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La odisea de ser extranjero y querer ir al m¨¦dico en Sud¨¢frica En Sud¨¢frica, un pa¨ªs que arrastra graves problemas de pobreza, desigualdad y falta de empleo, los migrantes se llevan la peor parte. Las trabas administrativas y el racismo les impiden conseguir regularizar su situaci¨®n o pedir una consulta m¨¦dica Cuatro mujeres migrantes esperan en la puerta de la consulta de la doctora Astrid Samuel, de M¨¦dicos Sin Fronteras. Se encuentran en las instalaciones de la cl¨ªnica comunitaria Sediba Hope de Pretoria, donde MSF inici¨® un proyecto en 2019 para dotar de asistencia sanitaria a personas indocumentadas en esta ciudad sudafricana con un enfoque en el apoyo psicol¨®gico, En Sud¨¢frica alrededor del 4e% de sus 55 millones de habitantes son migrantes o solicitantes de asilo. El proceso para conseguir papeles en regla es complicado. Es el Ministerio de Asuntos Internos el responsable de recibir y procesar las peticiones, pero seg¨²n datos del propio organismo, el 96% de los solicitantes son rechazados en primera instancia, es decir, solo una de cada 20 personas acaba siendo reconocida legalmente en este pa¨ªs. Alfredo C¨¢liz Una de las calles de Sunnyside, barrio de Pretoria donde se concentra gran parte de la poblaci¨®n congole?a de la ciudad. Los solicitantes de asilo y migrantes se quejan del racismo estructural al que est¨¢n sometidos, y que sobre todo les afecta a la hora de regularizar su estatus en el pa¨ªs porque la burocracia es hostil y complicada. Tambi¨¦n refieren problemas de acceso a empleo, a educaci¨®n, a vivienda y a servicios sanitarios. Igualmente, la xenofobia de una parte de la sociedad es patente, y desde hace m¨¢s de una d¨¦cada los episodios de violencia por parte de grupos de ciudadanos locales se dan con relativa frecuencia. Alfredo C¨¢liz Memory, natural de Malawi y de 40 a?os, sostiene a su beb¨¦, el cuarto y ¨²ltimo de sus hijos. Esta mujer sostiene que las migrantes sin recursos se ven en ocasiones sometidas a la violencia machista dentro de sus hogares, pero que no pueden marchar por la falta de recursos. Tambi¨¦n se?ala que uno de los mayores problemas de la gente de su comunidad es la barrera idiom¨¢tica: muchos ciudadanos de Malawi que emigran a Sud¨¢frica no saben ingl¨¦s ni ninguna de las otras lenguas del pa¨ªs, por lo que cuando van al m¨¦dico no saben c¨®mo hacerse entender. Alfredo C¨¢liz Oratile Marungwana ayuda a Fusi Hlanami a elaborar un curr¨ªculum en el centro de apoyo a migrantes de MSF en Pretoria. Personas como ¨¦l y como Moeti Maumbi, a su lado, hacen uso de este espacio. En ¨¦l se ofrece orientaci¨®n legal y laboral, duchas, ordenadores y acceso a internet y taquillas para guardar pertenencias en caso necesario. Este centro se halla cerca de la oficina de tramitaci¨®n de solicitudes de refugio de Pretoria. Alfredo C¨¢liz Gloria Shukrani, de 27 a?os, es congole?a y solicitante de asilo, un proceso que puede durar a?os, aunque cumpla con los requisitos establecidos por la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) para solicitar la condici¨®n de refugiado. Shukrani pertenece al Consejo Nacional de Congole?os por el Desarrollo, una organizaci¨®n que da apoyo a los compatriotas en Sud¨¢frica. Afirman que de los 300.000 congole?os que hay en Sud¨¢frica, menos del 10% ha logrado una resoluci¨®n favorable y que en los ¨²ltimos cinco a?os no se ha concedido ninguna. Gloria Shukrani explica que la ¨²ltima vez que fue a renovar su solicitud tard¨® seis horas. Alfredo C¨¢liz En los bajos de un edificio comercial, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro de ¨¢mbito local de Pretoria ha organizado una charla para mujeres congole?as. Se trata fundamentalmente, de ayudarlas a sentirse empoderadas y fuertes a pesar de las muchas dificultades que sufren, tanto econ¨®micas como personales. La violencia de g¨¦nero, la falta de empleo y de vivienda aceptables y los problemas burocr¨¢ticos que les impiden hasta registrar a sus hijos cuando nacen est¨¢n a la orden del d¨ªa. Las participantes en esta actividad obtuvieron, al finalizar, un cheque regalo por valor de 25 euros para canjear en una popular cadena de supermercados de Sud¨¢frica. Alfredo C¨¢liz Didier Bizimana es trabajador social de MSF y trabaja en el centro Sediba Hope de Pretoria. Est¨¢ especializado en brindar asistencia legal, pero estima que, desde el inicio de la pandemia, quien se acerca por all¨ª lo hace principalmente buscando comida. ¡°Muchos se han visto afectados negativamente. perdieron sus trabajos y, por tanto, su fuente de ingresos. Desde principios de septiembre de 2020 hemos estado distribuyendo paquetes de comida a unas 50 familias cada mes¡±, asegura. Alfredo C¨¢liz Tres hombres y una mujer han desplegado sus puestos entre dos coches del barrio de Sunnyside, en Pretoria. Ella vende mangos y ellos, que est¨¢n almorzando, diversos cacharros y baratijas. Sud¨¢frica es el destino principal para migrantes del sur de ?frica, tanto econ¨®micos ¨Csobre todo de Zimbabue, Mozambique y Malawi¨C como solicitantes de asilo, cuya mayor¨ªa llega desde Somalia, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Burundi, Eritrea y Etiop¨ªa. Entre el choque de normas que confunde al personal m¨¦dico, y los prejuicios de una parte de la poblaci¨®n, la atenci¨®n sanitaria para los migrantes y solicitantes de asilo difiere seg¨²n la persona o el centro de salud con el que el paciente entre en contacto. Y mientras, Sud¨¢frica lucha con una escasez de recursos que complica brindar atenci¨®n sanitaria suficiente a cualquier persona, sea nacional o extranjera. Con la irrupci¨®n de la covid-19, el problema se ha agudizado. Alfredo C¨¢liz Varios miembros del Consejo Nacional de Congole?os por el Desarrollo pasean por una calle de Sunnyside, uno de los barrios con mayor presencia de migrantes de Pretoria. Durante una charla con ellos, todos denuncian diversos episodios de racismo y xenofobia, y recuerdan los m¨¢s graves, que han llegado a causar heridos y muertos: por ejemplo, en 2008, cuando un ataque en Johannesburgo dej¨® 60 v¨ªctimas; en 2015 con nuevos asaltos a negocios de migrantes en varios puntos del pa¨ªs; en 2019 con otros 22 fallecidos. Alfredo C¨¢liz En el ¨¢mbito sanitario tambi¨¦n se reproduce el racismo, pero tambi¨¦n hay mucha desinformaci¨®n. En realidad, se trata de una cuesti¨®n compleja porque las leyes chocan entre s¨ª: la Constituci¨®n, la Ley Nacional de Salud y la Ley de Refugiados establecen que todas las personas, independientemente de su estatus, tienen derecho a disfrutar de servicios de atenci¨®n m¨¦dica y que a nadie se le puede negar el tratamiento de emergencia. Sin embargo, la Ley de inmigraci¨®n obliga al personal sanitario a averiguar la situaci¨®n jur¨ªdica de los pacientes e informar a Interior sobre cualquiera que no presente la documentaci¨®n adecuada. Adem¨¢s, un Proyecto de Ley de 2019 limit¨® los derechos de los migrantes sin papeles a acceder a la atenci¨®n m¨¦dica a pesar de que todos ellos, y en particular las mujeres embarazadas y los ni?os menores de seis a?os, tienen derecho a recibirla gratuitamente. Organizaciones como MSF brindan atenci¨®n sanitaria a quienes no tienen acceso a ella por las v¨ªas ordinarias. A la izquierda, la doctora Astrid Samuels, coordinadora del proyecto de asistencia a migrantes de MSF en Pretoria. Alfredo C¨¢liz Mowela, solicitante de asilo congole?a de 31 a?os. Otro de los problemas que denuncian las mujeres migrantes es que no pueden registrar a sus hijos al nacer. Debido a distintas regulaciones que existen, un n¨²mero creciente de ni?os no nacionales vive sin ninguna prueba de nacimiento, seg¨²n afirman desde el Centro Scalabrini, una de tantas organizaciones que velan por los derechos de los migrantes. De las estad¨ªsticas del Gobierno se desprende que al menos cien mil menores de edad est¨¢n sin registrar. ¡°Uno de los requisitos es que ambos padres demuestren que residen legalmente en Sud¨¢frica, pero esto puede ser complejo y, a veces, imposible, debido a las estrictas normas de inmigraci¨®n¡±, indican en la web de la organizaci¨®n. Alfredo C¨¢liz La xenofobia en Sud¨¢frica no es un secreto ni una novedad: en los ¨²ltimos a?os se han sucedido episodios de diversa gravedad en un pa¨ªs donde, casi 30 a?os despu¨¦s del fin del apartheid, a¨²n persisten unos problemas de desigualdad, pobreza y acceso a empleo tan profundos que el pasado verano provocaron los disturbios m¨¢s graves de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, con al menos 337 muertos. En la imagen, algunas de las mujeres congole?as que recibieron un cheque de 25 euros para gastar en los supermercados de Pretoria. Alfredo C¨¢liz En este local del barrio de Sunnyside puede montar una peluquer¨ªa cualquiera que pague el alquiler de un espacio. La xenofobia se alimenta de bulos que condenan a la comunidad migrante. El m¨¢s com¨²n, que este colectivo sobrecarga los servicios p¨²blicos. Sin embargo, solo alrededor de cuatro de los 55 millones de residentes en Sud¨¢frica son extranjeros. Tambi¨¦n los no sudafricanos pagan igual que los sudafricanos cuando la atenci¨®n sanitaria es secundaria o terciaria: una cantidad acorde a sus ingresos que se calcula a la hora de emitir la factura. De hecho, los extranjeros est¨¢n sujetos a las mismas tarifas hospitalarias o incluso a unas m¨¢s altas si est¨¢n indocumentados. Alfredo C¨¢liz De izquierda a derecha: Abdul Abdi, de Somalia; Fast Makausi, de Zimbabue; Credo Uwera, de Ruanda, y Gloria Shukrani con Roger Mukuna, ambos de Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Todos ellos son consejeros de MSF para migrantes, como ellos, que llegan al pa¨ªs con m¨²ltiples necesidades. Su misi¨®n es aconsejarles y apoyarles en la complicada burocracia del pa¨ªs, as¨ª como prestar apoyo psicol¨®gico. Algunos de ellos tambi¨¦n est¨¢n a¨²n pendientes de documentaci¨®n: es el caso de Gloria, que es solicitante de asilo. Alfredo C¨¢liz Un ejemplar del libro verde que utiliza MSF para facilitar que los migrantes indocumentados puedan acceder a la atenci¨®n m¨¦dica del sistema p¨²blico nacional. Es una especie de pasaporte sanitario que contiene toda la informaci¨®n sobre el historial m¨¦dico. Esta cartilla, reconocida por el Ministerio de Sanidad, se abre a las personas migrantes, aunque carezcan de documentaci¨®n en regla. ¡°Si presentas el libro verde ya no te piden pasaporte ni ninguna otra identificaci¨®n. Todos los m¨¦dicos del sistema p¨²blico lo conocen¡±, cuenta la doctora Samuels. Alfredo C¨¢liz