10 fotosCombatir el virus desde el consultorio del puebloCentenares de m¨¦dicos rurales siguen atendiendo a sus pacientes a pesar de la pandemia. As¨ª se han organizado para garantizar el acceso a la salud de la llamada Espa?a vac¨ªaCarlos Gil-RoigPatricia Peir¨®Huesca - 09 nov 2020 - 00:35CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLa doctora Ana Pi?ol, de 46 a?os, comienza su jornada laboral en su consulta de Huesca. Es m¨¦dica rural y ocupa esta plaza desde hace un a?o. Nada m¨¢s llegar por la ma?ana tiene una lista de pacientes a los que tiene que llamar. Las llamadas llevan su tiempo, unos 15 minutos cada una, y en ellas no solo se habla de dolencias o medicamentos, Ana tambi¨¦n les pregunto c¨®mo se encuentran de ¨¢nimo, por ejemplo. Dos d¨ªas a la semana tambi¨¦n recibe a pacientes de los pueblos que se pueden desplazar hasta la consulta. Esta es una de las dos consultas de todo el centro de salud en la que hay mampara.Carlos Gil-RoigLa doctora se encarga de siete pueblos de la provincia de Huesca, en los que viven alrededor de 600 pacientes. La pandemia cambi¨® por completo el modo de atenci¨®n. Al principio los consultorios rurales cerraron, pero en cuanto pudieron, los doctores los volvieron a abrir para ver en persona a sus pacientes. Los alcaldes jugaron un papel fundamental porque dispusieron de inmediato todo lo necesario para que los sanitarios pudieran realizar sus consultas con las m¨¢ximas medidas de seguridad. En la foto, Ana conversa con el alcalde de Antill¨®n, Jos¨¦ Luis Ferrando.Aunque ahora ya disponen de todo el material que necesitan, desde trajes de protecci¨®n, hasta mascarillas, en los primeros pasos de la pandemia los sanitarios casi no dispon¨ªan de elementos para protegerse frente al virus. Los vecinos fabricaron artesanalmente todo tipo de elementos, como esta bata hecha de pl¨¢sticos que muestra Ana. Los veterinarios de la zona les dieron botas altas impermeables y tambi¨¦n les prestaron guantes. Los pacientes acud¨ªan al propio centro de salud a dejarlo todo en la puerta.Carlos Gil-RoigAunque no hay cifras exactas, la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial estima que el 40% de los m¨¦dicos de familia en Espa?a trabajan en municipios de menos de 15.000 habitantes. Este colectivo se queja desde hace a?os de la falta de personal y recursos. Estos profesionales utilizan casi siempre su coche personal para recorrer cada semana los pueblos de los que se ocupan, a cambio de una tarifa muy baja por el kilometraje. Cuando lleg¨® el coronavirus, estuvieron en primera l¨ªnea de batalla y en esta segunda ola siguen combati¨¦ndolo.Carlos Gil-RoigLa doctora Pi?ol conduce su coche por las carreteras comarcales de Huesca a mitad de ma?ana. Cuenta que, al principio de la pandemia, tuvo que llevar a un paciente en su propio veh¨ªculo al hospital porque no hab¨ªa ambulancias disponibles. Asegura que eso ha cambiado y que el sistema ahora parece m¨¢s preparado. Pi?ol ocup¨® la plaza de un colega que se jubil¨® el a?o pasado despu¨¦s de 36 a?os ocup¨¢ndose de los siete pueblos que recorre ella ahora cada semana.Carlos Gil-RoigLa m¨¦dica entrega un justificante a Maria Luisa Satu¨¦, vecina de Argavieso de 80 a?os. Hay veces que las visitas de Ana son cortas, para entregar alguna receta o medir la tensi¨®n, como en este caso. Pero aunque sea solo para unos minutos, la m¨¦dica reivindica el derecho de todos los pacientes a una atenci¨®n m¨¦dica de calidad. ¡°Para nosotros, la visita del m¨¦dico lo es todo. Y con Ana estamos encantadas¡±, cuenta Maria Luisa, que ha acudido a la consulta acompa?ada de su cu?ada Gloria.Carlos Gil-RoigAna Pi?ol posa con sus papeles a la entrada de Argavieso. Nunca se imagin¨® que se enfrentar¨ªa a una pandemia desde los consultorios de siete pueblos de Huesca, pero lo ha hecho igual que los miles de compa?eros que no han dejado de atender a sus pacientes en los n¨²cleos m¨¢s peque?os de Espa?a. Algunos de ellos, han perdido la vida, luchando contra un enemigo silencioso del que no se sab¨ªa nada. ¡°Muchos de mis pacientes ahora necesitan, como m¨ªnimo, hablar de lo que han vivido¡±, asegura la doctora.Carlos Gil-RoigDispensador de gel desinfectante, mamparas, circuito de salida y de entrada, ventilaci¨®n¡ No falta de nada en los consultorios de los pueblos que visita Ana. ¡°Muchas veces, los alcaldes incluso iban un paso por delante de lo que yo necesitaba¡±, cuenta la sanitaria. Ana comparte estas instalaciones con un enfermero, con el que se alterna los d¨ªas, para no coincidir y mantener las medidas de seguridad. Aqu¨ª, Ana atiende a Gloria, que necesita un justificante para que sus hijos puedan moverse por la provincia para llevarle la compra.Carlos Gil-RoigNada m¨¢s llegar a Fa?an¨¢s, Pilar¨ªn y su marido Alfredo reciben a Ana con una caja entera de verduras y hortalizas. ¡°La lechuga no la cortes con el cuchillo, c¨®rtala con las manos¡±, le recomienda ¨¦l. De fondo, suena el pitido de la furgoneta que reparte el pan y se cruza con el cami¨®n que vende los congelados. ¡°La cercan¨ªa que tienes con los pacientes es lo mejor, porque aqu¨ª no te encargas de uno solo, sino de toda la familia, y eso te ayuda a la hora de hacer tu trabajo¡±, asegura Ana.Carlos Gil-RoigEste agujero estaba hasta marzo lleno de escombros y la ventana que se ve al fondo, cerrada. Para facilitar un sistema de ventilaci¨®n, el Ayuntamiento de Pueyo de Fa?an¨¢s retir¨® inmediatamente los cascotes y abri¨® la ventana. En la imagen, Ana atiende a Montse.Carlos Gil-Roig