27 fotosMigraci¨®nMigrantes entre fogones a la espera de un visadoUn grupo de voluntarias, a¨²n sin la documentaci¨®n para poder cruzar a Estados Unidos, se hacen cargo de la ¨²nica cocina del campamento de El Chaparral, Tijuana, que da tres comidas al d¨ªa y alimenta a 300 personas de las 2.000 que habitan all¨ªSeila MontesTijuana - 06 sept 2021 - 09:26CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEl campamento de El Chaparral fue levantado de forma improvisada a principios de este a?o. Se extiende en la garita entre San Isidro y Tijuana, el paso fronterizo terrestre de mayor flujo migratorio clandestino que ha existido desde la d¨¦cada de los a?os 70. Las familias que viven aqu¨ª huyeron de su lugar de origen forzadas por la violencia y la miseria y esperan que el gobierno estadounidense les brinde asilo pol¨ªtico.Las tiendas de campa?as se superponen a lo largo de El Chaparral, en Tijuana. En ellas descansan las familias m¨¢s afortunadas. Muchos migrantes tienen que dormir a la intemperie y se resguardan del fr¨ªo con pl¨¢sticos y cartones, enfrentando las adversidades del clima.Dos hermanas hondure?as posan frente a la tienda de campa?a donde duermen, a unos pocos metros del muro que separa Estados Unidos y M¨¦xico.No existe un censo certero de cu¨¢ntas personas habitan el asentamiento. Seg¨²n la Subsecretar¨ªa de Asuntos Migratorios del Gobierno de Baja California, en El Chaparral viven 2.000 migrantes, de los que al menos 800 son menores de edad.Existe el rumor de que los menores no acompa?ados tendr¨¢n m¨¢s facilidad para ingresar a Estados Unidos. Algunos padres mandan a sus hijos solos en el viaje y pagan a un coyote para que los cruce al otro lado.En El Chaparral no existe un sistema sanitario ni medidas de higiene. Los migrantes viven hacinados y la mayor¨ªa subsiste gracias a donaciones.Casi todos los migrantes que viven en El Chaparral provienen del Tri¨¢ngulo Norte Centroamericano (El Salvador, Honduras y Guatemala), pero tambi¨¦n hay quienes dejaron sus hogares en Hait¨ª y en las zonas m¨¢s violentas de M¨¦xico: Veracruz, Guerrero o Michoac¨¢n, territorios donde los c¨¢rteles gobiernan al antojo del terror. Algunos de ellos improvisan cocinas en las tiendas de campa?a.Migrantes hacen fila para desayunar en la ¨²nica cocina que hay en el campamento.Mar¨ªa Elena P¨¦rez Nava, mexicana de 30 a?os, es voluntaria y la m¨¢xima responsable de la cocina de El Chaparral. Como el resto de migrantes lleg¨® al campamento huyendo de la violencia de su comunidad y ahora espera un permiso para cruzar a Estados Unidos.La ¨²nica cocina del campamento da tres comidas al d¨ªa y alimenta a unas 300 personas de las 2.000 que viven all¨ª. Dos ni?as mexicanas hacen fila para conseguir su merienda, compuesta de pl¨¢tanos y pan.Floriberta P¨¦rez, guatemalteca, y Paula Garc¨ªa G¨®mez, mexicana de Chiapas, forman parte del grupo de voluntarias de la cocina de El Chaparral. Ambas mujeres son madres solteras y fueron v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero a manos de los padres de sus hijos.Avena, leche en polvo y latas de tomate frito, entre los alimentos que los migrantes reciben como donaciones.Mientras una fila de personas espera su desayuno, Mar¨ªa Elena anuncia que la avena se acab¨®. Muchas familias solo comen lo que reparten en la ¨²nica cocina del campamento.Originaria de Chilpancingo, en Guerrero, una de las zonas bajo el control de c¨¢rteles, Mar¨ªa Elena se meti¨® en un autob¨²s una noche rumbo a Tijuana para huir de la delincuencia criminal con sus hijos de nueve y 11 a?os.Paula Garc¨ªa G¨®mez, de 45 a?os, es la mayor del grupo de mujeres voluntarias en la cocina de El Chaparral. Lleg¨® al campamento huyendo de su hogar en Michoac¨¢n, uno de los territorios bajo el control de los peligrosos c¨¢rteles en M¨¦xico.Entre los papeles con los que viaja Paula para cruzar a Estados Unidos guarda el cartel con la foto de su hijo asesinado por la delincuencia criminal y su acta de defunci¨®n.Jessica Carolina Ponce es hondure?a y madre soltera. En su pa¨ªs se dedicaba a la venta de comida hasta que la Mara Salvatrucha extorsion¨® a su familia. Entonces decidi¨® cruzar con sus tres hijos la frontera en balsa hasta llegar a Chiapas, M¨¦xico. Mientras espera un visado humanitario para entrar a Estados Unidos ayuda a organizar la cocina del asentamiento.Varios migrantes hacen su turno para merendar: caf¨¦ de olla y pan.Adultos y ni?os esperan su turno para merendar.Un grupo de madres solteras y en la mayor¨ªa v¨ªctimas de g¨¦nero son voluntarias en la cocina de El Chaparral que da tres comidas al d¨ªa y sobrevive gracias a donaciones.Katty, haitiana y madre de tres hijos. El mediano, Gabriel, tiene autismo y necesita su medicaci¨®n. ¡°Solo la consigo a veces, pero aun as¨ª estamos mejor que en Hait¨ª, donde solo hay miseria¡±, explica. Cada vez son m¨¢s los haitianos que llegan a M¨¦xico en busca de refugio. Solo hasta junio, la Comisi¨®n Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) hab¨ªa recibido hasta 51.654 peticiones de asilo.En El Chaparral no hay un sistema sanitario ni condiciones m¨ªnimas de higiene. S¨®lo cuentan con cuatro ba?os m¨®viles para todos los migrantes del campamento.Una patrulla del ej¨¦rcito mexicano recorre varias veces al d¨ªa El Chaparral para asegurar el orden en el asentamiento. Mientras, las familias llevan meses esperando asilo pol¨ªtico al otro lado, aumentan los casos de migrantes centroamericanos deportados de Texas a Tijuana.Los ni?os de El Chaparral no tienen acceso a la educaci¨®n. Pasan sus d¨ªas jugando entre la basura y los charcos de agua que la lluvia deja. De vez en cuando alguna organizaci¨®n les trae juguetes, mantas y ropa.Muchas familias deciden viajar con sus hijos peque?os a pesar de los peligros de la traves¨ªa. ¡°No quiero lo mismo que viv¨ª yo para mi hija. Por eso estoy aqu¨ª. ?Quiero un futuro mejor para ella!¡±, confiesa una madre hondure?a.Los menores de edad no acompa?ados son uno de los grupos m¨¢s vulnerables en el campamento y la presa m¨¢s f¨¢cil para los grupos delincuentes. Los ni?os separados de sus padres son las v¨ªctimas m¨¢s afectadas por esta crisis migratoria.La humedad y las bajas temperaturas por la noche, que descienden a los cinco grados, han provocado enfermedades respiratorias en los m¨¢s peque?os. Algunos corren por el asentamiento descalzos. Organizaciones en defensa de los derechos humanos denuncian las r¨ªgidas leyes migratorias de los Estados Unidos sobre la protecci¨®n de la infancia.