Una de sal y otra de arena para las mujeres de Guinea-Bis��u

El oc��ano Atl��ntico ba?a 350 kil��metros de costa del Guinea-Bis��u; en los estuarios abundan los mariscos y la sal, cuya b��squeda y extracci��n son el principal sustento de las mujeres rurales del litoral cuando no es temporada de colecta del anacardo.?lvaro Garc��a

La extracci��n de sal es una labor muy exigente f��sicamente. En Ponta Cabral, cerca de Quinhamel, en la regi��n de Biombo, donde se ubica tambi��n la capital (Bissau), las mujeres cogen barro en cubos para luego extraer la sal, al tratarse de una tierra rica en cloruro s��dico por estar muy cerca de la costa.?varo Garc��a

En estas zonas rurales del litoral, la poblaci��n es extremadamente pobre, sin apenas recursos econ��micos, acceso a electricidad o agua potable. En Guinea-Bis��u, un 64,4% sufre carencias b��sicas como agua, saneamiento, educaci��n, alimentos o una vivienda digna, y un 68,4% sobrevive con menos de 1,90 d��lares (1,64 euros) al d��a, seg��n recoge el ��ltimo informe sobre pobreza multidimensional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).?lvaro Garc��a

Sin apenas sombras disponibles, el sol y el calor anestesian. Con las t��cnicas tradicionales de extracci��n de sal, las mujeres son capaces de producir 50 kilogramos a la semana que venden por unos 5.000 francos africanos (7,60 euros).?lvaro Garc��a

El primer paso es cortar y cargar le?a para el fuego. Una tarea que se hace muy temprano, desde las cinco de la ma?ana, porque una vez comienza la cadena de producci��n, no pueden parar. Como no tienen una carretilla, ni un ahorro para adquirir una, cargan la madera en la cabeza.?lvaro Garc��a

El barro de los estuarios se mezcla con agua para luego someterlo a un proceso de filtrado. Todo el procedimiento, una vez iniciado, no se puede interrumpir y se realiza de manera tradicional con herramientas rudimentarias.?lvaro Garc��a

Mar��a Eusebia Zamora, de 48 a?os: ��Nos cansamos mucho y no ganamos nada. Hacemos sal para pagar la escuela a nuestros hijos, alimentarnos y comprar ropa. Cargamos sacos de 50 kilos en la cabeza para guardarla en casa porque la lluvia puede estropearla y no tenemos carretillas".?lvaro Garc��a

Las mujeres viven en una sociedad que las relega a un segundo plano tanto en la esfera p��blica como privada. Su formaci��n acad��mica es menos importante que la de los varones: el 47,7% de los hombres de 15 a 49 a?os es analfabeto, frente al 67,4% de la poblaci��n femenina. Las chicas son educadas para ser buenas esposas, servir y tener hijos. Pero muchas de ellas, solas al frente de sus familias, trabajan casi siempre en la informalidad, para salir adelante.?lvaro Garc��a

Las vecinas de Ponta Cabral trabajan bajo un sol que anestesia, esperando a que el agua mezclada con la arena se filtre a un bid��n.?lvaro Garc��a

Salom�� Dos Santos, diputada nacional por la regi��n de Biombo, ha convertido en una causa personal ayudar a estas mujeres y no desaprovecha cualquier ocasi��n para atraer la atenci��n de la prensa hacia ellas, ya sea para que un portal de noticias africanas cuente su historia con motivo del D��a Internacional de la Mujer el pasado 8 de marzo o porque se ha enterado de que periodistas espa?oles andan por el pa��s.?lvaro Garc��a

El agua filtrada se deposita en unas bandejas de metal sobre la lumbre. Por evaporaci��n, en unas horas, quedar�� la sal.?lvaro Garc��a

Las vecinas del ��rea de Quinhamel no se resignan, tienen un plan para prosperar con la producci��n de sal, pero claman auxilio. ��Es duro. Las mujeres estamos expuestas a humos, calor, sol. Y hemos conocido un proceso nuevo con energ��a solar. La llaman la sal solar, que tiene menos riesgos para la salud y se consigue m��s rendimiento��, detalla Beatriz Su��rez Dagama, presidenta de la Asociaci��n Mers-Dodjar (casa de labradoras), una agrupaci��n rural para el desarrollo de actividades socioecon��micas en la regi��n de Biombo.?lvaro Garc��a

En Quinhamel y las comunidades alrededor como Ponta Cabral y la a��n m��s remota Ponta Z�� Henrique, las historias que cuentan son comunes: se las tienen que apa?ar pr��cticamente solas. Han sido abandonadas por maridos con demasiadas esposas como para preocuparse por todas, o se han ido a trabajar lejos. Los hay que est��n y se dedican a la agricultura, pero ellas no ven un c��ntimo. O han fallecido.?lvaro Garc��a

El calor hace lo que conseguir��an con un sistema solar de la obtenci��n de sal, evaporar el agua y hacer emerger la sal. Pero necesitan algo de inversi��n para las lonas, cercados y mecanismos de colecta que les har��an falta.?lvaro Garc��a

Las mujeres tampoco cuentan con veh��culos o carretillas para transportar el producto. Salom�� Dos Santos busca apoyos para construir un almac��n en el mercado de Quinhamel o incluso Bissau, donde las mujeres puedan almacenar el producto.?lvaro Garc��a

Mientras buscan el modo de materializar los planes de mejora de obtenci��n, transporte y almacenamiento de la sal, las mujeres preservan el producto cerca de sus casas, protegido por lonas y telas. Dangi Nhaga, que no recuerda su edad, aprendi�� a extraer sal de una t��a con la que se crio. Viuda y con una nieta de ocho a?os a su cargo, se siente cansada de sobrevivir de esta actividad tan exigente f��sicamente, pero lo hace para poder costear la escuela de la ni?a. ��No quiero que tenga mi vida��, zanja la abuela.?lvaro Garc��a

"Con apoyo y ayudas podr��amos incluso exportar. Aqu�� todo es natural, es agua de mar, sin productos qu��micos; la Uni��n Europea est�� interesada", asegura la diputada Dos Santos, abogada de formaci��n.?lvaro Garc��a

Desde las aldeas, las mujeres transportan todo sobre sus cabezas pues dif��cilmente llegan veh��culos al lugar. Una vez acabada la jornada de extracci��n de sal, la llevan a sus casas para el almacenamiento y de ah�� har��n lo mismo para acudir al mercado.?lvaro Garc��a