En la esquina de mi calle hab¨ªa una casa en construcci¨®n, abandonada, sin puerta, sin ventanas, sin techo y sin ba?os. Un d¨ªa, un hombre vino a instalarse all¨ª con ni?os 'botes de tomate': Mamadou, Mor, Moussa, Daouda, Demba, Path¨¦, Alassane, Amadou, Alioune, Fallou, Fod¨¦, Thierno, Tidiane, Tapha, Omar, Ousmane, Ousseynou, Sidy, Seydou, Saliou, Lamine, Elimane, Boubacar, Bala, Bassirou y 007. A nosotros, los ni?os del barrio, nos gustaba mirarlos por la ventana que no ten¨ªa ventana. Yo quer¨ªa descubrir c¨®mo los ni?os crec¨ªan en los botes de tomate. Un d¨ªa, el 21 de marzo, lleg¨® una se?ora con un ni?o, Ndongo. Ten¨ªa cinco a?os.
Su padre, no lo conocemos; su madre, ella... Perdi¨® la cabeza. Quiero que le ense?es el Cor¨¢n. No es como su madre, tiene cabeza, aprende muy r¨¢pido, pero es terco. Si no obedece, golp¨¦alo. Y el 'morabito' respondi¨®: '??l es terco? D¨¦jalo ah¨ª. Si le agrada a Dios, le meter¨¦ algo en la cabeza. El peque?o Ndongo, con sus grandes ojos, no entend¨ªa lo que le acababa de pasar. Tampoco por qu¨¦ estaban todos los ni?os a su alrededor mir¨¢ndolo con sus botes de tomate bajo el brazo.
Ese d¨ªa entend¨ª que los ni?os talib¨¦s, los ni?os de la calle, no nacen en ellos. Es su familia quien los lleva a una daara, la escuela cor¨¢nica, y los conf¨ªa al hombre al que los ni?os llaman 'marabout' o maestro.