14 fotosNi?os ind¨ªgenas rar¨¢muri que trabajan de sol a solEn los campos mexicanos de chiles jalape?os trabajan en condiciones de semiesclavitud cientos de menores de edad de esta ¨¦tnia procedentes de la Sierra TarahumaraAitor S¨¢ezM¨¦xico - 23 ene 2021 - 10:57CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceMarisa, de unos seis o siete a?os, no sabe cu¨¢l es su edad. Su madre, Josefina, asegura que trae a la peque?a al campo por los riesgos que correr¨ªa si la deja sola en el rancho del patr¨®n, donde viven. Marisa recoge chiles como cualquier adulto. Se han detectado 623 menores de edad ¡ª211 por debajo de los 15 a?os¡ª en campos agr¨ªcolas de Chihuahua desde 2018 gracias a 493 inspecciones, seg¨²n datos de la Secretar¨ªa estatal del Trabajo (STPS). El trabajo infantil aument¨® un 8% respecto al ejercicio anterior, cuando murieron al menos 15 chicos en esos latifundios.Aitor S¨¢ezEl 4 de septiembre una ni?a de seis a?os fue arrollada por un autocar en una granja de Camargo mientras sus padres pizcaban chile. Muchas de las muertes de menores en los cultivos se produce por atropello, al arrancar sin revisar que haya ni?os bajo los autos, en b¨²squeda de la ¨²nica sombra que existe en la des¨¦rtica planicie de Chihuahua. Tambi¨¦n habido fallecimientos por golpes de calor al pasar m¨¢s de ocho horas a temperaturas de hasta 45 grados. En oa imagen, dos ni?os van en camioneta hacia los campos de jalape?os junto a otros trabajadores.Aitor S¨¢ezA la izquierda, Carmela, de 12 a?os, quien dice ir a cosechar por voluntad propia. A la derecha, Barrag¨¢n almuerza junto a su hijo, tambi¨¦n de 12 a?os, a quien asegura que debe traer a ayudarlo para completar un irrisorio salario de unos 250 pesos diarios (unos ocho euros). El propietario de la finca cuenta que algunas veces ha tratado de frenar el ingreso de menores, pero entonces el resto de trabajadores se solidarizan y se niegan a faenar ese d¨ªa. Por cada hect¨¢rea de chile, se ingresan unos 100.000 pesos (4.000 euros) anuales. Por estas 150 hect¨¢reas se elevan a medio mill¨®n de euros.Aitor S¨¢ezDaisy, de tres a?os, y su madre Macrina, de 21, recogen chiles. La mayor¨ªa de jornaleros en los campos de chile de Chihuahua son rar¨¢muri que tuvieron que abandonar la Sierra Tarahumara (unos 300 kil¨®metros al este) debido a la sequ¨ªa y al crimen organizado. Sus tierras se ubican en el llamado Tri¨¢ngulo Dorado, feudo del narcotr¨¢fico dedicado a la tala ilegal y a la siembra de amapola y marihuana.Aitor S¨¢ezTanto el Gobierno de Estados Unidos como autoridades de Chihuahua han detectado formas de esclavitud moderna en los cultivos de la regi¨®n. Una vez en las granjas, algunos trabajan hasta 15 horas al d¨ªa bajo amenaza de despido y reciben un m¨ªnimo sueldo o ning¨²n pago. Algunos trabajadores son amenazados o maltratados f¨ªsicamente por abandonar sus trabajos, y se estima que en M¨¦xico hay 341.000 v¨ªctimas de esclavitud moderna, seg¨²n el ¨²ltimo ?ndice Mundial de Esclavitud.Aitor S¨¢ezLas monosil¨¢bicas conversaciones con los rar¨¢muri se estancan en alg¨²n punto. La mayor¨ªa hablan un castellano limitado, nunca lo necesitaron en la inh¨®spita serran¨ªa donde tampoco hab¨ªa escuelas. ¡°Lo imprescindible, de entrada, es un traductor. Sin poderse comunicar, no pueden acceder a ning¨²n derecho.Aitor S¨¢ezCuando en 2018 la Secretar¨ªa de Trabajo (STPS) lanz¨® la primera ronda de inspecciones sorpresa, detectaron un promedio de tres menores en cada campo. Desde entonces la mayor¨ªa de los productores ha optado por poner guardias en la entrada de sus ranchos, o bien, dar aviso al crimen organizado. n sus tres a?os de funcionamiento, la STPS ha abierto 38 procesos condenatorios que se canalizaron a la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR) para su sanci¨®n como delito penal. Sin embargo, ning¨²n caso ha llegado a sentencia.Aitor S¨¢ezGuadalupe Carrillo lleg¨® de la sierra en 2019 junto a su marido y beb¨¦. Viven en un cuarto de nueve metros cuadrados. Para ganar espacio ha colocado unos pal¨¦s y lonas afuera para utilizar el exterior de cocina. Aitor S¨¢ezMuy pocos latifundistas ofrecen alojamiento en sus ranchos, como los hermanos Ch¨¢vez, que construyeron unas barracas de hormig¨®n para dar techo a sus jornaleros. Alfonso Silva vive con su esposa y dos hijas, y trabaja en el desecado del chile para producir chipotle, una labor mejor pagada que la colecta. Pese al hacinamiento y compartir ba?o con otras 50 personas, considera que las condiciones son buenas.Aitor S¨¢ezVarios jejenes, unos diminutos mosquitos, se amontonan en los ojos del beb¨¦ de Guadalupe para alimentarse de sus lega?as. La comunidad rar¨¢muri desplazada sufre discriminaci¨®n social y graves dificultades de acceso a los servicios b¨¢sicos. Terminan sobreviviendo al margen de la sociedad empezando por la imposibilidad de entender el castellano sin un traductor que las instituciones no suelen disponer por falta de recursos y voluntad pol¨ªtica.Aitor S¨¢ezBarracones de madera y lata donde habitan los trabajadores de Godea, comercializadora de chile, cuyo propietario niega el acceso a este medio. En muchos de los ranchos se ha colocado seguridad privada para obstaculizar el acceso a las inspecciones de las autoridades estatales. En varias ocasiones, los equipos de inspecci¨®n han sido interceptados por varias camionetas con hombres con armas largas. Aitor S¨¢ezDaisy, de tres a?os, y su madre Macrina, de 21. En Camargo, las autoridades localizaron el pasado a?o a 24 menores rar¨¢muri laborando en campos agr¨ªcolas y tan solo a 18 en la escuela. La ¨²nica aula m¨®vil para esta poblaci¨®n queda a 36 kil¨®metros y el aula fija m¨¢s cercana, a 250. Una mujer del pueblo los cuida por 50 pesos al d¨ªa, una cuarta parte de su m¨ªsero jornal, un precio caritativo imposible de asumir.Aitor S¨¢ezLa explotaci¨®n infantil en campos se penaliza con c¨¢rcel. Pese a que se han abierto 38 procesos sancionatorios contra productores, ninguno ha llegado a sentencia y tan solo en dos casos las autoridades estatales han impuesto multas, recientemente. Guadalupe y su beb¨¦, en su vivienda.Aitor S¨¢ezLas manos de Marisa, la ni?a que nunca ha celebrado su cumplea?os: enchiladas, agrietadas, donde el campo esculpi¨® toda su crueldad hasta robarles el tacto. Ha pasado diez sofocantes horas arrodillada, pizcando unos 400 chiles, cinco baldes, 50 pesos (dos euros). Aitor S¨¢ez