La pandemia suma un problema m¨¢s a los barrios m¨¢s pobres de Buenos Aires, que ya peleaban contra la inseguridad, la pobreza y hasta un brote de dengue
Muchas familias viven con el dinero que ganan del d¨ªa y deben continuar trabajando en oficios como la recuperaci¨®n de basura, lo que en Argentina se denomina ¡°cartoneros¡±. Adem¨¢s de la exposici¨®n al contagio derivada de trabajar en la calle, las condiciones de hacinamiento en sus viviendas hace f¨ªsicamente imposible realizar un aislamiento por covid-19. La familia de Carlos vive en un solo cuarto en la Villa Zavaleta.Facundo N¨ªvoloEva Alarc¨®n tiene 30 a?os y coordina el comedor popular Do?a Emi en la Villa 21-24. En ese lugar, los voluntarios cocinan y entregan raciones de alimento para m¨¢s de 200 personas, son en su totalidad mujeres que trabajan sin cobrar un sueldo por parte del Estado. Alimentan a cientos de personas sin recursos. Facundo N¨ªvoloEl comedor Los Peques asiste alimentariamente a j¨®venes de la Villa Zavaleta con problemas de consumo, principalmente adictos a sustancias derivadas de la coca¨ªna como el ¡°paco¡±. Uno de sus responsables, Martin, referente sindical de la UOM, dice: ¡°Estos chicos son los expulsados del sistema¡±.Facundo N¨ªvoloEl padre ¡°Toto¡±, Lorenzo De Vedia, realiza su actividad religiosa en la Villa 21-24. Fue uno de los primeros en denunciar los casos de coronavirus en el barrio. La Iglesia de opci¨®n por los pobres, denominados curas villeros, junto a las organizaciones barriales, se han convertido en la primera l¨ªnea de batalla contra 'la peste' y el hambre.Facundo N¨ªvoloJavier reparte alimentos en callejones oscuros donde hay m¨¢s de 70 contagiados. Deposita las cajas de comida, espera hasta que alguna persona sigilosa la retira. ¡°Es como gatillarse en una ruleta rusa: en alg¨²n momento me voy a infectar¡±, asegura.Facundo N¨ªvoloRamona Collante, de la Villa 21-24, se infect¨® de coronavirus y padece s¨ªntomas agravados: adem¨¢s de sufrir fiebre y tos, tambi¨¦n se le inflamaron las extremidades. Tuvo que permanecer aislada durante dos semanas en su casa. Tambi¨¦n se infectaron su hija y su nieto.Facundo N¨ªvoloCarlos tiene 67 a?os y desde las cuatro de la ma?ana se dedica a preparar la comida en un comedor de la iglesia del Padre Pepe en la Villa 21-24. Las raciones se entregan al mediod¨ªa a personas ancianas y con dietas especiales por cuestiones de salud. Es parte de un equipo de trabajo que se completa con otras 12 trabajadoras voluntarias.Facundo N¨ªvoloUn retrato de un residente de la Villa Zabaleta se protege con mascarilla.Facundo N¨ªvoloMar¨ªa es una de las 12 trabajadoras del comedor de la iglesia del Padre Pepe en la Villa 21-24. Las raciones se entregan al mediod¨ªa a personas ancianas y con dietas especiales por cuestiones de salud.Facundo N¨ªvoloTodas las actividades educativas se vieron suspendidas en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, algunos estudiantes intentan continuar su formaci¨®n. Una ni?a en la Villa 21-24 ensaya en soledad con su instrumento.Miembros de la cooperativa de trabajo Cristo Obrero fumigan los pasillos de la Villa 31 con elementos e insumos propios con el fin prevenir la propagacio?n de la covid-19. La Villa miseria 31 de Buenos Aires es una de las m¨¢s afectadas por la pandemia y donde la gente m¨¢s humilde lucha contra el flagelo del virus, pero tambi¨¦n de la pobreza.Tom¨¢s CuestaUn residente de la Villa 31 de Buenos Aires posa para una foto. Unas 40.000 personas viven en la Villa 31, una de las 100 barriadas que rodean la capital ¡ªen toda la provincia alcanzan el millar¡ª. Aunque el coronavirus tard¨® en llegar al asentamiento, la mitad de estos vecinos acabaron afectados, seg¨²n el propio gobierno local.Tom¨¢s CuestaEn estas villas, incluida la 31, hay que agregar un problema de inseguridad y violencia. A los delincuentes juveniles se les denomina ¡°pibes chorros¡±. Uno de ellos posa frente a un mural que conmemora a los chavales abatidos por la polic¨ªa. ¡°Con la cuarentena, ni siquiera podemos salir a realizar changas ¡ªtrabajos relacionados con la construcci¨®n, instalaciones el¨¦ctricas o fontaner¨ªa¡ª; la cosa est¨¢ complicada hasta en el negocio de la venta de droga. Si no hay plata tendremos que volver a las calles¡±, advierte.Tom¨¢s CuestaPetrona (izquierda), su hija y sus nietos padecieron de dengue debido a las condiciones de hacinamiento en las que viven -el mosquito anida en aguas estancadas en la chatarra-. El dengue se ha convertido en otro de los flagelos en este tipo de asentamientos.Tom¨¢s CuestaVista de la Villa 31 y la Ciudad de Buenos Aires. Adem¨¢s de la exposici¨®n al contagio derivada de trabajar en la calle, las condiciones de hacinamiento en estas viviendas convierten en imposible aislamiento para contener la covid-19.Tom¨¢s CuestaMiembros de la cooperativa de trabajo Cristo Obrero fumigan los pasillos de la Villa 31 con el fin prevenir la propagacio?n de la covid-19.Tom¨¢s CuestaLas familias de Villa 31 toman medidas de seguridad como colocar rejas en puertas y ventanas debido a los altos niveles de delincuencia que padecen en su comunidad.Tom¨¢s CuestaLa brigada de bomberos asiste a la parroquia de la 1-11-14 antes de comenzar con sus tareas de desinfecci¨®n. Los bomberos luchan con fiereza para poder entregar las cajas de comida entre las familias afectadas.Ignacio OyuelaUn bombero en la Villa 1-11-14 se prepara para hacer las rondas de desinfecci¨®n en el barrio. Su sede est¨¢ al lado de la estaci¨®n de gendarmer¨ªa, la divisi¨®n del Ej¨¦rcito que entra en las zonas m¨¢s ¡°pesadas¡±, ¡ªpeligrosas¡ª.Ignacio OyuelaDesinfecci¨®n en una arteria neur¨¢lgica del barrio popular 1-11-14. Es el trabajo cotidiano de los bomberos contra la pandemia.Ignacio OyuelaJavier, jefe de la Brigada de la Virgen es bendecido por el padre Juan antes de empezar su jornada y canta el himno nacional argentino en la Parroquia Madre del Pueblo, en la Villa 1-11-14.Ignacio Oyuela