Salir de casa
En su brillante ¨²ltima novela, 'La hija ¨²nica', Guadalupe Nettel desacraliza la familia biol¨®gica y plantea diversas formas de maternidad. Con eso redefine tambi¨¦n la idea de casa en un ejercicio valiente, necesario y esperanzador
Ser¨ªa muy dif¨ªcil resumir la relaci¨®n con el hogar mejor que Vivian Gornick: ¡°Si no te vas de casa te sofocas, si te vas demasiado lejos te falta ox¨ªgeno¡±. Pero en su m¨¢s que recomendable ¨²ltima novela, La hija ¨²nica (Anagrama), Guadalupe Nettel consigue explicar la amplitud de significados que puede tener el concepto casa a partir de la descripci¨®n de gestos inconscientes que acomodan o incomodan a alguien dentro de una vivienda, anotando detalles aparentemente nimios ¡ªcomo un s¨¢ndwich de jam¨®n y queso que se siente como un asidero protector¡ª o narrando la evoluci¨®n de convivencias inesperadas. Sin abordar directamente ese tema, trat¨¢ndolo como el marco que es siempre una vivienda, la novela refleja c¨®mo ha cambiado la idea de casa como morada y cu¨¢nto de ese cambio tiene que ver con nuestra amplitud mental para entender lo que puede ser una familia o un hogar.
El libro recoge cuatro historias paralelas. La de Laura, la narradora-escritora, en su nuevo apartamento, donde contempla a diario c¨®mo las palomas rehacen un nido en su terraza. All¨ª aprende lo que es el parasitismo de puesta: aves ¡ªcomo el cuco¡ª que ponen su huevo en nidos ajenos compartiendo ¡°el impulso biol¨®gico de reproducirse y al mismo tiempo una necesidad de sustraerse a las labores de crianza¡±. La historia de su amiga Alina, que pasa de no querer tener hijos a repensar a diario lo que es la maternidad, descubre c¨®mo vivir al d¨ªa ayuda a perder el miedo y, una vez perdido, esa decisi¨®n altera la composici¨®n de la casa. Una tercera historia es la de sus vecinos, Nico y su madre Doris, que conforman un hogar aunque tengan que vivir alejados. Finalmente, la cuarta historia sigue las andaduras de su madre, que descubre en un colectivo de mujeres el aprendizaje vital que nunca hubiera logrado hacer suyo a partir de la experiencia, o la insistencia, de su hija. Somos as¨ª.
En la casa de esa madre, el contestador del tel¨¦fono responde: ¡°Est¨¢s hablando a casa de la familia Ruvalcaba. En este momento no te podemos contestar", como si no viviera sola desde hace m¨¢s de 10 a?os¡±.
El propio apartamento de la narradora se convierte en un hogar de paso para un ni?o que arrastra problemas desde que tiene memoria. Y que tiene la cabeza habitada por los gritos de un padre ausente. Ese vecinito se pasa all¨ª el d¨ªa, sin embargo, regresa a su piso ¡ªsucio, desordenado y desquiciado¡ª para ir al ba?o. Con esas informaciones sutiles, uno entiende que una casa puede ser un bocadillo: el cuidado maternal que la narradora es capaz de ofrecerle al muchacho consiste en galletas, emparedados de jam¨®n y mantequilla o tazones de leche con chocolate.
En la habitaci¨®n de su hija In¨¦s, Alina descubre ¡°lo permeable que ha sido siempre la maternidad¡±. Tambi¨¦n que ¡°los lazos sangu¨ªneos no son garant¨ªa de nada¡± y, finalmente, que ¡°nada de lo que construimos dura para siempre¡±.
Pero m¨¢s all¨¢ de las viviendas, los retratos arquitect¨®nicos m¨¢s duros del libro aparecen cuando Nettel describe espacios p¨²blicos. Sucede cuando son reales: las consultas m¨¦dicas amuebladas por la paciencia o impaciencia de los m¨¦dicos y por la soledad de los pacientes ante diagn¨®sticos contradictorios. Tambi¨¦n cuando esos lugares son virtuales: ¡°Facebook es un sitio donde la gente suele poner el mejor aspecto de s¨ª misma, sus mejores perfiles, sus mejores sonrisas, sus logros en el trabajo, muchos d¨ªas en el campo y muchas vacaciones, una red dise?ada para el autobombo y la promoci¨®n. Nadie suele postear sus crisis, sus fracasos o los kilos que le sobran. Pocos hablan de sus enfermedades, y cuando lo hacen se muestran optimistas ante los dem¨¢s para atraer palabras de admiraci¨®n y de aliento¡±. Con todo, es precisamente en Facebook donde Alina encuentra un grupo en el que, como a ella ¡°a todos les hab¨ªan dicho que sus hijos morir¨ªan al nacer¡±. Toda esa soledad, y esa uni¨®n, desfila por el libro de esta escritora del siglo XXI que entrando en las casas se adentra en la vida de los otros y caminando por la ciudad advierte c¨®mo mercados, parques u hospitales reflejan nuestros miedos, nuestra esperanza, nuestro porvenir y nuestra capacidad, poca o mucha, de repensar los lugares. La propia Nettel hizo eso siendo una ni?a. Da cuenta de ello en su novela autobiogr¨¢fica El cuerpo en que nac¨ª cuando describe un ¨¢rbol que era ¡°desaf¨ªo y a la vez cobijo¡±. ¡°Se trataba de un lugar refugio en el que no era necesario encorvar la espalda para sentirse a salvo. En esa ¨¦poca yo ten¨ªa la necesidad constante de defenderme de mi entorno (...) Era como si hubiera decidido construir una geograf¨ªa alternativa, un territorio secreto por el cual pasear a mis anchas sin ser vista¡±.
Babelia
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