12 fotosDerechos mujerRefugiadas en el hotel de lujo L de Par¨ªsUno de los hoteles m¨¢s exclusivos de Par¨ªs se ha transformado en hogar de acogida para 138 mujeres y ni?os que han llegado a Francia escapando de malos tratos, matrimonios forzados y otras experiencias traum¨¢ticasEl Pa¨ªsPar¨ªs - 29 mar 2022 - 11:15CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlace"No puedo creer que viva aqu¨ª". Desde su amplia cama, Sadhana, una mujer india de 31 a?os, no deja de maravillarse con las vistas de las t¨ªpicas avenidas 'haussmanianas' que le ofrece el balc¨®n de su habitaci¨®n en el Hotel L. Este, un antiguo hotel de lujo de Par¨ªs, hoy es un centro de estancia temporal para mujeres y ni?os exiliados de sus pa¨ªses de origen. Dos d¨ªas despu¨¦s de tomar esta foto fue trasladada a otro centro de acogida de urgencia en la regi¨®n de Par¨ªs. Su marido, acusado de proxenetismo, fue puesto en libertad por la polic¨ªa y, desgraciadamente, la encontr¨®.Vista de la ?pera Garnier desde la habitaci¨®n 501, donde Henriette vive con sus tres hijos, un ni?o de seis a?os y dos gemelos de tres. Henriette ya teme el siguiente paso despu¨¦s del Hotel L. Para muchas de las residentes, el futuro es incierto. Mientras que el 13% de las mujeres han sido regularizadas, el 21% de ellas sigue esperando la tramitaci¨®n de su solicitud. Y casi la mitad (41%) no ha encontrado ninguna soluci¨®n para su caso. Son datos del Centro de Acci¨®n Social Protestante (CASP), la asociaci¨®n que gestiona el establecimiento y que cuenta en su mayor¨ªa con fondos p¨²blicos, pero tambi¨¦n recibe donaciones de particulares y empresas privadas.Un momento de lectura para Alphonsine. Prefiere el sereno aislamiento de su amplia habitaci¨®n a las actividades que se realizan en el Hotel L, todas centradas en el bienestar de las inquilinas. Este edificio de lujo est¨¢ ubicado en uno de los barrios m¨¢s elegantes de Par¨ªs, el noveno. Muy cerca queda la famosa ?pera Garnier.Mariama, de las Islas Comoras, emprendi¨® un largo viaje para intentar encontrar tratamiento para su hijo enfermo de cinco a?os, Laithe. Primero fue a Tanzania, donde el ni?o fue operado tres veces de p¨®lipos. Tras otros viajes a Mayotte y Reuni¨®n, finalmente lleg¨® a Francia, donde Laithe est¨¢ siendo atendido.Seble no ha guardado casi nada de Etiop¨ªa. A excepci¨®n de estas fotos de ella vestida de novia. Como muchas residentes del L, huy¨® de su pa¨ªs tras muchos a?os de violencia. Sin embargo, con una sonrisa en la cara, considera que el d¨ªa de su boda fue el mejor de su vida. ?El segundo? Su llegada a Francia.Rodeada de sus tres hijos (unos gemelos de tres a?os y una ni?a de cinco meses), Doriane se arregla. Ella tambi¨¦n ha huido de la violencia de un hombre, su expareja francesa. Tras dos a?os de vagabundeo, dependiente de la apertura y el cierre de centros de acogida de emergencia, fue recibida en el Hotel L. Aqu¨ª se siente segura y apoyada por los servicios sociales y jur¨ªdicos.Retrato de Aissatou en el gran sal¨®n de la primera planta del hotel, que se transforma los lunes en un espacio dedicado a la sofrolog¨ªa -t¨¦cnicas de relajaci¨®n-, en una sala de yoga los martes y en tatamis los mi¨¦rcoles para las clases de karate. Aissatou es senegalesa y lleg¨® a Europa en 2020 desde Marruecos. Su solicitud de asilo fue rechazada. Viviendo en las calles de Par¨ªs, fue derivada al Hotel L en junio de 2021. Aprovecha su a?o de respiro para participar en las diversas actividades que se ofrecen all¨ª.Para Sabrina, una argelina y madre soltera de una ni?a de tres meses, las sesiones de masaje que le ofrece la asociaci¨®n Ateliers Shiatsu son imprescindibles. Encuentra la serenidad que tanto necesita. ?milie, la joven que practica esta t¨¦cnica de relajaci¨®n manual japonesa, est¨¢ encantada con la labor. "Aprecio el hecho de dedicar tiempo a quienes lo necesitan", dice. "Trabajamos el estr¨¦s, por ejemplo. Me gusta la confianza que se nos da".En la habitaci¨®n de Tina prevalece el principio de la hermandad. Cuando lleg¨® a L, pidi¨® que no la separaran de su amiga Fatoumata, que ahora es su compa?era de dormitorio. Presumen de lo mucho que pueden contar la una con la otra. Siempre. Detr¨¢s de ellas queda una vida para olvidar: el interminable infierno de las redes de tr¨¢fico de personas y prostituci¨®n.Maimouna, de 23 a?os, se prepara para una entrevista de trabajo en McDonald's 's bajo la mirada generosa de su compa?era de piso, Radhia, de 65 a?os. Para esta joven guineana, que lleg¨® a Francia sin recursos hace dos a?os, se trata de un trabajo de supervivencia. Recientemente, ha retomado sus estudios en un instituto de formaci¨®n (IMEPP) para convertirse en asistente de cuidados. Tambi¨¦n ella conf¨ªa en la promesa de una nueva vida. Obligada a casarse a los 14 a?os con un hombre 40 a?os mayor, sufri¨® m¨²ltiples humillaciones, agresiones, escisiones, violaciones y secuestros por parte de un marido que ya estaba relacionado con otras tres mujeres mayores. Radhia tambi¨¦n ha experimentado una vida de vagabundeo tras abandonar T¨²nez. Tras una larga estancia en una residencia de ancianos, se encontr¨® con que el sistema administrativo franc¨¦s la hab¨ªa expulsado. Su permiso de residencia expir¨® y se vio sin hogar a los 65 a?os. El hotel le ofrece un respiro y los equipos administrativos se esfuerzan por regularizar su situaci¨®n.Aisha espera la llegada de Abdoul, el padre de su hijo Ange, de dos meses. La joven sali¨® de Costa de Marfil antes de ser esclavizada durante ocho meses en Libia. Enferma, fue literalmente arrojada a una z¨®diac por sus atacantes. Acab¨® en Italia, donde conoci¨® a Abdoul. Ahora aspira a una vida familiar serena en Francia.Rahma, de 29 a?os, es bi¨®loga de formaci¨®n. Pero, reflejando la degradaci¨®n social y profesional que sufren muchas personas en el exilio, tuvo que resignarse a buscar otra carrera. Ese d¨ªa se prepara para una entrevista de trabajo. Se trata de un empleo permanente como asistente de cuidados en una residencia de ancianos. Ahora est¨¢ a la espera de obtener una vivienda social antes de emprender finalmente un procedimiento de reagrupaci¨®n familiar para poder reunirse con su hijo de cuatro a?os.