desclasificados por primera vez por las autoridades francesas, permiten reexaminar la actitud de los aut¨®ctonos durante la ocupaci¨®n y los distintos grados de implicaci¨®n que tuvieron en el avance del nazismo, desde el compromiso convencido e incondicional con la causa hitleriana a un acercamiento circunstancial y no necesariamente sincero. El objetivo es demostrar que el colaboracionismo pudo tener distintos grados, pero tambi¨¦n que en ning¨²n caso se trat¨® de un fen¨®meno marginal. "La colaboraci¨®n no fue solo pol¨ªtica, sino tambi¨¦n econ¨®mica, administrativa, policial, militar, ideol¨®gica y cultural. Vichy no fue una simple sucursal alemana, sino un sistema plenamente franc¨¦s, ligado a la tradici¨®n de la extrema derecha local", afirma el historiador Denis Peschanski, comisario de la muestra y uno de los grandes especialistas en el periodo. El comisario lleva tres d¨¦cadas investigando sus complejos mecanismos, as¨ª como sus repercusiones en t¨¦rminos de memoria e identidad colectiva.
Peschanski desconf¨ªa ante quienes sostienen que toda Francia fue colaboracionista, igual que de aquellos que creen que todo el pa¨ªs sostuvo a la Resistencia. M¨¢s que esa minor¨ªa plenamente implicada en cada bando ¨C"que no sumaba m¨¢s de un mill¨®n de personas en cada lado", seg¨²n el historiador¨C, el comisario se ha interesado por el comportamiento de las masas. "Hubo quienes se acomodaron a las circunstancias, pese a no ser colaboracionistas, b¨¢sicamente por motivos econ¨®micos. Y despu¨¦s est¨¢n los que rechazaron las delaciones, pese a no participar abiertamente en actos de resistencia, pero que fueron capaces de decir no. Este ¨²ltimo grupo fue, claramente, el mayoritario".
El itinerario es extenso y no se amedrenta ante los tab¨²es hist¨®ricos. Arranca en junio de 1940, cuando la Asamblea Nacional otorg¨® los plenos poderes a P¨¦tain, como recoge el acta constitucional que lo erigi¨® en jefe de Estado, presente en la exposici¨®n. "He estado con vosotros en los d¨ªas de gloria. Lo seguir¨¦ estando en los d¨ªas oscuros. Permaneced a mi lado", clam¨® entonces ante sus conciudadanos, como recoge una postal conmemorativa. Adem¨¢s, la muestra recoge por primera vez fotograf¨ªas in¨¦ditas del encuentro entre el mariscal P¨¦tain, su vicepresidente Pierre Laval y el embajador alem¨¢n Otto Abetz a pocas horas del famoso apret¨®n de manos entre P¨¦tain y Hitler en Montoire, a la orilla del Loira. El trayecto termina con algunos de los 300.000 expedientes de purga pol¨ªtica creados tras la liberaci¨®n para represaliar al colaboracionismo. Entre los castigos ejemplares, figuraba la pena de muerte a Laval y la cadena perpetua a P¨¦tain, desterrado a un fuerte en la Isla de Yeu, enclave de la costa atl¨¢ntica convertido hoy en destino tur¨ªstico para burgueses izquierdistas. Sin ir m¨¢s lejos, dos ministros de Hollande veranean all¨ª.
Entre el inicio y el final, se multiplican los ejemplos de la violenta propaganda ejercida contra jud¨ªos y bolcheviques, adem¨¢s de numerosas fichas de los servicios policiales, que recog¨ªan las delaciones ciudadanas registradas durante esos cuatro a?os. Una carpeta contiene las denuncias contra la familia Cohen cerca de la Bastilla. Otra, la referente a los Blibaum en la rue Corbeau, y otra m¨¢s, a los Bromberg en el barrio de Belleville. Forman parte de las m¨¢s de 250.000 fichas que la polic¨ªa parisiense aspira a desclasificar entre 2015 y 2019, al concluir el plazo de confidencialidad de 75 a?os que contempla la ley. Decenas de documentos e im¨¢genes dan cuenta de ese r¨¦gimen de terror cotidiano contra los jud¨ªos. Recogen historias como la del m¨¦dico que exige a la polic¨ªa que interviniera para evitar que su hijo se casara con su prometida jud¨ªa. O como esa fotograf¨ªa que describe el cambio de propietarios de una tienda de bol¨ªgrafos en 1940: "A partir del 1 de noviembre, la direcci¨®n ser¨¢ cat¨®lica y francesa, igual que el personal".
Series, documentales y ensayos, adem¨¢s del Nobel a Modiano, demuestran la fascinaci¨®n francesa por este episodio
La exposici¨®n tambi¨¦n se detiene en la colaboraci¨®n de los artistas. Contrariamente a lo que se cree, no fueron minor¨ªa. Ni tampoco "vivieron en una soledad amarga y deshonrada", como ya dijo Lucien Rebatet, autor de Les d¨¦combres, panfleto antisemita que se convirti¨® en un superventas en los tiempos de la ocupaci¨®n. Adem¨¢s del conocido caso del escritor?Louis-Ferdinand C¨¦line, la muestra refleja la implicaci¨®n de Pierre Drieu La Rochelle, Paul Morand o Ram¨®n Fern¨¢ndez, que incluso fueron invitados por Goebbels al congreso de Weimar. El resto de artes tampoco se quedaron cortas: un reciente documental televisivo revel¨® el papel ambiguo que tuvieron personalidades tan conocidas como Maurice Chevalier, Edith Piaf, Sacha Guitry o Coco Chanel.
La cultura popular francesa lleva a?os interes¨¢ndose por el fen¨®meno. Una serie de ¨¦xito, Un village fran?ais, que ya alcanza la sexta temporada en la televisi¨®n p¨²blica, se centra en esa muchedumbre sin etiqueta, a la que la historia en may¨²sculas no ha prestado suficiente atenci¨®n. "Me interesa ese 95% de ciudadanos que no se identificaban ni como resistentes ni como colaboracionistas, que no eran ni monstruosos ni heroicos, sino simplemente humanos", ha dicho su creador, Fr¨¦d¨¦ric Krivine. Peschanski se?ala otros ejemplos del ardor que este oscuro episodio sigue despertando entre los franceses, como el ¨²ltimo premio Nobel de Literatura, Patrick Modiano ¨Cpremiado expl¨ªcitamente por "desvelar la vida cotidiana durante la ocupaci¨®n", seg¨²n la Academia sueca¨C o el reciente esc¨¢ndalo originado por Le suicide fran?ais, exitoso ensayo del polemista ?ric Zemmour, decidido a rehabilitar al r¨¦gimen de Vichy, recordando que "salv¨®" a un 75% de los jud¨ªos franceses y se limit¨® a deportar a los extranjeros, argumento habitual en las filas de la extrema derecha francesa. Hoy supera las 300.000 copias vendidas. "M¨¢s que un trauma hist¨®rico, la ocupaci¨®n constituye una obsesi¨®n francesa, porque se trata un cap¨ªtulo definitorio de nuestra identidad como pueblo", afirma Peschanski.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.