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?C¨®mo es volver a la escuela en N¨ªger? En el coraz¨®n del Sahel, millones de ni?os han vuelto a la escuela despu¨¦s de meses de cierre por la covid-19. En el pa¨ªs africano, la posibilidad de estudiar puede cambiar el destino de toda una familia Soraya, de 10 a?os, sus siete hermanos y sus padres viven en una casa de dos dormitorios en Niamey, la capital de N¨ªger. Sobre un viejo colch¨®n tirado en el suelo, aprovecha los ¨²ltimos momentos de sue?o. Es una de las afortunadas que volver¨¢ a la escuela. Juan Haro (Unicef) Sin apenas desayunar, se pone un elegante vestido blanco, reservado solo para las grandes ocasiones como bodas y bautizos. Su madre, Fati Amadou, le ayuda a alisarlo y le da un beso de buena suerte en la mejilla. Como si fuera una especie de tradici¨®n familiar, Soraya repite el mismo proceso con su hermana peque?a cuando ella tambi¨¦n se prepara para su primer d¨ªa de escuela. Juan Haro (Unicef) Su padre, Djibril Amadou, mira desde la puerta. Sabe lo dif¨ªcil que ser¨¢ el camino para sus dos hijas que vuelven hoy a la escuela. ¡°Este a?o no ha habido dinero para cuadernos ni mochilas. La vida se ha vuelto a¨²n m¨¢s cara desde la llegada de la covid¡±, cuenta. Amadou trabaja como guarda de seguridad en un hotel del centro de Niamey. Su salario va y viene, en funci¨®n de si hay trabajo o no. Juan Haro (Unicef) Muchas de las familias trabajadoras en N¨ªger est¨¢n en situaci¨®n de miseria. La mayor¨ªa vive por debajo del umbral de la pobreza, y m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n gana menos de 1,9 d¨®lares al d¨ªa. Los padres como los de Soraya afrontan enormes dificultades para garantizar que sus hijos puedan desayunar y comer, o para comprar el material escolar. ¡°Vivimos al d¨ªa. Gracias a Dios seguimos vivos y luchando por nuestros hijos. Para los pobres como nosotros, nuestro sue?o es que un d¨ªa ellos sean independientes y puedan cuidar los unos de los otros. Por eso la escuela es mi ¨²nica esperanza¡±, dice Fati, la madre. Juan Haro (Unicef) ¡°Cuando las ni?as van a la escuela, vendo comida para los vecinos. A pesar del poco dinero que juntamos entre mi marido y yo, es suficiente para el alquiler, comida, electricidad y otras necesidades. Pero no me quejo. Algunos viven peor que nosotros. Muchos ni siquiera tienen para comer¡±, lamenta Fati. Juan Haro (Unicef) La historia de Fati es similar a la de cientos de miles de madres de N¨ªger, que nunca tuvieron la oportunidad de ir a la escuela. La mayor¨ªa vieron c¨®mo las privaban de sus sue?os de adolescencia porque las casaron muy j¨®venes. Unicef estima que alrededor de tres de cada cuatro ni?as en N¨ªger se casaron antes de los 18 a?os, y una de cada cuatro antes de los 15. La pobreza es la principal causa del matrimonio infantil en este pa¨ªs, motivado por la esperanza de una prosperidad econ¨®mica y de un aumento del estatus social para las ni?as y sus padres. Juan Haro (Unicef) Son casi las ocho de la ma?ana y los gritos de los juegos de los ni?os y ni?as del vecindario llenan las arenosas calles. Soraya prepara sus cosas, se despide de sus padres y da la mano a su hermana peque?a para ir a la escuela Hanti Goussou. Ambas llevan meses esperando llegar a su colegio y jugar con sus amigos. Est¨¢n un poco nerviosas. Juan Haro (Unicef) En marzo de este a?o las escuelas cerraron como parte de las medidas de prevenci¨®n del gobierno de N¨ªger para tratar de frenar la propagaci¨®n del coronavirus en las aulas. Seg¨²n Unicef, casi cuatro millones de ni?os quedaron fuera de la escuela durante ese periodo. Juan Haro (Unicef) Es probable que el cierre de escuelas y el impacto econ¨®mico derivado de la pandemia obliguen a miles de ni?os, especialmente ni?as, a abandonar el colegio. Cuando no est¨¢n en las aulas aumenta el riesgo de que sean reclutados por grupos armados, de que sufran violencia de g¨¦nero, de convertirse en v¨ªctimas de trabajo infantil y de sufrir otras formas de explotaci¨®n y abuso. Juan Haro (Unicef) Para muchos estudiantes de N¨ªger, estudiar a distancia no fue una opci¨®n en los peores momentos de la pandemia. Se distribuyeron algunos materiales, pero el pa¨ªs no estaba preparado para un aprendizaje remoto masivo, y la producci¨®n de alternativas, como programas de radio, no se desarrollaron a tiempo para llegar a muchos de los ni?os. Solo una minor¨ªa pudo mantener un v¨ªnculo con la escuela gracias a la tecnolog¨ªa digital, pero la mayor¨ªa, que vive en ¨¢reas rurales, no pudieron continuar con su educaci¨®n. Juan Haro (Unicef) El cierre de escuelas en N¨ªger ha tenido consecuencias negativas en el aprendizaje y en el bienestar de los ni?os, especialmente sobre las ni?as de las comunidades marginadas, que est¨¢n pagando el precio m¨¢s alto. ¡°Fueron meses duros, me acuerdo. Con todo lo que ve¨ªa en la tele, ten¨ªa miedo de dejar la casa¡±, asegura Soraya. Juan Haro (Unicef) Aminata es la profesora de Soraya. Lleva 22 a?os dando clases en aulas de m¨¢s de 40 alumnos. Explica c¨®mo el clima extremo, las limitaciones de recursos pedag¨®gicos y, a veces, la deficiente nutrici¨®n de sus alumnos, han dificultado su profesi¨®n. ¡°Pero nunca hab¨ªa experimentado algo como la covid-19. Me hizo darme cuenta de lo mucho que amo ense?ar. Ech¨¦ de menos a mis alumnos esos d¨ªas¡±, explica. La pandemia ha creado una gran alteraci¨®n del sistema educativo en el pa¨ªs. Juan Haro (Unicef) La mayor¨ªa de profesores no estaban preparados para apoyar la continuidad del aprendizaje y adaptarse a nuevas metodolog¨ªas. Para reducir el impacto de las interrupciones del a?o acad¨¦mico, Unicef y sus aliados est¨¢n apoyando a m¨¢s de 50.000 profesores de primaria con formaci¨®n sobre m¨¦todos de recuperaci¨®n; adem¨¢s est¨¢n produciendo y distribuyendo libros de ejercicios y lecciones adaptadas a la situaci¨®n. Las medidas contribuir¨¢n a que se proporcione un entorno de aprendizaje seguro y educaci¨®n de calidad, ya que se abordan las p¨¦rdidas de aprendizaje y se evita el abandono escolar. As¨ª se apoya ¨Cdirecta o indirectamente¨C a 2,6 millones de ni?os en edad de cursar educaci¨®n primaria y 800.000 de secundaria. Juan Haro (Unicef) ¡°Estoy especialmente preocupada por c¨®mo seguir el programa acad¨¦mico. Pero tambi¨¦n por garantizar la higiene y seguridad de los estudiantes. Sol¨ªamos tener tres alumnos por mesa. Ahora nos obligan a poner una estera ¨Cporque no hay mesas adicionales suficientes¨C en el suelo y sentarles ah¨ª, a distancia unos de otros. Este a?o nos estamos tomando muy en serio el lavado de manos. Y los estudiantes lo han entendido¡±, dice Jaqueline, explicando las dificultades que las aulas masificadas han supuesto a la hora de implementar los h¨¢bitos seguros a los que obliga la covid-19. Juan Haro (Unicef) Una condici¨®n clave para reabrir es poder garantizar una vuelta segura que incluya mantener la distancia social e implementar medidas de salud p¨²blica como el uso de mascarillas y el lavado de manos. Juan Haro (Unicef) En la regi¨®n de Sahel, los ni?os van al colegio en algunos de los contextos m¨¢s complicados. Las ni?as como Soraya tendr¨¢n que superar obst¨¢culos que ning¨²n cr¨ªo de su edad deber¨ªa tener que afrontar nunca. La vida la ha obligado a ser madura a muy corta edad. En casa es un modelo a seguir. Todo el mundo espera mucho de ella. Y, aunque le genera un poco de presi¨®n hacerlo bien, es positiva y tiene determinaci¨®n. Juan Haro (Unicef) ¡°Si trabajo duro hoy, ma?ana podr¨¦ ayudar a mi familia, 'alhamdulillah'' (si Dios quiere), dice la ni?a. Juan Haro (Unicef)