8 fotos
Mujeres: las v¨ªctimas que m¨¢s sufren en las guerras El fot¨®grafo lleva 35 a?os viajando por todo el mundo para retratar los conflictos armados y sus damnificados. Y entre los rostros sobresalen las ni?as, adolescentes, madres, viudas, refugiadas, esclavas sexuales¡ Para ellas el sufrimiento se multiplica. Ahora re¨²ne estas im¨¢genes en un libro que destaca la ejemplaridad de las mujeres en las situaciones m¨¢s violentas. Varias mujeres deportadas desde Kosovo esperan para entrar en Albania. Las fuerzas de seguridad serbias y los paramilitares obligan a la poblaci¨®n albanokosovar, el 90% de los dos millones de habitantes, a abandonar la provincia de la antigua Yugoslavia. Centenares de personas son asesinadas. En el camino hacia el exilio, los serbios requisan y roban los t¨ªtulos de propiedad, los pasaportes y los documentos de identidad, los anillos de casamiento, las viejas joyas familiares y todo el efectivo que encuentran. La intenci¨®n de los verdugos es aniquilar toda huella del pasado. Los rostros rompen el ¨¢nimo, hieren en la conciencia. Cuando las bombas explotan, los virus infectan y las hambrunas matan, las v¨ªctimas son todos. Pero ?qu¨¦ pasa si eres mujer o ni?a? Hay violencias espec¨ªficas contra ellas, especialmente en las guerras. El sufrimiento se multiplica. Lo he podido ver, una y otra vez, durante los ¨²ltimos 35 a?os en mis viajes a zonas de conflicto. Gervasio S¨¢nchez publica, con el apoyo del Instituto Aragon¨¦s de la Mujer, 'Violencias. Mujeres. Guerras' (Blume), libro que incluye estas fotograf¨ªas. Gervasio S¨¢nchez Una adolescente se recupera en un centro m¨¦dico en una aldea sudanesa fronteriza con Kenia. Sud¨¢n ya era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de la Tierra hace 20 a?os. Desde su independencia en 1956, las diferentes etapas de la guerra permanente han matado a millones de civiles y provocado el desplazamiento masivo de la mayor parte de la poblaci¨®n que vive en el sur de un pa¨ªs que tiene las dimensiones de un continente. Si una mujer pisa una mina antipersona, a menudo ser¨¢ abandonada por su marido. Si su esposo desaparece, lo buscar¨¢ durante a?os, d¨¦cadas, y posiblemente nunca vuelva a tener una relaci¨®n amorosa. No es viuda ni divorciada, sigue casada con un desaparecido. Gervasio S¨¢nchez Eusebia Arroche es una ni?a prostituta. Ten¨ªa 12 a?os cuando se le hizo esta foto. Decidi¨® irse de casa harta de abusos sexuales a los que era sometida por un padre y unos hermanos sin escr¨²pulos. Por ser ni?a, recib¨ªa un mejor pago, tres veces m¨¢s de lo normal. La ausencia de educaci¨®n sexual aumenta el riesgo de embarazos prematuros. Ninguna ONG consigui¨® integrar a Eusebia en un programa para sacarla de la calle. Solo pasarle una revisi¨®n m¨¦dica. De las 52 menores de 18 a?os entrevistadas por la organizaci¨®n Child Hope en 1992, el 55% admiten haber estado embarazadas por lo menos una vez. De ellas, 8 abortaron y 13 dieron a luz. De las ni?as que abortaron, dos lo hicieron en la calle, tres en pensiones de mala muerte, dos en casa y solo una de ellas en un centro hospitalario. En las crisis de refugiados los ni?os mueren de hambre, c¨®lera, malaria, tuberculosis, casi siempre en brazos de sus madres. En muchos pa¨ªses los ni?os son secuestrados a edades muy tempranas. Los varones son convertidos en soldados y a las ni?as se las convierte en esclavas sexuales. Son violadas sistem¨¢ticamente, muchas veces en grupo, en ocasiones hasta la muerte. Gervasio S¨¢nchez Mariatu Kamara, de 15 a?os, sufri¨® en 1999 la amputaci¨®n de sus dos manos durante la guerra de Sierra Leona. Cortar manos, piernas, orejas o lenguas se convirti¨® en una macabra pr¨¢ctica habitual a partir de 1995 por parte de la guerrilla del Frente Revolucionario Unido. Daba igual la edad. Algunas v¨ªctimas ten¨ªan meses. Cuando se realiz¨® este retrato, llevaba a?os viviendo en un centro especial para amputados en Aberdeen, un barrio de Freetown. Aqu¨ª tuvo su primer hijo, que muri¨® al poco de nacer. Es la violencia m¨¢s humillante. Las adultas sufren prostituci¨®n forzada. Son graves violaciones del derecho internacional humanitario. Pero la ejemplaridad de las mujeres en las situaciones m¨¢s violentas permite seguir creyendo que no todo est¨¢ perdido, aunque a veces sea dif¨ªcil distinguir un ¨¢pice de esperanza en la oscuridad. Gervasio S¨¢nchez Juana Tenorio, esposa de Floriano Hinostroza, desaparecido el 24 de noviembre de 1984 en Ayacucho (Per¨²), padre de sus 10 hijos. Seg¨²n la Comisi¨®n de Derechos Humanos, el 47% de los desaparecidos en el pa¨ªs andino se produjeron durante el mandato del presidente Bela¨²nde entre 1980 y 1985, aunque las desapariciones siguieron durante las presidencias de Alan Garc¨ªa y Alberto Fujimori, quien promovi¨® una ley de amnist¨ªa que bloque¨® la lucha contra la impunidad y perjudic¨® la b¨²squeda de las personas en paradero desconocido. EI 80% de las v¨ªctimas pertenec¨ªan a los sectores rurales y m¨¢s de la mitad eran agricultores analfabetos. Gervasio S¨¢nchez Un grupo de mujeres se alumbran con velas durante la procesi¨®n de Semana Santa en Ayacucho (Per¨²) en plena guerra civil entre las fuerzas gubernamentales y la guerrilla mao¨ªsta de Sendero Luminoso. En el departamento de Ayacucho, cuna de este grupo armado, exist¨ªa en 1990 un 44,6% de analfabetismo urbano y rural, que duplicaba el promedio nacional. El 90% de las viviendas carec¨ªan de agua potable, el 98% de desag¨¹e y el 92% de alumbrado el¨¦ctrico. La expectativa de vida era de 48 a?os, cuando la media nacional sobrepasaba los 60. La mortalidad infantil era de 166 por cada 1.000 habitantes en las zonas m¨¢s paup¨¦rrimas, y solo exist¨ªan hospitales en 3 de sus 11 provincias. Solo en 1983 y 1984 se produjeron m¨¢s de 7.000 muertos por violencia, de los que una inmensa mayor¨ªa eran inocentes en medio de un fuego cruzado. La guerra dur¨® m¨¢s de 12 a?os, y sus consecuencias, d¨¦cadas. Gervasio S¨¢nchez Campesinas desplazadas se dirigen al mercado de Nitita, una localidad de Burundi azotada por la violencia desatada durante la guerra civil del pa¨ªs africano. En octubre de 1993, el presidente hutu, Melchior Ndadaye, elegido en unas elecciones democr¨¢ticas controladas por observadores internacionales, fue asesinado por militares tutsis junto a varios de sus ministros cuando apenas llevaba 100 d¨ªas en el poder. Entre 50.000 y 100.000 burundeses fueron asesinados en las semanas posteriores y m¨¢s de medio mill¨®n tuvieron que huir de sus casas y desplazarse a otras zonas del pa¨ªs, de apenas cinco millones de habitantes. Otros miles de burundeses atravesaron las fronteras y se refugiaron en pa¨ªses lim¨ªtrofes como Ruanda. En Nitita, los tutsis huyeron o fueron asesinados en la ola de venganza. Sus casas fueron destruidas, sus cosechas quemadas y su ganado robado. El Ej¨¦rcito, controlado por la minor¨ªa tutsi, acudi¨® en auxilio de los miembros de esta etnia y perpetr¨® nuevas matanzas entre los hutus. Gervasio S¨¢nchez La ex ni?a soldado Hawa Fornah, de 13 a?os, en el piso tutelado donde vive desde que dej¨® las armas y empez¨® su proceso de rehabilitaci¨®n. Miles de ni?as fueron secuestradas y reconvertidas en combatientes en una de las guerras m¨¢s sangrientas del continente africano. El misionero espa?ol Chema Caballero dirige un programa de desintoxicaci¨®n de la violencia por el que pasan 3.000 combatientes infantiles y juveniles. Los pisos tutelados, basados en la experiencia del Proyecto Hombre, con el que colabor¨® el misionero cuando viv¨ªa en Madrid, son utilizados para dar cobijo a los menores que no encuentran a su familia o son rechazados por ellas. Viven en peque?os grupos bajo la tutela de adultos con horarios y normas muy r¨ªgidas. Los grupos armados sierraleoneses financiaron sus actividades b¨¦licas con la explotaci¨®n de las riqu¨ªsimas minas de diamantes. Armas y drogas llegaron al pa¨ªs a cambio de las piedras preciosas. Gervasio S¨¢nchez